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La ciencia informa cuánto ayuda la religión en la labor de un padre

Muchos de los grandes problemas sociales de la actualidad se solucionarían si los padres cumplieran con su responsabilidad. Aunque los desafíos que vive la juventud a veces escapan de las manos de los adultos, la influencia de un buen padre es una de las armas más poderosas con la que cuenta nuestra sociedad para la estabilidad emocional, psicológica, social y espiritual de nuestros niños y jóvenes. ¿Muestra la ciencia la verdad de tal declaración? No solamente muestra la importancia de la función del padre en la vida de sus hijos, sino que demuestra y ratifica que el padre cristiano ejerce una influencia especialmente positiva.

La salud emocional y el padre

Cuando el padre está presente en el hogar, los niños generalmente tienen una mejor situación económica y emocional. Además, les va mejor en la escuela y crecen más fuertes, tanto física como espiritualmente. La fe cristiana hace que el padre se identifique con ideales de bondad y de responsabilidad que hacen casi imposible que no se comprometa con sus hijos. El padre cristiano generalmente pasa más tiempo hablando con sus hijos cara a cara, participa más en las actividades de sus hijos jóvenes, y es más probable que cene con su familia que aquellos padres que no tienen una orientación religiosa.1

También se ha encontrado que el padre que tiene fe en Dios tiende a ser más responsable con su familia y a enseñar a sus hijos que el matrimonio es sagrado y moralmente deseable. Para el padre creyente, la crianza de sus hijos también es un cometido santo.

Si el padre, como figura masculina del hogar, es una persona cristiana, la evidencia científica señala los siguientes beneficios en el hogar:

  1. El padre cristiano es fiel a su pareja. No tiene “aventuras” fuera del matrimonio, y por lo tanto no contamina a su esposa con enfermedades de transmisión sexual.
  2. Se mantiene comprometido con su familia aun en tiempos de dificultad, y participa activamente en la vida de sus hijos.
  3. Tiende a ser un padre cariñoso y amante. Practica la bondad y la ternura en su relación con sus hijos y es raro que se exceda en el castigo físico de sus hijos.
  4. Cuida de sus hijos aunque éstos tengan problemas mentales o físicos.
  5. Evita prácticas que puedan afectar a su familia, tales como el uso de drogas, la delincuencia, la violencia, el abuso infantil, la pornografía, los juegos de azar y cualquier otro tipo de conducta perniciosa.2

Cuanto más frecuentemente asiste el padre a la iglesia, más incómodo se muestra cuando se entera de que sus hijos practican sexo, usan drogas, beben alcohol, se meten en peleas o faltan a la escuela. ¿Por qué? Porque aman a sus hijos y desean lo mejor para ellos. Estas expectativas estimulan a sus niños a buscar lo mejor en su vidas y promueven la excelencia educativa.3

La Iglesia y un buen padre

Repetimos la pregunta inicial: ¿tiene la religión cristiana un efecto positivo sobre los padres? A todas luces, sí. Podemos decir con confianza que la institución que Dios creó, su iglesia, es una de las mejores agencias para crear un buen padre. El investigador social Bradford Wilcox4 encontró que el padre que asiste en forma regular a la iglesia invierte más tiempo en diálogo directo con sus hijos respecto del padre que no asiste al templo. Esta relación de padre e hijo aumenta la intimidad emocional y le brinda al hijo/a un sentido de seguridad y afecto.

¿No son éstas buenas nuevas? El poder del Espíritu Santo en el corazón del padre hace que éste se asemeje a su Padre celestial. Los investigadores se sorprenden del poder que la iglesia tiene sobre la familia. Amato5 señaló que “la figura del padre es tan importante como la figura de la madre en predecir resultados positivos en los niños a largo alcance”, y Becker lo apoya cuando afirma que “la influencia del padre en la conducta de sus hijos es igual a la de la madre”.6

¿Qué le ofrece la iglesia al padre que quiere educar bien a su hijo?

En primer lugar, le ofrece participación. Cuando el padre participa en las actividades que la iglesia le ofrece, cambia sus conductas y valores negativos por las enseñanzas de la Biblia. Estas enseñanzas, que recalcan el valor de la familia, crean un pegamento inseparable entre el padre y sus hijos, y entre los esposos.

En segundo lugar, la iglesia le ofrece al padre servicios religiosos, programas educativos y actividades sociales. Todo esto hace que el padre invierta más tiempo con su familia y sus hijos.

En tercer lugar, la iglesia confirma la función del padre: le ofrece respuestas sobre cómo guiar a su familia y le provee límites morales de conductas.

Por último, la iglesia provee al padre otras herramientas poderosas para lidiar con el estrés y los hechos negativos de la vida. La oración, la lectura de la Biblia, la asistencia a la iglesia y el hecho de que otros oren por él, le da al progenitor la seguridad de que Dios está en el control de su vida y de que tiene el apoyo de la iglesia en medio de las crisis.7

Según concluyen Pearce y Axinn, “la participación religiosa moldea la conducta y los valores del padre”.8 El padre a su vez transmite sus valores religiosos a sus hijos, lo que en sociología se conoce como habitus. Por lo tanto, la religión le da al padre energía para tener un mayor compromiso con su esposa e hijos. Esta energía difícilmente podría encontrarse en otra institución social, gubernamental o política.

Hijos de padres cristianos

Los hijos de padres cristianos han señalado que tienen una mayor conexión afectiva con sus padres, se llevan bien, se sienten amados y mantienen una relación honesta con ellos. Se ha encontrado también que, en una gran mayoría, los jóvenes cristianos rechazan vicios como fumar, ingerir bebidas alcohólicas, ver películas pornográficas y practicar el sexo prematrimonial. Generalmente tienen un mejor rendimiento escolar, invierten más tiempo en los estudios, no faltan a clases y se gradúan en mayor proporción que los que no son cristianos.9

La investigación ha encontrado también que el padre cristiano tiene una capacidad igual a la de la madre para amar y cuidar a sus hijos. El amor de un padre creyente genera hijos con un buen desarrollo mental, académico e intelectual. Los hijos de este tipo de padre obtienen mayores logros en la vida; por otra parte, están más protegidos de cometer actos delictivos que no sólo afectarían su niñez y adolescencia sino el resto de sus vidas.10

El hecho de mostrarse accesible al hijo/a en todo momento, de ocuparse responsablemente de sus necesidades físicas, psicológicas y espirituales, hace de un padre cristiano un arma social de un poder inigualable. Protege al hijo/a de los peligros del mundo y lo prepara para alcanzar el reino de los cielos 11

La Biblia y el padre

En la Biblia se presenta al padre como el sacerdote del hogar. Tiene la responsabilidad, juntamente con su esposa, de guiar a sus hijos a Dios. “Yo lo he conocido [dice Dios de Abraham] y sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí” (Génesis 18:19). Debemos enseñar a nuestros hijos la senda correcta de la Palabra de Dios. Aunque el mundo desdeñe y ridiculice a Dios y a su Palabra, precisamente esto es lo que asegurará una buena crianza en el hogar y la felicidad de nuestros hijos. El padre ha sido llamado por Dios a ser ejemplo para sus hijos, tanto por la palabra como por la conducta. Debe saber combinar la autoridad, la bondad y la simpatía con la reprensión.

Si usted, apreciado lector, es un padre con hijos pequeños o jóvenes, dedíqueles tiempo. Cultive su amistad. Sea alegre en el hogar. Estudie la Palabra de Dios con ellos cada día y ore por ellos y con ellos. El culto diario atraerá a sus hijos al seno familiar como ninguna otra actividad. Ofrézcaselos a Dios cada mañana como ofrenda delante de su altar y ore por ellos y por la protección divina en sus vidas.

Sea cortés con su esposa, la madre de sus hijos. Sea su mano derecha en el hogar, abrácela delante de sus hijos y ofrézcale palabras amables que exalten su valor como mujer. Sus hijos harán lo mismo con sus esposas.

Sé por experiencia que a veces nos sentimos cansados, y pareciera que lo que les hemos enseñado de la Palabra de Dios se escurre entre los dedos. Tengamos ánimo. Tengamos fe. La divina Trinidad está de nuestro lado, “y si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8: 31).

1 Wilcox, W. B. (2002). Religion, convention, and parental involvement. Journal of Marriage and Family, 64:780-792.2Dollahite, D.C. (1999). Faithful fathering: How religion fosters responsible and meaningful father involvement. Invited paper given to the World Congress of families II. Geneva, Switzerland, November 16, 1999. 3Caputo, R. K. (2004). Parent religiosity, family processes, and adolescent outcomes. Families in Society, 85: 495-510. 4Ibíd.,Wilcox, W. B. (2002). 5Amato, P. R. (1998). More than Money? Men´s contributions to their children´s lives. In A. Booth & A. Crouter (Eds.), Men in Families, pp. 241-278). Mahwah, N. J.: Erlbaum. 6Becker, W. C. (1960). The relationship of factors in parental ratings of self and each other to the behavior of kindergarten children as rated by mothers, fathers, and teachers. Journal of Consulting Psychology, 24: 507-527. 7Ellison, C. G. & George, L. K. (1994). Religious involvement, social ties, and social support in a southeastern community. Journal for the Scientific Study of Religion, 33:46-61. 8Pearce, L. D. y W. G. Axinn (1998). The impact of family religious life on the quality of mother-child relations: American Sociological Association Review, 63: 810-828. 9Smith, C. (2003). Theorizing religious effects amont American adolescents. Journal for the Scientific Study of Religion, 42: 17-30. 10Rohner, R. P. (2001). Parental acceptance and rejection bibliography [On line] http://vm.uconn.edu/~rohner/CSPARBI.html 11Amato, P. R. y Gilbreth, P. R. (1999). Nonresident fathers and children´s well-being: A meta-analysis. Journal of Marriage and the Family, 61:557-574.


El autor es doctor en Psicología y autor de varios libros y artículos.

Ser padre

por Héctor Detrés
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2007