La gratitud es un sentimiento de agradecimiento y alegría que surge como respuesta al reconocer que uno ha sido beneficiado, ya sea en forma tangible por alguien o por un momento de felicidad evocado a causa de una belleza natural. La palabra “gratitud” se deriva del latín gratia, que significa “gracia”, “graciosamente”, o “gratitud”. Todos los derivados de esta raíz latina “tienen que ver con la bondad, la generosidad, los dones, la belleza del dar y recibir, o conseguir algo a cambio de nada”.1 La gratitud proviene de la percepción de que uno se ha beneficiado debido a las acciones de otra persona. Hay un reconocimiento de que uno ha recibido un regalo, y apreciación y reconocimiento del valor de ese regalo. Sería inusual decir que uno está agradecido consigo mismo.2
Uno de los mayores especialistas sobre el tema es Robert Emmons, profesor de la Universidad de California, quien definió la noble virtud de la gratitud como “un sentimiento de asombro, agradecimiento y aprecio por la vida”. También declaró:
La gratitud tiene un doble significado: mundano y trascendente. En su sentido mundano, la gratitud es un sentimiento que se produce en los intercambios interpersonales cuando una persona reconoce haber recibir un beneficio valioso de otra. En tanto que el significado trascendente de la gratitud es el reconocimiento de estar conectados con algo superior. Este núcleo espiritual de gratitud es en esencia el verdadero agradecimiento; su objetivo final es reflejar la bondad que uno ha recibido, el hecho de que uno vive gracias a los otros. Este es el auténtico sentido de la gratitud, el que lleva a experimentar las situaciones de la vida de forma tal que suscita en ellas una apertura para comprometerse con el mundo a compartir y aumentar la bondad que se ha recibido. Es el sentimiento de conexión con la humanidad que emerge de un sentido de asombro y alegría al participar en una intrincada red de existencia”.3
Sin embargo, a pesar de todas sus excelencias, la gratitud tiene un punto frágil o débil, que suele sobrevenir con el transcurso del tiempo: el peligro del olvido. Para conservar este benéfico sentimiento es necesario sostener la voluntad de no permitir que el tiempo borre esas huellas gratificantes y dulces. Por eso el salmista aconseja: “No olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). El Salmo 103 enumera una cantidad de regalos que recibimos de Dios. Algunos de ellos son: “Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (vers. 3-5). La lista continúa con otros favores que nos concede el Todopoderoso. En retribución, solo nos pide que “no olvidemos”, que conservemos la memoria de los bienes divinos y humanos. Ese saber nos da alegría presente y seguridad futura. Parafraseando a Elena G. de White, podemos decir: “No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido en el pasado”.4
Beneficios de la gratitud
Las investigaciones revelan que la gratitud presenta por lo menos siete importantes beneficios:
- Mejora las relaciones. En una investigación experimental se demostró que quienes eran más agradecidos tenían mayor cantidad de amigos y generaban vínculos más saludables con sus pares.
- Incrementa la salud física. Otra investigación descubrió que las personas agradecidas informaban sentirse mejor, sufrían menos dolores que otras personas y eran más propensas a cuidar su salud, haciendo ejercicios con más frecuencia y realizando chequeos médicos regulares, lo que contribuye a mayor longevidad.
- Promueve la salud mental. Un estudio examinó las relaciones entre la depresión, la autoestima y el bienestar con respecto a la gratitud en un grupo de 235 estudiantes universitarios. Los resultados mostraron que los agradecidos exhibían menor grado de depresión, presentaban mejor autoestima y experimentaban un mayor bienestar. También se encontró que la gratitud reduce las emociones tóxicas como la envidia, el resentimiento, la frustración y el remordimiento.
- Mejora la capacidad empática. Las personas agradecidas son más propensas a comportarse de manera prosocial, aun cuando otros se comporten de forma hostil. Se estudió un grupo de 566 adolescentes desde la escuela intermedia hasta la secundaria, durante cuatro años. Se encontró que cuanto más agradecidos, eran más sociables. Asimismo, el aumento de la gratitud predijo el apoyo de la familia, la confianza, la autorregulación y la empatía.5
- Ayuda a lograr un mejor descanso nocturno. En un estudio realizado con estudiantes universitarios que tenían problemas para conciliar el sueño, se les sugirió dedicar quince minutos a escribir un diario con los agradecimientos del día antes de dormir. Encontraron que esa actividad redujo las preocupaciones previo al sueño y los ayudó a descansar mucho mejor.
- Permite a los atletas valorarse más y lograr mejores resultados. