El Salmo del Pastor
Jehová es mi pastor, nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa de Jehová moraré por largos días (Salmo 23).
El Salmo 23 es uno de los textos más alentadores de la Biblia. Su profundo contenido nos ayuda a recordar las grandes promesas de Dios a sus hijos, y la manera en la que podemos enfrentar las adversidades.
Jehová es mi pastor
El salmista hace una afirmación reveladora: no estamos solos en este mundo agobiado por una pandemia que casi ha acabado con nuestras ilusiones y esperanzas. Tenemos a un Pastor que conduce nuestras vidas. Hay un rumbo que él conoce. Hay propósito que alcanzar. Nuestras vidas tienen un objetivo, no son accidentes biológicos. Si nos dejamos guiar, él nos llevará a puerto seguro.
Nada me faltará
El Señor satisface todas nuestras necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales. El problema es que muchas veces consideramos indispensable aquello que no lo es. Innumerables anuncios publicitarios nos inducen a pensar que para sentirnos dichosos necesitamos esto o aquello. Pero la principal necesidad del ser humano es encontrarse con Dios. De ahí en adelante, todo lo bueno y útil se puede integrar: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (S. Mateo 6:33).
En lugares de delicados pastos me hará descansar
Dios nos alimenta con lo mejor de este mundo: los delicados pastos de su Palabra. Así nos ayuda a disfrutar de sus enseñanzas. En un mundo sumido en la inseguridad y los vaivenes políticos, su Palabra nos brinda serenidad para disfrutar los espacios de felicidad que el Señor nos da.
Junto a aguas de reposo me pastoreará
Solo por medio de la Palabra divina podemos encontrar verdadero reposo y paz. Solo él puede saciar nuestra sed existencial. Todo ser humano tiene “sed de Dios” (Salmo 42:2). Por eso ha de ir a la fuente correcta: “Cualquiera que beba de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (S. Juan 4:13, 14). Nada en este mundo nos concede algo semejante.
Confortará mi alma
El Señor entiende nuestros problemas. Sabe que a veces nos sentimos aturdidos y tentados a claudicar ante las adversidades. Por eso nos dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). Dios nos ayuda a encontrar soluciones prácticas ante cualquier dificultad.
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre
Dios no conduce a sus hijos al pecado. Tampoco intenta hacerles daño. Más bien, los conduce por la senda de la justicia, los caminos de la rectitud y la misericordia. No obstante, de vez en cuando aparece un lobo, un ladrón o un salteador que intenta lastimar al pueblo de Dios, incluso con el argumento de hablar con la supuesta autoridad de la Biblia, tratando de “hurtar y matar y destruir” (S. Juan 10:10). Esos son los que desvirtúan la fe, presentándola bajo esquemas extremistas e intransigentes. Ante esta situación, la mejor defensa la da el propio Jesús: “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (S. Juan 10:4, 5).
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno
No todo en la vida es color de rosa. Quisiéramos que fuera diferente, pero no es así. Hay momentos en los que tenemos que pasar por el “valle de sombra de muerte”. Durante esta pandemia hemos visto cómo han fallecido amigos y familiares, además de los devastadores efectos para la economía de millones de familias. Sin embargo, aun ante los escenarios más desfavorables la Biblia nos invita a no dejarnos atrapar por el miedo: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).
Porque tú estarás conmigo
La presencia de Dios es garantía de bienestar y seguridad para el ser humano. Por eso Moisés le dijo a Dios: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (éxodo 33:15). Más tarde el apóstol Pablo reconoció: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). El propio Jesús prometió que no nos abandonaría sino que estaría con nosotros en todo momento (S. Mateo 28:20).
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento
El Señor nos da la fortaleza que necesitamos. él “es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1). Ante tantas noticias pesimistas es fácil desanimarse, de ahí la necesidad de contar con un apoyo firme: “Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (Salmo 18:2).
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores
En la antigüedad, la participación en una comida o cena era un acto de reconciliación. Dicha práctica sobrevivió en el cristianismo mediante el servicio de comunión o la Santa Cena, un rito en el que Dios nos invita a reconciliarnos con él. El Salmo 23 nos recuerda que el perdón y la reconciliación están al alcance de todas las personas. No es necesario vivir con resentimientos.
Unges mi cabeza con aceite
En Oriente Medio era común ungir con aceite la cabeza de los invitados antes de entrar en un banquete (Amós 6:6; S. Lucas 7:46).1 El Señor nos ha dejado la mejor provisión para prepararnos para su regreso: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (S. Juan 14:16, 17). El Espíritu Santo nos guía a la verdad (S. Juan 16:13).
Mi copa está rebosando
En los banquetes del antiguo Oriente Próximo, los invitados al banquete eran recibidos con una copa llena de bebida.2 Era señal de una alegre bienvenida. Asimismo, el Señor nos espera para darnos una dichosa bienvenida en las mansiones celestiales. Mientras tanto, podemos disfrutar del ambiente celestial aquí y ahora, degustando las bendiciones que Dios derrama cada día sobre nosotros.
El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida
Dios nos ayuda a adoptar una actitud positiva antes las circunstancias de la vida en vez de abandonarnos a la desesperanza. La fe marca la diferencia en la vida de los creyentes. Nos asegura que tenemos un futuro extraordinario, caracterizado por “el bien y la misericordia”.
En la casa de Jehová moraré por largos días
He aquí la gran promesa que Jesús nos ha dejado: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (S. Juan 14:1-3). Jesús volverá muy pronto para llevarnos a morar a nuestro verdadero hogar, donde viviremos durante largos días.
1. C. A. Briggs & E. G. Briggs, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Psalms (New York: C. Scribner’s Sons, 1906-1907), p. 210.
2. Ibíd.
El autor es vicepresidente editorial de GEMA Editores. Escribe desde la Ciudad de México.