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En la víspera de su sacrificio redentor, el Señor Jesucristo les dijo a sus discípulos que se acercaba la hora de su retorno a los cielos, pero que no los dejaría desamparados, pues tanto él como su Padre iban a enviarles el más precioso de los dones, bajo cuyo poder predicarían el evangelio con resultados admirables. Se refería al Espíritu Santo, el integrante de la Divinidad que conduciría a la iglesia hasta el segundo advenimiento de Cristo. Se iba Jesús-Dios, vendría Dios-Espíritu Santo, su vicario.

Tan glorioso es el don del Espíritu que, si su presencia es “reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla”.*

Por el Espíritu Santo, quien aplica los beneficios de la salvación provista por Cristo, somos librados de la condenación del pecado, “pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

Por la santificación en el Espíritu, crecemos gradualmente, porque es el Dispensador de toda virtud: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22, 23). Bajo su gestión, todo lo que nos ocurre contribuye al perfeccionamiento de nuestro carácter. Porque “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Por la unción del Espíritu se nos garantiza el amor de Dios en Cristo. Entonces podemos exclamar: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?. . . Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (vers. 35-39).

Gloria al Padre y al Hijo por el don del Espíritu. Gracias, Espíritu Santo, por tu tierno amor. Ven a nuestros corazones.

* Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (1955), p. 626.

El autor es redactor de El Centinela.

El mejor Don

por Alfredo Campechano
  
Tomado de El Centinela®
de Julio 2021