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Cómo puede una persona sobrevivir a tantos ataques al corazón? Creo que Ronald, mi amigo de muchos años, tiene la respuesta: un corazón generoso. Ha sufrido de muchas enfermedades, y de incontables infartos al corazón, pero si hay alguien que ha disfrutado la vida, ha sido Ronald: siempre dándose a sí mismo y buscando oportunidades para hacer sentir bien a otros. La última vez que lo llamé para preguntarle por su salud, en vez de informarme acerca de su condición, me dijo: ‘Tengo algunas cosas que darte’. A pesar de su salud frágil, en lo único que Ronald piensa es en los demás. Su vida ha sido un modelo de servicio y amor. Siempre se le ve alegre, positivo y entusiasta.

En contraste, un autor describe a la sociedad actual en estos términos: “El mundo está plagado de individuos llenos de conflictos internos. Personas que anhelan una vida más satisfactoria, un mejor balance emocional y psíquico. Hay una búsqueda de felicidad y aceptación propia muy difícil de obtener. La vida está llena de chascos, frustraciones, monotonía, dificultades laborales, estrés en el ámbito financiero y familiar. La gente vive aislada y no comparte los deleites de la vida. Lo peor es que a medida que las personas envejecen, el entusiasmo y la satisfacción por la vida disminuyen”.1

¿Se identifica usted con alguna condición expuesta en esta descripción? Según Siddharta Gautama, mejor conocido como Buda, el fundador del budismo, hay en la vida dos verdades básicas a considerar: La primera es que la existencia humana está llena de conflictos, insatisfacción, tristeza y sufrimiento. La segunda es que todos estos sufrimientos se inician en nuestro mundo de deseos avaros y egoístas, de adicción a los placeres sensuales y evasión del dolor. En suma, somos los arquitectos de nuestras propias dificultades.2

¿Habrá alguna medicina para tanto mal? La respuesta es un rotundo sí. A diferencia de muchas medicinas de patente, esta no tiene efectos secundarios adversos; al contrario, nos hace vivir más, llevar una vida más saludable, ser más felices, y si realizamos trabajo voluntario, el tiempo rinde más. Esta medicina es la generosidad, y consiste en ayudar a los demás de un modo honesto, sin esperar nada a cambio. Es altruismo, solidaridad, filantropía.3

Antítesis de la avaricia, la tacañería y el egoísmo, la generosidad ha demostrado ser fuente de innumerables beneficios. Un cardiólogo de renombre dijo que durante miles de años el hombre ha estado buscando el remedio para sus males: técnicas para perdonarse a sí mismo y ejercicios para disminuir sus niveles metabólicos, bajar la presión arterial y el ritmo cardíaco; pero todo se arreglaría si compartiera los recursos y diera de sí mismo a los demás.

¿Pueden las personas aprender a ser generosas? Una de las enseñanzas básicas de la Biblia requiere de los creyentes ayudar a la viuda, al huérfano, al extranjero y al pobre. El terreno para practicar es amplísimo. En 1250, Tomás de Aquino, teólogo católico de origen italiano, resumió los deberes cristianos de la caridad en dos grupos. El primer grupo consiste en “las obras corporales de misericordia: visitar, dar de beber, alimentar, rescatar, vestir, reunir y sepultar. Existen también las “obras espirituales de misericordia: instruir al ignorante, aconsejar al que duda, consolar al triste, reprobar a los pecadores, perdonar las ofensas, aguantar a los fastidiosos y orar por todos.4

Alguien dijo que “hay una maravillosa ley mítica de la naturaleza donde las tres cosas que más buscamos en la vida, la felicidad, la libertad y la paz mental, siempre se consiguen cuando se las damos a alguien más”.5

Es abrumadora la cantidad de estudios realizados respecto a la generosidad y sus efectos. Los resultados son motivo de seria reflexión. En una encuesta realizada en 30.000 hogares en los Estados Unidos, se encontró que las personas que daban de sus recursos tenían 43 por ciento más posibilidades de decir que eran “muy felices”.6

