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Mientras el grupo de rock Eagles of Death Metal entonaba una canción de amor al diablo en el teatro le Bataclan, sonaron las armas de alto poder, el público enloqueció de pavor, la policía se movilizó, la comunidad internacional se estremeció, y se perdieron 129 vidas.1

Esa noche, el terrorismo ensangrentó Francia. Era el 13 de noviembre de 2015. Paradójicamente, fue en Francia donde se acuóó el término “terror”. El Terror (francés: la Terreur) fue un período de cambios centrados en la violencia de la Revolución Francesa, que duró de septiembre de 1793 a la primavera de 1794. El Terror estaba “caracterizado por la brutal represión de los revolucionarios mediante el recurso al terrorismo de Estado”.2 Se considera que el Reinado del Terror segó 40.000 vidas.3

Definición y breve historia del terrorismo

Hay muchas definiciones de terrorismo, pero podemos decir que se trata de actos de violencia premeditada con motivos políticos perpetrados en contra de objetivos civiles con la intención de influir sobre un público determinado.

La primera manifestación histórica de terrorismo se produjo en Palestina en el aóo 66 con los sicarii, un grupo radical que luchó contra los romanos. Los sicarii atacaban a sus enemigos en días festivos, cuando la multitud que se congregaba en Jerusalén les permitía actuar con mayor impunidad.

De la palabra sicarii, que provenía de la espada corta (sica) que escondían bajo las túnicas, ha derivado la palabra sicario. Los sicarios capturados consideraban su ejecución un martirio glorioso que les abría las puertas del paraíso.

Una actitud similar debió animar a Mohamed Atta cuando estrelló un avión contra la Torre Norte del Centro Mundial de Comercio de Nueva York en septiembre de 2001. La secta de los Asesinos, una rama ismaelita del siglo XI, presentaba las mismas características mesiánicas que los terroristas suicidas de Al Qaeda. Su líder espiritual, Hassan Sabbah, “el Viejo de la Montaóa”, proporcionaba hachís a sus hombres para anticiparles los placeres de un paraíso celestial al que accederían tras cometer actos terroristas suicidas. Por consumir esta droga fueron llamados hachachín, un término que los cruzados franceses convirtieron en assassin, de donde deriva la palabra “asesino”.

El terrorismo que hoy conocemos nació en el siglo XIX, al mismo tiempo que apareció el telégrafo y se desarrolló la prensa, pues el éxito de una operación de este tipo depende casi por completo de la propaganda, algo que saben muy bien los dirigentes de Al Qaeda y el Estado Islámico, cuyos actos buscan el mayor impacto mediático. En Los Principios de la Revolución, manifiesto publicado en 1869, Bakunin promulgó una de las máximas del terrorismo moderno: “Los revolucionarios han de mostrar indiferencia hacia las lamentacio lamentaciones de los condenados y no han de aceptar ninguna componenda”.

El buen revolucionario debía fingir ser quien no era, ser un soldado anónimo, rasgos que encajan a la perfección con el perfil psicológico de Ilich Ramírez, alias “Carlos el Chacal”, afamado terrorista acusado de más de ochenta asesinatos, detenido y encarcelado en Francia. “Si tienes que dinamitar la mitad de un continente y derramar un océano de sangre con el fin de destruir a un millón de bárbaros, no tengas escrúpulos de conciencia”, afirmó el radical alemán Karl Heinzen (1809–1880) en su ensayo “Asesinato” (Der Mord). Su doctrina giraba en torno a una idea inquietante: “El asesinato no está prohibido en la política”.4

Algo parecido promulgó Osama Bin Laden (1957-2011) el 7 de octubre de 2001, días después del atentado contra el Pentágono y el Centro Mundial de Comercio. “Dios ha bendecido a un grupo de musulmanes para que destruyan América e imploramos a Alá que eleve su rango y les conceda un lugar en el cielo”.5

Llorar por todos

El Occidente es muy sensible al terrorismo. Sus clamores hacen eco en el mundo. Pero cuando las víctimas son de otra región priva la indiferencia. El 12 de noviembre de 2015 los terroristas golpearon Beirut, Líbano y eso pasó casi inadvertido. CNN publicó entonces: Mientras los edificios eran iluminados con los colores de la bandera francesa, y las 129 personas que murieron en París el viernes acapararon los titulares, mucha gente en Beirut sintió que Occidente —y sus medios de comunicación— los habían abandonado”.6

La permanencia del terrorismo

El terrorismo no va a desaparecer. Menos el terrorismo islámico, porque se alimenta del peor de los odios: el odio religioso. Tal vez cambie de rostro y de estrategia, pero persistirá hasta el fin de los tiempos, tal como San Pablo profetizó: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3:1). Esta no es una buena noticia. La sangre de los inocentes seguirá corriendo. Las palabras de Isaías a Jerusalén cobrarán nueva relevancia: “Cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho... Por esta causa la maldición consumió la tierra. . . y disminuyeron los hombres” (Isaías 24:4-6).

El sublime amor de Dios

Dios aborrece el terror pero ama a los terroristas. Reprueba su conducta pero quiere redimirlos. En 2015, un militante del grupo terrorista islámico ISIS, quien había ejecutado a varios cristianos, recibió un mensaje sobrenatural. Una noche soóó con un hombre vestido de blanco, quien le dijo: “Tú estás matando a mi gente”.

El militante de ISIS comenzó a sentirse culpable e inquieto respecto a lo que estaba haciendo: matar a pacíficos cristianos, motivado por el odio religioso. Cierta vez, cuando iba a ejecutar a un cristiano, este le dijo: “Sé que me vas a matar, pero te doy mi Biblia”. Luego de la ejecución, el terrorista de ISIS tomó la Biblia que le ofreciera su víctima y comenzó a leerla. En otro sueóo, Jesús le pidió que lo siguiera.

El terrorista se convirtió al cristianismo y expresó su deseo de ser misionero, informó un miembro del ministerio internacional “Juventud con una misión”, quien se reunió con el nuevo converso en un país de Oriente Medio.7

Otro converso del terrorismo al cristianismo, de nombre Shayesteh, comenta:—Me habían dicho hace 32 aóos que el cristianismo era la peor religión en el mundo. Desde nióo, me habían enseóado que el Islam era lo mejor, sin ninguna lógica más profunda al respecto. “El Islam debe dominar el mundo, y hay que garantizar que la gente siga el Islam. Si no lo hacen, debemos amenazarlos y atacarlos a ellos por medio del terrorismo”. Esa fue mi forma de pensar. Eso es lo que todos los musulmanes radicales en el mundo piensan, y es por eso que practican el terrorismo. Shayesteh se convirtió a Cristo y ahora predica mediante el ministerio Exodus from Darkness [éxodo de la oscuridad], y asegura que miles de musulmanes se han convertido a Jesús.8

Mientras oramos por nuestra seguridad, roguemos a Dios por aquellos que viven en tinieblas espirituales para que sigan al Caudillo quien, cuando desarmó a Pedro, quiso desarmar a todos los hombres (Ver S. Mateo 26:51-54).

El autor es ministro cristiano. Escribe desde Lawrenceville, Georgia.

Terrorismo: el poder del miedo

por Joel Barrios
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2016