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La Biblia y las creencias bíblicas tradicionales son presentadas frecuentemente en programas científicos y documentales, en la televisión o en DVD. Muchos creyentes, incluyendo padres, profesores y estudiantes, se ven confundidos por las presentaciones de importantes científicos, arqueólogos e historiadores que cuestionan las explicaciones tradicionales o la validez de ciertas afirmaciones de las Sagradas Escrituras.

Según estos expertos, no existe ningún indicio histórico o arqueológico para Moisés, el éxodo o el cruce del mar Rojo, los israelitas nunca fueron un pueblo esclavo en la tierra de Egipto, y mucho menos conquistaron Canaán. Rechazan a David y Salomón como figuras históricas, y consideran que gran parte del relato bíblico concerniente al tiempo de los jueces y los profetas es solo un elaborado compendio de historias, preparadas por escribas hebreos para establecer el espíritu de la nación judía.

Los nuevos documentales y programas televisivos sobre la Biblia y la historia antigua son presentados en forma vívida, con entrevistas y acción directa que recrean la vida del pasado, proporcionando de esta manera una escena más verosímil que la del relato bíblico. Frecuentemente estas recreaciones desafían la interpretación tradicional de la historia bíblica con nuevas respuestas provocativas, las cuales van dirigidas a sacudir el fundamento de nuestra fe en la fiabilidad del Antiguo Testamento.

Una mirada detallada a estos documentales y programas permite ver que la información que presentan está llena de problemas y fallos. Los padres, profesores y estudiantes deberían observar estos programas con una mente crítica y evaluadora, que considere la ciencia y la Biblia como dos importantes fuentes de información histórica y, al mismo tiempo, reconozca las limitaciones de nuestra capacidad de interpretación.

Debido a la naturaleza de mi trabajo científico, tengo la oportunidad de estudiar el mismo material y observar los mismos o similares descubrimientos que se presentan en la televisión en elaborados documentales. En general compruebo que muchas de las afirmaciones que se hacen delante de la cámara son cuestionables por su parcialidad, la falta de suficientes pruebas o la excesiva influencia de Hollywood en la presentación y el énfasis. Una demostración de estos puntos requeriría la presentación de varios ejemplos de documentales y su evaluación detallada, lo cual está fuera del alcance de esta revista. Sin embargo, me gustaría sugerir a aquellos lectores que creen que su fe en la Biblia se ve amenazada por la información presentada en los medios de comunicación, que presten atención a algunos aspectos significativos de estos documentales.

La ciencia como un dios

La forma en que se presentan los descubrimientos y las interpretaciones científicas sugiere que éstas están muy por encima y son más precisas que las viejas historias de la Biblia. Al mostrar la sofisticada tecnología y metodología utilizadas en estas investigaciones, el espectador tiene la impresión de que los científicos están “excavando” la verdad, convirtiendo así la ciencia en infalible. El espectador debe recordar que la misma tecnología es usada por científicos y arqueólogos con postulados completamente opuestos, y que su utilización no convierte una idea o interpretación en más válida que otra.

Selección de las pruebas

Éste es un sesgo muy frecuente en las presentaciones científicas, especialmente en aquéllas que tocan aspectos relacionados con la historia bíblica. El famoso libro El código Da Vinci es un ejemplo de uso parcial, equivocado y selectivo de indicios históricos y bíblicos, generalmente entremezclados con un énfasis en el descrédito de la Escritura. En los programas televisivos, las pruebas contradictorias con las ideas de los investigadores representados son descartadas o simplemente ignoradas. Este prejuicio no solo se da en referencia a ideas bíblicas, sino también en lo tocante a ideas científicas que no son “populares”. Como ejemplo, mencionaré la predominancia de la idea de la extinción de los dinosaurios por un impacto meteórico, lo cual se presenta no solo como la única idea aceptada por los científicos, sino además como confirmada. Esto está lejos de la realidad, pues no solo hay desacuerdos entre los científicos, sino que además hay muchos detalles que no encajan en el modelo. Pero esos desacuerdos y contradicciones no se presentan en los documentales, los cuales son editados con una selección minuciosa de pruebas.

