Número actual
 

En estos días, la cristiandad recuerda el sacrificio de Cristo de un modo particular. En Semana Santa, el nombre del Redentor es mencionado en cada templo. La cruz, que ocupa el centro de esta semana, nos recuerda que sobre Jesús fue puesta nuestra iniquidad; que la culpabilidad de cada descendiente de Adán abrumó su corazón; que la ira del Padre contra el pecado llenó de consternación el alma de su Hijo. Porque Cristo llevó nuestro pecado (ver 2 Corintios 5:21).

Jesús proclamó y manifestó a un mundo caído el amor del Padre. Aun en la cruz dijo palabras de perdón, de redención y de provisión para los hombres, y les pidió agua. A su Padre le habló de su angustia y de su fe, y luego proclamó su victoria. Tales expresiones, cargadas de dramatismo, son conocidas desde entonces como “las siete palabras”.

En la cruz, el Salvador sintió el abrumador peso de la culpabilidad que llevaba sobre sí, y no pudo ver el rostro reconciliador del Padre. Con fieras tentaciones Satanás lo torturaba. Y el Salvador no pudo ver a través de los portales de la tumba. No vislumbraba una salida triunfante del sepulcro ni la aceptación de su sacrificio por el Padre. Sintió la angustia que el pecador sentirá cuando la misericordia divina ya no interceda por él. El sentido del pecado, que atrajo la ira del Padre sobre él como sustituto del hombre, quebrantó su corazón.

Los ángeles presenciaron la angustia de Jesús. Velaron sus rostros para no ver ese terrible espectáculo. Y la naturaleza expresó simpatía por su Autor insultado y moribundo: Los rayos del sol de mediodía desaparecieron de repente. Como fúnebre mortaja, una súbita oscuridad rodeó la cruz.

Jesús padeció esa oscuridad física y espiritual para que tú vivas en luz. Sintió la soledad y la lejanía de Dios para que tú y yo no nos sintamos más solos ni lejos de él. No basta con recordar la pasión de Cristo en estos días, es necesario hacerlo cada día y adorarlo por tan sublime sacrificio.

Este número nos recuerda esas siete palabras que Jesús dijo en su agonía, para que “todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (S. Juan 3:16).

El autor es ministro y dirigente de las iglesias adventistas de habla hispana en California, Arizona, Hawaii, Nevada y Utah. Escribe desde Riverside, California.

Siete palabras de vida

por Jorge Soria
  
Tomado de El Centinela®
de Marzo 2016