Número actual
 

La madre de Barry vivía preocupada por los peligros que existían en aquella gran ciudad: el robo, las drogas, las peleas y las pandillas. Con el deseo de proteger a su hijo de los peligros, diseñó un plan para ayudar a su hijo a aprender la Biblia de memoria. Le dijo: “Cada vez que te aprendas un versículo de la Biblia, te daré una moneda de 25 centavos”. Barry aceptó con gozo el plan de su madre y empezó a memorizar textos de la Biblia.

Ahora de adulto, Barry dice: “Había sabiduría en lo que hizo mi madre. Porque un día, en camino a la escuela, uno de mis compañeros me dijo: ‘Barry, hay alguien que no me cae muy bien y mis amigos y yo queremos darle una paliza. ¿Quieres acompañarnos?’ Inmediatamente uno de los textos que yo me había memorizado se me vino a la mente. Se encuentra en Proverbios 1:10: ‘Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas’. Así que le dije a mi amigo: ‘Pecador, pecador, no voy contigo’”.

Barry cuenta que esa decisión salvó su vida, porque aquellos jóvenes no solo atacaron físicamente al otro joven, sino que lo asesinaron. La noticia llenó los periódicos y los medios de comunicación de aquella gran ciudad. Los dos amigos de Barry fueron sentenciados a cadena perpetua. “Si yo hubiera ido con ellos —señala Barry—, ahora estaría en prisión de por vida”.

Afortunadamente, la Biblia transformó la vida de Barry y también puede transformar tu vida. Barry Black llegó a ser el jefe de capellanía de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Y hace unos años fue elegido para ser capellán del Senado del mismo país. Los mensajes de la Biblia que memorizó desde niño no solo lo protegió, sino que dio propósito a su vida.

Según el libro de Salmos, la diferencia entre los justos y los impíos es que los justos meditan en Dios, sus palabras y sus obras, y los impíos meditan en su propia maldad. La mente del ser humano está llena de ideas, costumbres, imágenes, hábitos y formas de pensar. Lo que somos y lo que hacemos es fruto directo de nuestros pensamientos.

A menudo nuestros pensamientos son moldeados por nuestras experiencias, costumbres y creencias, ya sean verdaderas o falsas. Somos influenciados por el medio ambiente, la moda, las opiniones de los hombres y los temores. De ahí la importancia de cambiar nuestra forma de pensar.

Para cambiar nuestra forma de pensar necesitamos cambiar lo que colocamos en la mente. En el Antiguo Testamento, Dios le dijo a su pueblo que debían colocar sus palabras en sus corazones. “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7). Este mandamiento no solo pide que memoricemos intelectualmente las Escrituras, sino que las atesoremos en el corazón.

Conocer las Escrituras de corazón nos fortalece en nuestra lucha contra el pecado y las inclinaciones inmorales de la naturaleza humana. El Señor Jesús conocía las Escrituras de memoria. Por eso, cuando el diablo lo tentó, pudo citar las palabras contenidas en el Antiguo Testamento (ver S. Mateo 4:1-11; Deuteronomio 8:3, 6:16; 6:13).

Los discípulos del Señor Jesús también conocían de memoria las Escrituras. Un ejemplo claro es el mensaje de Pedro en el capítulo 2 del libro de Hechos de los Apóstoles (ver Hechos 2:14-36). También el sermón de Esteban antes de ser apedreado fue dado de memoria (Hechos 7:2-56).

Una propuesta

La razón por la que no hay mayor celo y pasión por las cosas de Dios en el cristianismo moderno es porque no hemos guardado la Palabra de Dios en nuestro corazón. Permíteme hacerte una propuesta: Si deseas un cambio real en tu vida, empieza a memorizarte un versículo de la Biblia diariamente. Verás como tu vida será transformada. Tal vez pienses que es muy difícil, o que no tienes buena memoria. Pero recuerda que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13). Además, al principio te parecerá difícil, pero a medida que la mente se va acostumbrando al rigor de la memorización, notarás que se hará cada vez más fácil. Empieza con un versículo por semana. Luego uno por día. Y después progresarás tanto que podrás memorizar capítulos enteros en una semana o en un día.