Selección de las palabras

En los documentales de la televisión se oyen las palabras “hechos”, “pruebas”, “demostrado”, “comprobado”, “científico”, “real”, “realidad”… en las declaraciones de los seleccionados científicos que intervienen. El uso selectivo de un lenguaje de completa afirmación o totalidad confiere un aura de seguridad y veracidad al oyente, que tiende a creer que las ideas asociadas a dicho lenguaje son más verosímiles. Esos mismos científicos suelen menospreciar las ideas alternativas (creacionistas, religiosas, tradicionales o de cualquier tipo que no sea la naturalista) con palabras como “ideas primitivas”, “leyendas”, “mitos”, “pseudocientíficas”, etcétera. Sin embargo, la categorización de las ideas no las convierte en más o menos verosímiles, y el lector de la Escritura debe tener cuidado para no dejarse llevar por quienes le quieren engañar con teorías y argumentos falsos, pues ellos no se apoyan en Cristo, sino en las tradiciones de los hombres y en los poderes que domina este mundo. Es cierto que el mundo académico actual esta dominado por aquellos que cuestionan la veracidad de la Biblia, pero todavía quedan muchos en esos círculos que afirman enfáticamente su fe en la Escritura y que la sostienen con poderosos argumentos.

Predominio del naturalismo

El avance de la ciencia en las últimas décadas ha llevado a muchos eruditos e investigadores a creer que cualquier evento bíblico o hallazgo relacionado con la Escritura ha de ser interpretado dentro de un marco exclusivamente naturalista. Se descarta lo sobrenatural como imposible o innecesario, puesto que hay (o se cree que hay) una “mejor” explicación materialista. Al mismo tiempo, se supone y se deja implícito que las personas educadas o inteligentes no han de creer en lo sobrenatural. Los documentales televisivos y los artículos de las revistas se centran en lo material, natural y potencialmente comprobable por medio de la observación o la experimentación. La acción sobrenatural no se contempla, excepto para asociarla con el oscurantismo de la Edad Media en Europa.

Interpretaciones extrañas de la Biblia

La Biblia no es un libro de texto, ni un compendio de historia, ni un libro con exhaustivas y detalladas explicaciones científicas. Los eventos que se presentan allí no son generalmente explicados en un marco de causa-efecto, al que estamos acostumbrados en la vida diaria o en el trabajo científico. El escritor bíblico asume que Dios está en control y conoce las causas.

Un ejemplo bien conocido es el de las plagas en Egipto, las cuales son producidas milagrosamente por Dios, pero que se basan en agentes y procesos naturales. El creyente bíblico señala que Dios produjo los milagros (plagas) utilizando los “materiales” naturales y las leyes de la física y la química, de una manera que nosotros los humanos no podemos. Los documentales televisivos generalmente presentan estas plagas como el simple resultado de los agentes de la naturaleza y de la exageración del escritor. Con frecuencia se entrevista a ciertos investigadores que presentan las “avanzadas” ideas con frases como “tradicionalmente los investigadores creían que… pero ahora los eruditos están seguros de…”, y esto sin haber presentado la idea tradicional de una forma equilibrada y clara. De nuevo el lector cristiano debe ejercer su espíritu crítico y separar la paja del grano.

Los creyentes no deben sentir que su fe se ve amenazada por las presentaciones, programas o documentales científicos en los medios de comunicación. Hay abundante evidencia y pruebas que testifican de la validez de la historia bíblica, pero esto no se muestra en la pantalla ni en la prensa. Sin embargo, un ojo crítico y una mente entrenada en la Biblia es capaz, muchas veces, de distinguir entre la verdad y el error.


El autor es investigador del Geoscience Research Institute en Loma Linda, California.

La Biblia, la ciencia y la televisión

por Raúl Esperante
  
Tomado de El Centinela®
de Agosto 2009