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Mucha gente tiene una idea novelesca del matrimonio. Sueña casarse con la persona de sus fantasías. Ella cumplirá todos sus caprichos y se dedicará a servirle el resto de su vida. Pero esa persona no existe. De ahí que muchos matrimonios terminen en divorcio. Resulta que la convivencia cotidiana deja ver los defectos personales.

El desencanto matrimonial es común. La novedad en este tiempo no es el divorcio, sino la profundidad de la desilusión que se experimenta, y la rapidez con la que se fulminan muchos matrimonios que se formaron con grandes expectativas.

En las últimas décadas, el divorcio ha aumentado de manera significativa en el mundo. Estados Unidos es el país líder en el fracaso matrimonial, seguido por Rusia, Turquía, Alemania, Ucrania, Francia, el Reino Unido, Italia, España y Polonia.1 Por si fuera poco, el confinamiento obligado por la pandemia de COVID-19 agudizó aun más los problemas conyugales, y disparó la tasa de divorcios en muchos lugares del mundo.

Desde hace varios años, escenarios como los anteriores han enfriado en muchos jóvenes el entusiasmo por casarse, especialmente en las naciones desarrolladas. Considerando las estadísticas, cabe preguntarse si el matrimonio es una institución en decadencia, si ya no tiene sentido para la sociedad contemporánea.

Una profecía olvidada

Hace mucho tiempo, San Pablo escribió al joven Timoteo sobre las condiciones sociales que prevalecerían en los días finales de este mundo: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:1-5).

San Pablo elaboró todo un perfil psicológico de la sociedad contemporánea, la cual, a pesar de contar con importantes avances tecnológicos y científicos y mejores condiciones laborales y de derechos humanos que en el pasado, sería emocionalmente más complicada. Las personas serían cada vez más egoístas, y tendrían grandes dificultades para convivir y trabajar en equipo. En relación con el matrimonio, el apóstol destacó que en estos tiempos sería más difícil estar casado, a causa de las características de la sociedad.

Un matrimonio que se inicia con la bendición de Dios no está exento de enfrentar fieras tormentas en la vida. Lo que sucede es que no podemos saber a ciencia cierta con quién nos estamos casando; solamente lo suponemos. Incluso si lo hacemos con la persona correcta, como el caso de Isaac y Rebeca, esta cambiará con el tiempo. Una vez casados, ya no volvemos a ser los mismos. La edad nos cambia. Los hijos nos cambian. Los golpes de la vida nos cambian. Ya no somos aquellos jóvenes idealistas y soñadores. Por eso es muy importante aprender a amar y cuidar al extraño personaje con quien te encuentras casado.

Causas del divorcio

Hay diversas causas del divorcio. Entre ellas están estos cuatro grandes enemigos del matrimonio, los que, si no se atienden a tiempo, pueden detonar una crisis familiar que culmine en la separación.

La mala comunicación. La mala comunicación fortalece la desconfianza, el alejamiento mutuo y la pérdida del deseo de estar juntos; por lo tanto, afecta la vida sexual y puede suscitar la infidelidad. Alguien ha dicho: “No es como uno dice, sino como el otro entiende”. Esta frase resalta que comunicarse no es tan sencillo como parece. Más bien, requiere un gran esfuerzo. Esto es especialmente apreciable en el matrimonio.

Los conflictos a causa del dinero. En un hogar donde hay grandes carencias, la vida puede llegar a tornarse frustrante, ya que solo se lucha por sobrevivir. La constante falta de recursos económicos modifica cualquier escenario promisorio y pone en riesgo la perdurabilidad del matrimonio, por más que se diga que con amor todo se puede. De ahí que no sea recomendable casarse si no se cuenta con un trabajo estable que permita a los cónyuges enfrentar adecuadamente las responsabilidades de un hogar.

La abundancia de dinero puede también detonar problemas matrimoniales, ya que abriga la tentación de cambiar el sistema de valores del individuo, impulsado por su nuevo estilo de vida, lo cual conlleva nuevas reglas para el hogar. Aquí viene bien elevar una oración bíblica: “Oh Dios, te ruego dos favores; concédemelos antes de que muera. Primero, ayúdame a no mentir jamás. Segundo, ¡no me des pobreza ni riqueza! Dame solo lo suficiente para satisfacer mis necesidades. Pues si me hago rico, podría negarte y decir: ‘¿Quién es el SEÑOR?’. Y si soy demasiado pobre, podría robar y así ofender el santo nombre de Dios” (Proverbios 30:7-9, NTV).2

Los inconvenientes ocasionados por los hijos. Nadie está preparado para ser padre. Aunque son también una bendición, los hijos resultan un verdadero desafío para el hogar en cada etapa de la vida. No es que los hijos salgan “buenos” o “malos”, sino que son seres humanos que, al final, tomarán sus propias decisiones, a pesar de la educación impartida en casa.

¿Por qué los hijos pueden llegar a ser causa de divorcio? Porque suscitan conflictos desde pequeños: los estilos de educación y crianza, la autoridad, la disciplina. Y siguen hasta que son adultos: la pareja, los conflictos entre hermanos, los logros personales. Una mala gestión sobre este asunto puede aumentar las diferencias en un matrimonio. Por ejemplo, la Biblia presenta el caso de Isaac y Rebeca, cada uno con su hijo preferido: Isaac prefería a Esaú y Rebeca a Jacob. Tales actitudes favorecieron un espíritu de competencia en casa y provocaron serios conflictos matrimoniales en la pareja.

Los familiares entrometidos. Este es uno de los factores más populares en ciertas sociedades. Un hogar donde los cónyuges permiten que sus familiares intervengan constantemente está allanando el camino al fracaso.

La Biblia dice en la ley matrimonial: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Según la Escritura, los esposos han de resolver sus problemas sin involucrar a sus padres. No hay matrimonio perfecto ni exento de dificultades. La resolución de conflictos es parte de la vida conyugal, lo cual permite a la pareja crecer y madurar.

Conclusión

La mala comunicación, los conflictos a causa del dinero, los inconvenientes ocasionados por los hijos, los familiares entrometidos, suscitan conflictos matrimoniales que pueden devenir en divorcio, pasando por experiencias tan dolorosas como el abuso verbal, el acoso mental y la violencia intrafamiliar. Es mejor prevenirlas y aprender a valorar y convivir con la persona que hemos elegido.

Frases sobre el matrimonio*

“Mantenga sus ojos bien abiertos antes del matrimonio, entrecerrados después”—Benjamin Franklin, padre fundador de Estados Unidos.

“Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta” —André Maurois, escritor francés.

“Sabes que estás enamorado cuando no puedes alcanzar el sueño, porque por fin la realidad es mejor que los sueños” —Dr. Seuss, autor americano.

* https://www.theknot.com/content/funny-marriage-quotes.

1. Rosa Fernández, “Ranking de los 10 países con mayor número de divorcios en el mundo en 2019”, Statista, 7 febrero 2022, en https://es.statista.com/estadisticas/962925/paises-con-mayor-numero-de-divorcios/.

2. La cita marcada con NTV fue tomada de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

El autor es investigador y catedrático de posgrado en la Universidad de Montemorelos, México.

Cuatro enemigos del matrimonio

por Alejandro Medina Villarreal
  
Tomado de El Centinela®
de Julio 2022