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“No leas la Biblia porque te vas a confundir. Tú no estás preparado para leer ese libro. Sólo los sacerdotes y las personas autorizadas pueden leer y entender la Biblia”. Estas fueron las palabras de mi madrastra cuando yo era un adolescente, y empecé de todos modos a leer la Biblia que ella tenía guardada en su ropero. Pasaron varios años hasta que yo volviera a estudiar y aprender a amar las Sagradas Escrituras.

Al volverla a leer pude darme cuenta cuán equivocada estaba mi madrastra. No hay mayor bendición que la de conocer la Santa Palabra de Dios desde la niñez. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo: “Que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. Luego añadió: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:15-17). Leer y comprender la Biblia trae una gran bendición al alma.

El etíope eunuco, funcionario de Candace, viajaba de regreso a su patria e iba leyendo las Sagradas Escrituras, pero tuvo un problema. Cuando Felipe el evangelista se le acercó y le preguntó: “¿Entiendes lo que lees?”, la respuesta del etíope fue: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” (Hechos 8:30, 31). No sabía cómo leer y ser bendecido por el estudio de la Palabra de Dios. Hoy día hay muchas personas que tienen una o varias Biblias en su casa, pero, como el etíope eunuco, no saben cómo estudiarla para entenderla.

¿Qué principios y qué métodos debemos tener en cuenta al estudiar las Escrituras con el propósito de captar y aprovechar su mensaje? En este artículo compartiré con usted algunos principios que lo ayudarán a sacar el mejor provecho del estudio de las Sagradas Escrituras. Después se sugerirán algunos métodos para estudiar la Biblia.

Principios para el estudio de la Biblia

En primer lugar, es necesario que aceptemos que toda la Escritura es inspirada por Dios a través de la obra del Espíritu Santo. Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el espíritu humilde de un principiante que desea escuchar lo que ella dice. Un enfoque de este tipo nos conducirá a la experiencia de la salvación, que es el propósito de la Palabra de Dios. Así lo afirmó el apóstol Juan cuando dijo: “Éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (S. Juan 20:31).

Para “escudriñar las Escrituras”, como dijo el Señor (S. Juan 5:39), es necesario ir con la mente abierta, con un sincero deseo de descubrir y obedecer la voluntad de Dios, no buscando apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.

Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando. Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros.

Al estudiar las Escrituras, podemos descubrir que hay dos temas básicos relacionados entre sí, que corren a través de todas sus páginas: El primero es la persona y la obra de Jesucristo. El segundo es la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.

Otro principio fundamental es que la Biblia es su propio intérprete, y que el significado de las palabras y los pasajes se determina mejor al comparar diligentemente texto con texto.

Al estudiar un pasaje de la Biblia, es indispensable estudiar su contexto, relacionándolo con las oraciones y los párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las ideas del texto con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está estudiando, así como con la enseñanza total de las Escrituras. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aunque quizá el autor bíblico haya querido decir otra cosa. Por esto es muy importante analizar lo que el mismo autor ha dicho antes o después; primero en el mismo pasaje o libro y luego en otros libros de su misma autoría (en el caso de Pablo, Lucas y Pedro, entre otros).

Tome en cuenta el recurso literario que está usando el autor. En la Biblia hay parábolas, proverbios, alegorías y profecías apocalípticas. Hay también prosa y poesía, lenguaje literal y figurado. Los pasajes que emplean lenguaje figurado o simbólico no deben ser interpretados de la misma manera que los que emplean lenguaje literal.

Los estudiosos serios toman nota de la gramática y del orden de la oración para descubrir el significado que el autor bíblico quiso darle. Se pueden estudiar las palabras clave del pasaje comparando su uso en otras partes de la Biblia por medio de una concordancia y con la ayuda de léxicos y diccionarios bíblicos.

En conexión con el estudio del texto bíblico, se pueden explorar los factores históricos y culturales. La arqueología, la antropología y la historia pueden contribuir a entender el significado del texto. Tanto como sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el pasaje bajo la dirección del Espíritu Santo.

Al leer los textos sagrados, usted se va a encontrar con personajes que lo inspiran y animan. Sin embargo, tenga cuidado de aceptar o usar como modelos las acciones de seres humanos falibles, como los que se registran en la Biblia. Recuerde que el espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el ideal divino. El único modelo seguro para imitar es la persona de nuestro Señor Jesucristo. Bien lo dijo San Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1). Una vez considerados estos principios, es conveniente analizar algunos métodos para estudiar las Sagradas Escrituras.