Metodología para aprender de corazón la Biblia

La metodología que yo he usado para memorizarme todo el libro de Apocalipsis, los Salmos y extensos pasajes de otros libros de la Biblia es sencilla pero efectiva. Para memorizar la Biblia, debes meditar en la Biblia y “orar” sus palabras. O sea, cada versículo que decides memorizar debe convertirse en una oración.

Antes de empezar a memorizar textos de la Biblia, recuerda este principio: Todas las grandes hazañas de la vida comienzan con un primer paso. Un gran tapiz se teje poco a poco. Una montaña se escala paso a paso. Un capítulo de la Biblia se memoriza versículo por versículo. Puedes empezar con este versículo: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (S. Juan 15:7). Para aprender este versículo yo lo dividiría en frases naturales extraídas del mismo texto. Por ejemplo:

  1. Si permanecéis en mí,
  2. y mis palabras permanecen en vosotros,
  3. pedid todo lo que queréis,
  4. y os será hecho.
  5. S. Juan 15:7

Repite, “si permanecéis en mí” diez veces. Pídele a Dios, “Señor, ayúdame a permanecer en ti. Yo quiero permanecer en ti. No quiero alejarme ni un minuto de tu presencia. Cólmame de tu presencia. Nunca te alejes de mí, ni me permitas a mí alejarme de ti”. Esta es una oración bíblica que le estás haciendo a Dios. Cuando oras de esta manera, las palabras nunca se te olvidarán. Incluso podrás pasar mucho más tiempo en oración sin que se te acaben las palabras.

Luego repite la segunda frase diez veces: “Y mis palabras permanecen en vosotros”. Y nuevamente ora a Dios y dile: “Señor, ayúdame a poner tus palabras en mi corazón para no pecar contra ti. Lléname de tus palabras. Que tus palabras fluyan de mi corazón y pueda compartir con otros tus maravillas. Ayúdame para que tus palabras permanezcan en mí”.

Haz lo mismo con la frase siguiente: “Pedid todo lo que queréis”. Después de repetirla diez veces, puedes orar: “Señor, cumple tu promesa en mi vida. Quiero ser lleno de tu Santo Espíritu. Deseo ser lleno de sabiduría. Bendice a mi familia. Transforma mi alma para que siempre te sirva”.

En este punto puedes pedir “lo que quieras” porque esa es la promesa de Dios y él siempre cumple sus promesas. Yo lo he experimentado en mi propia vida. Dios siempre escucha mis oraciones y me bendice más de lo que merezco. Dios nunca falla. Después repite diez veces la última frase: “Y os será hecho”. Tu petición se cumplirá. Ya es un hecho porque él lo ha prometido. Él dice “y os será hecho”. No dice “tal vez”, o “quizás”. Estas son palabras categóricas: “Os será hecho”.

Finalmente puedes aprender la referencia bíblica: San Juan 15:7. También repítela diez veces hasta que se grabe en tu mente. Es importante cuando hagas este ejercicio se trate de una vivencia real y vívida. Mientras más vívida, más impacto tendrá en tu mente. Usa tu imaginación y contempla las palabras de Dios dentro de tu corazón. Allí permanecerán. No hay quien las saque de tu mente. Dios está contigo. Te sientes feliz porque estás viviendo de acuerdo a la voluntad de Dios y tus oraciones son contestadas.

¿Deseas decirle a Dios en este momento, “Señor, ayúdame para que pueda yo tener tus palabras en mi corazón”? Si haces esa oración, te aseguro que Dios contestará tu oración y transformará tu vida.


El autor es un dirigente cristiano en el noroeste de los Estados Unidos y evangelista de alcance internacional. Escribe para EL CENTINELA desde Portland, Oregón.

El poder transformador de la Biblia

por Ramón Canals
  
Tomado de El Centinela®
de Enero 2013