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De acuerdo con el calendario de las Naciones Unidas (ONU), el 20 de febrero de 2022 se celebra el Día Mundial de la Justicia Social. El tema de la justicia social ha sido bien identificado en la Biblia. Dios ordena: “Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso” (Salmo 82:3). Dios siempre ha mostrado un interés particular en proteger a los pobres, a los marginados, a los extranjeros, a los débiles y a los menos afortunados (Isaías 1:17), y ha llamado a su iglesia a demostrar compasión con las victimas de la injusticia y a realizar acciones decisivas para aliviar su sufrimiento (Santiago 1:27).

La justicia social y la Biblia

La definición, el concepto y la práctica de justicia social ha evolucionado con el paso del tiempo. Investigadores contemporáneos han añadido la perspectiva histórica que nos ayuda a entender el contraste entre lo que hoy conocemos como justicia social en el contexto de debate político y la enseñanza bíblica sobre el tema.

A diferencia del concepto de la justicia social del siglo XXI, que responde a postulados políticos y económicos y que se promueve por medio de la violencia y la destrucción, la justicia social conforme a la Biblia tiene como base el amor, el cuidado, la compasión y el trato igualitario hacia todos los individuos.

El código civil en el Antiguo Testamento, registrado en éxodo 21 al 23, es considerado por muchos como el documento más antiguo en materia de desarrollo de la teología bíblica sobre el tema de la justicia social, según Paul S. Evans. Un estudio de la ley civil de Israel demuestra una intencionalidad divina de ofrecer protección a los marginados y resguardar su dignidad.

La iglesia y la justicia social

Los cristianos no somos llamados a realizar activismo social, pero creemos en el componente social del evangelio, lo cual nos impele a ser visibles en nuestras comunidades y convertirnos en agentes de cambio en materia de justicia social. No podemos escondernos en las sombras del anonimato y la indiferencia frente a la injusticia en contra de personas frágiles en nuestras comunidades. Debemos ser voz para los que no la tienen.

En materia de justicia social, la responsabilidad es más individual que institucional. Tuve la oportunidad de conocer a una activista social en la ciudad donde vivo. Esta dama se convirtió en una vocera reconocida en favor de los inmigrantes que cruzaban la frontera en forma irregular. Megáfono en mano, demandaba que se le diera albergue a este grupo de extranjeros. Su mayor desafío ocurrió cuando la confrontaron con una pregunta incómoda: “¿Y usted, a cuántas personas va a albergar en su casa?” Su postura cambió al instante. Demandaba compasión de parte de otros, pero no estaba dispuesta a practicarla ella misma.

La práctica de la justicia social siempre será el resultado de tener a Jesús en el corazón. Los seguidores de Jesús siempre han abrazado y practicado su enseñanza en materia de cuidado de los enfermos, los pobres y los marginados. Es encomiable el dato histórico del emperador Flavio Claudio Juliano (331-363 d.C.), quien destacó la compasión y el cuidado que los cristianos del Imperio mostraban en favor de los enfermos en tiempos de las pestes que azotaban a la población, en contraste con la indiferencia de los paganos que desalojaban a los enfermos para protegerse del contagio.

Jesús: Modelo de justicia social

El contexto cultural del ministerio de Jesús estuvo marcado por la pobreza, la servidumbre forzada y el clasismo. La marginación y la discriminación eran normales. En medio de ese cuadro de injusticia social, Jesús inició su ministerio leyendo al profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos (S. Lucas 4:18).

Jesús ministró a las personas en forma integral, atendiendo sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. Muy a menudo les dedicaba tiempo y atención en forma individual. Identificaba la naturaleza de su necesidad y luego les impartía un beneficio específico, y alentaba en ellos la esperanza de una vida mejor. Primero aliviaba las cargas físicas y emocionales, y luego atendía las necesidades espirituales y eternas. Esta forma de ministrar debe ser considerado el modelo a seguir por los discípulos del gran Maestro.

La realidad del hoy y del mañana

Nuestros esfuerzos han de concentrarse en aliviar el dolor y el sufrimiento de las personas. Pero será también nuestra prioridad señalarles a Jesús como la solución permanente a los dramas de su vida. Solucionarles los problemas temporales sin enseñarles acerca de la realidad del segundo advenimiento de Cristo y del comienzo de una eternidad feliz, sería entregarles en forma parcial la oportunidad de participar de los beneficios del maravilloso plan de Dios para sus vidas.

La justicia social y la imparcialidad

El principio de imparcialidad practicado por Jesús como el gran Benefactor de la humanidad en su trato con las personas ha de ser seguido por cada cristiano en materia de justicia social. La diversidad cultural de nuestras comunidades nos ofrece la oportunidad de aplicar este principio en la práctica de la justicia social. Hemos de evitar ser practicantes selectivos de justicia social. Independientemente de la etnia, religión, nacionalidad, color de la piel y preferencia sexual, todos han de ser receptores de los beneficios de nuestros esfuerzos por alcanzar la justicia social en nuestras comunidades.

Un amor que sana

Sí al momento de leer este artículo reconoces que sufres maltrato, rechazo, abuso, marginación e injusticia, y te laceran sus efectos, quiero alentar esperanza en tu corazón diciéndote que hay alguien que se interesa en forma especial por tu caso: Dios. El toque de su amor tiene poder sanador. Dale la oportunidad de sanar tus emociones y restaurar tu vida.

La realidad de un mundo perfecto

Tengo buenas noticias para ti. Dentro del plan de Dios se encuentra la terminación de la injusticia que se sufre en este mundo imperfecto (Apocalipsis 21:5). Aunque nuestros esfuerzos en favor de la justicia social no cesarán, esperamos el establecimiento de un mundo muy diferente al que conocemos. Será un mundo perfecto (Apocalipsis 21:3, 4) donde la justicia reinará para siempre.

Invita a Cristo, el Rey de es mundo maravilloso, a tu corazón hoy.

Solidaridad

“Este es el deber de nuestra generación al entrar en el siglo XXI: la solidaridad con los débiles, los perseguidos, los abandonados, los enfermos y los desesperados”

—Elie Wiesel, escritor, activista, profesor y filósofo judío sobreviviente del Holocausto.

“¿Cuál es la esencia de la vida? Servir a otros y hacer el bien”

—Aristóteles, filósofo griego.

“Toda nuestra humanidad depende de reconocer nuestra humanidad en los demás”

—Desmond Tutu, clérigo anglicano y pacifista sudafricano.

“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos como hermanos”

—Martin Luther King Jr., ministro bautista y activista por los derechos civiles.

El autor coordina las actividades de las iglesias de habla castellana en el sureste de California.

El cristiano y la justicia social

por Yohalmo Saravia
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2022