Otro estudio de las universidades de British Columbia y Harvard, mostró que el dinero puede aumentar la felicidad. Pero lo más importante del estudio fue saber que esa felicidad dependía de cómo el dinero se gastaba, y esto era, dando.7

La doctora Lylia Wagner, presidenta de los Servicios de Filantropía para Instituciones (PSI, por sus siglas en inglés), dijo que, “si una persona desea sentirse mejor, física, emocional y espiritualmente, debería involucrarse como voluntario en actividades escolares, iglesias, refugios y entre los menos afortunados”. Si lo hacen, declaró ella, las personas podrían esperar un 40 por ciento de disminución en los riesgos de presión arterial alta. Además, informó que el 74 por ciento de quienes realizan servicio voluntario se sienten más saludables; el 78 por ciento menos estresados; el 80 por ciento se siente más en control de su salud; y el 94 por ciento siente que su estado de ánimo mejora.8

Otros autores mostraron que las personas generosas son más felices, sufren menos enfermedades y lastimaduras, viven con mayor sentido de propósito y experimentan menos depresión. Algo que llama la atención en este estudio es que se habla de la generosidad como un estilo de vida y no solo como actos aislados de bondad.

En su famosa oración, “Es dando como se recibe”,9 Francisco de Asís hacía eco de las palabras de Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Uno de los principios del cristianismo es el amor al prójimo. “Amar a tu prójimo como a ti mismo —dice un catedrático de Medicina de la Universidad de Maryland —no es un mandato moral, es una orden psicológica”.10

Cuando se le preguntó a un próspero hombre de negocios en California por qué era tan generoso, él dijo: “Dios no puede bendecir una bolsa llena. Es cuando vaciamos nuestras bolsas para favorecer a otros, cuando Dios las vuelve a llenar”.

Aunque pudiera parecer egoísta, hay ventaja en dar. Jesús declaró: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (S. Lucas 6:38).

Con todos estos beneficios tan positivos, ¿no quisiera usted comenzar a practicar la generosidad hoy mismo?

1. Peter Singer, “How Psychology Affects What We Give To Charities”, Newsweek, 9 de marzo, 2009.

2. “Las cuatro nobles verdades”, en: www.oshogulaab.com/BUDA/TEXTOS/4NOBLESVERDADES.htm, consultado en marzo, 2017.

3. Douglas M. Lawson, Give to Live: How Giving Can Change your Life (Alti Publishing, 1991), p. 25.

4. “Obras de Misericordia (Tomás de Aquino)” en Scribd, en https://www.scribd.com/doc/299581533/Obras-de-Misericordia-Tomas-de-Aquino, consultado en marzo, 2017. “Significado de generosidad” en Significados, en http://www.significados.com/generosidad/, consultado en marzo, 2017.

5. Peyton Conway March, “Giving”, en Trans4mind, en: https://trans4mind.com/quotes/giving.html, consultado en marzo, 2017.

6. Arthur Brooks, The New York Sun. 28 de diciembre, 2007.

7. Neela Hummel, “Can Money Buy Happiness? It depends on How You Spend it”, Abacus, 12 de diciembre, 2013, en: https://abacuswealth.com/can-money-buy-happiness-it-depends-on-how-you-spend-it/.

8. Notas tomadas de la presentación hecha por la Dr. Lylia Wagner el 31 de noviembre, 2016, durante la cena anual conocida como President’s Dinner, en la sede de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland.

9. “Oración de San Francisco de Asís”, en Catholic Online, en http://www.catholic.org/prayers/prayer.php?p=3362, consultado en marzo, 2017.

10. Jean Maalouf, The Healing Power of Kindness (Twenty-Third Publications, 2003), p. 42.

El autor escribe desde California, donde se desempeña como director de desarrollo de la Calexico Mission School.

Los beneficios de servir al prójimo

por Bernardo Sámano
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2017