¿Alguna vez has recibido una noticia tan extraordinaria que no puedes guardarla solo para ti? ¿Es algo tan bueno que deseas compartir lo que te ha sucedido con todo el mundo? A mí me ha sucedido. Y a los pastores de ovejas en las colinas de Belén les sucedió en gran manera.
¡Solo el Cielo podía elegir pastores para que fueran los primeros testigos de las buenas nuevas! Que Dios escogiera a los pobres y a los humildes es un tema que Lucas destaca desde el mismo comienzo de su evangelio (ver S. Lucas 1:52, 53). En el primer siglo de nuestra era había dos grupos de personas a las que no se les permitía ser testigos en una corte legal: los pastores y las mujeres. Es interesante que Lucas menciona que los primeros testigos del nacimiento de Jesús fueron pastores, y que los primeros testigos de su resurrección fueron mujeres (S. Lucas 24:1-12). Dios se revela a los más necesitados, a los que están en el último lugar, a los menos favorecidos, a los que buscan algo nuevo; se revela a los que somos indignos de su presencia, porque lo único que nos recomienda ante Dios es nuestra necesidad.
Mientras los pastores vigilaban sus rebaños durante la noche (S. Lucas 2:8), en la misma región donde mil años antes otro joven pastor de nombre David vigilaba los rebaños de su padre, un ángel del Señor apareció de repente ante ellos. El ángel trajo las mejores noticias que oídos humanos pudieran escuchar, pero los pastores no lo sabían, y “tuvieron gran temor” (vers. 9). Muchas veces respondemos con temor a una situación que no entendemos. En este caso, el texto original nos dice que experimentaron un mega temor (la palabra griega para “gran” es mega, y para “temor” es fobos, de donde proviene la palabra fobia). Seguramente conoces ese sentimiento, ¿verdad? Ves o escuchas algo que te produce gran temor; se te hace un nudo en el estómago, y tu mente comienza a volar sin control. Algo que llega inesperadamente nos asusta. Todos hemos experimentado ese mega temor alguna vez, ¿verdad? Pero en este caso, el ángel les explicará el plan de Dios y los invitará a cambiar su mega temor por ¡MEGA GOZO!
El ángel les explicó el propósito de su visita, y al hacerlo pronunció algunas de las palabras más asombrosas registradas en toda la Biblia: “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (vers. 10, 11).
En otras palabras: “¡Aleluya! ¡El tiempo ha llegado!” A causa de que los pastores habían sentido un mega temor, el ángel comienza su anuncio diciéndoles: “No temáis”. Esta es la exhortación más común en toda la Biblia. Dios siempre está enviándonos este mensaje: “No temáis”. Somos gente muy temerosa; por eso él siempre nos está recordando que está presente, entre nosotros. El ángel continúa diciendo: He aquí os doy buenas nuevas. ¡Nunca ha habido nada como esto! ¡Cambien su mega temor por un mega gozo!” Y estas “buenas nuevas” son “para todo el pueblo” (vers. 10, énfasis agregado). Este nacimiento en la ciudad de David (como había sido predicho en la profecía) es para ustedes: “Os ha nacido” (vers. 11). ¡Sí, para ustedes, aunque no lo crean! No es solo para los intelectuales, para los que creen saberlo todo, para los de posición elevada, para los teólogos, para los judíos. No, ¡es para ustedes los pastores de ovejas, los marginados, los que están en la periferia de la sociedad! También es para ti, querido lector, y para mí. ¡Un Salvador nos ha nacido a nosotros!
“Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (vers. 11). Sí, él es el ungido, el Mesías, ¡nuestro Salvador!
Nosotros podemos experimentar también lo que los pastores experimentaron. Este anuncio fue solo el comienzo de las buenas nuevas de mega gozo. Jesús nació para dar su vida por nosotros, y cumplió su misión cuando murió en la cruz (S. Lucas 23) y resucitó al tercer día (S. Lucas 24). Todo aquel que cree en él puede tener paz con Dios ahora mismo, en este mismo momento. Si lo aceptas como tu Salvador, te dará la paz de su presencia, el perdón de tus pecados y la seguridad de vida eterna. Esa es la razón por la que él nació en aquella noche extraordinaria. ¡Apresúrate hoy mismo para acercarte a los pies de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo! únete conmigo y con los pastores alabando a Dios por lo que ha hecho en nuestro beneficio. ¡Cambia tu mega temor por un MEGA GOZO! ¡El mismo Salvador viene pronto por nosotros!
Se oye un canto en alta esfera*
Se oye un canto en alta esfera. "En los cielos gloria a Dios;
al mortal paz en la tierra", canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos al eterno Rey, cantemos
a Jesús, a nuestro Bien, con el coro de Belén.
Canta la celeste voz: "¡En los cielos gloria a Dios!"
El Señor de los señores, el Ungido celestial,
a salvar los pecadores vino al seno virginal.
¡Gloria al Verbo encarnado, en humanidad velado!
¡Gloria al Santo de Israel, cuyo nombre es Emanuel!
Canta la celeste voz: "¡En los cielos gloria a Dios!"
Príncipe de paz eterna, ¡gloria a ti, Señor Jesús!
Pues al dar tu vida entera tú nos traes vida y luz.
Has tu majestad dejado, y buscarnos te has dignado;
para darnos el vivir a la muerte quieres ir.
Canta la celeste voz: "¡En los cielos gloria a Dios!"
—Charles Wesley, reformador británico y compositor de himnos (1739).
(Himnario adventista del séptimo día, edición 2010, #79).
La autora es directora del ministerio Jesus101.tv. Este artículo está basado en parte de su libro: Lucas: Salvación para todos, publicado por Pacific Press.