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La trama del clásico musical The Sound of Music [La novicia rebelde] se desarrolla durante el llamado Anschluss, es decir, el tiempo en que Austria fue anexada a la Alemania Nazi. En la película hay una escena en la cual el capitán Georg von Trapp está sumido en sus pensamientos y su prometida, la baronesa Elsa Schräder, le pregunta:

—¿Dónde estás?

—En un mundo que desaparece — responde él.

Del nacimiento a la muerte, todo ser humano enfrenta “un mundo que desaparece”. Primero perdemos el mundo de nuestra niñez. Perdemos la inocencia de los años infantiles, perdemos el calor y la protección de nuestros padres y nos abalanzamos a un mundo incierto y desconocido. Los emigrantes ven desaparecer el mundo de su cultura, sus familiares, sus amigos, las escuelas donde asistieron, las iglesias donde adoraron y los campos donde jugaron. Se pierden las oportunidades y, con tristeza indecible, vemos morir a nuestros seres más queridos. Y en la vejez tenemos el sentimiento de que “ya nada es igual que antes”. Solo quedan reminiscencias de “un mundo que desaparece”.

Pérdidas continuas

Vivimos en un mundo de pérdidas continuas. Esta realidad se ha hecho más evidente durante esta terrible pandemia que ha traído desolación en todo el mundo. Más de tres millones de personas han perdido la vida,1 22 millones perdieron sus trabajos durante los primeros meses de la pandemia.2 Un número considerable de individuos ha perdido la salud física y también mental. Un estudio de la OMS concluye que “la pandemia está provocando un incremento de la demanda de servicios de salud mental”.3 El dolor y la incertidumbre se han hecho presentes en millones de hogares debido a las pérdidas de familiares, amigos, recursos, salud y finalmente pero no menos importante, de la esperanza.

¿Qué podemos hacer para encarar un cuadro tan dramático de pérdidas y crisis? Debemos reconocer, en primer lugar, que la recuperación es un proceso. La investigadora Elisabeth Kübler-Ross en su libro On Death and Dying explica la dinámica de recuperación creando un modelo de cinco pasos que llevan desde la negación de la pérdida hasta la aceptación.4 Es un proceso, pero al final aceptamos vivir sin lo que ya no está. La ausencia es asimilada, y gradualmente volvemos a ser nosotros mismos. Recuperamos nuestra paz interior. Esto no quiere decir que olvidemos, pero recordamos sin tanto sufrimiento.

La esperanza cristiana

Para hacerle frente a la pérdida tenemos también la esperanza cristiana. Dios ha prometido que, aunque el mundo viejo cesará, él creará un mundo nuevo, diametral e infinitamente mejor del que hemos conocido. Un mundo en el que no habrá pérdidas, ni de vidas, ni de recursos, ni de salud, ni de seguridad, ni de esperanza. Y no solo se eliminarán las pérdidas sino que también recuperaremos todo aquello bueno que el pecado nos arrancó. Nuestros seres queridos que la muerte nos arrebató nos serán devueltos por el mandato de Jesús, quien dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (S. Juan 11:25).

En ese mundo nuevo siempre podremos disfrutar de la realización de nuestros sueños. El profeta Isaías nos dice que “edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos” (Isaías 65:21, 22).

No más pérdidas

Mi querido amigo, si has sufrido alguna pérdida en estos tiempos inseguros, alza tu vista al cielo y levanta tu corazón a Dios, porque en poco tiempo irrumpirá en la historia un mundo nuevo y luminoso. Vive esperanzado, una vida de paz, piedad y santidad. El apóstol Pedro nos exhorta: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pedro 3:11-14).

Un mundo sin pérdidas

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. . .

Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas —Apocalipsis 21:1-5.

1. “Coronavirus Cases”, Worldometer, en https://www.worldometers.info/coronavirus/, hasta el 25 de mayo, 2021.

2. Jeffry Bartash, “The U.S. has only regained 42% of the 22 million jobs lost in the pandemic. Here’s where they are”, Market Watch, 7 agosto 2020, en https://www.marketwatch.com/story/restaurants-and-retailers-have-regained-the-most-jobs-since-the-coronavirus-crisis-but-theres-a-catch-2020-08-07.

3. “Los servicios de salud mental se están viendo perturbados por la COVID-19 en la mayoría de los países, según un estudio de la OMS”, Organización Mundial de la Salud, 5 octubre 2020, en https://www.who.int/es/news/item/05-10-2020-covid-19-disrupting-mental-health-services-in-most-countries-who-survey.

4. Elisabeth Kubler-Ross, On Death and Dying (Routledge, 1969). Ver “Modelo de Kübler-Ross, Wikipedia, en https://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_de_Kü;bler-Ross, última revisión 8 marzo 2020.

El autor dirige las actividades de las iglesias adventistas de habla hispana en el norte de California.

Hacia un mundo sin pérdidas

por Román Leal
  
Tomado de El Centinela®
de Agosto 2021