Métodos para estudiar la Biblia

Es triste admitir que la gran mayoría de los que estudiamos la Palabra de Dios lo hacemos en una forma raquítica y superficial, muchas veces por falta de conocimiento de métodos adecuados. A continuación sugerimos algunos.

Método sintético. Sintetizar es ver una cosa como un todo en forma compuesta, juntando todas sus partes. Es lo contrario de análizar, que significa separar sus partes. El método sintético trata de captar la idea general de un libro o porción de las Escrituras. Le sugerimos que para empezar, lo haga leyendo libros pequeños como Ruth, Esther, Jonás, o epístolas cortas como las de Pablo a los Filipenses, Colosenses, Tesalonicenses, Tito o Filemón.

Para cumplir con este propósito, es necesario leer repetidas veces el libro en estudio. La primera lectura se hace sin interrupciones para descubrir el tema general del libro. La segunda lectura es para descubrir el plan lógico del autor a través de su obra. Se debe prestar atención a los cambios de tema, de persona o de estilo literario, y resumir el contenido de cada sección. Muchas versiones de la Biblia ya hacen esto por medio de subtítulos; decida si concuerda con tal descripción o escriba la suya propia. En otra lectura posterior puede construir un bosquejo de todo el libro basado en cada sección. Luego puede agrupar cada sección pequeña en secciones más grandes de acuerdo a los temas encontrados en el libro, tratando de sintetizar el contenido de cada división. Una vez hecho esto, usted tendrá una idea bien clara del libro y estará listo para pasar a otros métodos de estudio.

Otros métodos de estudio. Entre los diversos métodos para estudiar la Biblia, mencionaremos sólo algunos:

  • De versículo por versículo.
  • Por palabras (fe, salvación, amor, pecado, etc.).
  • Biográfico (Abraham, José, Moisés, David, Pedro, Pablo, etc.).
  • Temático (Dios, Cristo, la segunda venida de Cristo, el sábado, eventos finales y otros).
  • Histórico-geográfico: Estudiar el libro o el personaje dentro del contexto histórico y geográfico de la época en que vivió (El éxodo, la conquista de Canaán, la monarquía hebrea, la deportación a Babilonia, el retorno a Palestina, la época de Cristo, la época de Pablo, etc.).

Para estos métodos, es muy útil conseguir una concordancia de la Biblia y un diccionario bíblico, que nos ayuden a encontrar los pasajes donde se mencionan las palabras o personajes.

Si después de estudiar las Escrituras desea profundizarse más, le recomendamos recurrir a diferentes comentarios bíblicos, diccionarios teológicos y otros libros especializados. Esto lo ayudará a ver cómo otros han abordado el pasaje. Después evalúe cuidadosamente, mediante una lectura de la Escritura como un todo, los diferentes criterios expresados.

Todos los métodos anteriores tienen el propósito de ayudarnos a conocer mejor la Biblia y sobre todo a Dios, quien es la Persona central de las Escrituras.

Hemos dejado para el final el método que lo ayudará a integrar la Palabra de Dios en su vida.

El método devocional. El objetivo final del estudio de la Palabra de Dios es conducirnos a una experiencia personal con el Creador, porque como lo dijo el Señor: “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (S. Juan 17:3).

Para llegar a esta experiencia, es bueno que intente expresar con sus propias palabras el pasaje o tema estudiado. Después haga preguntas tales como: ¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios quiere transmitirme a través de las Escrituras? ¿Qué significado tiene este texto para mí? ¿Cómo se aplica a mi situación y circunstancias hoy? Reconozca que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, también contienen principios eternos aplicables a cada edad y cultura.

Finalmente, haga una decisión clara de qué es lo que va hacer para aplicar o poner en práctica las verdades o lecciones obtenidas. Haga planes concretos de cómo y cuándo va a empezar a practicar esas decisiones tomadas. No olvide pedir la ayuda del Espíritu Santo para cumplir con esas decisiones. Recuerde lo que dijo el Señor: “Separados de mí nada podéis hacer” (S. Juan 15:5).

Que su experiencia sea como la del profeta Jeremías que exclamó: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías. 15:16).

Que Dios lo bendiga y lo llene de gozo al estudiar su Santa Palabra.

Para usted que quiere entender la Biblia

por Armando Juárez
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2008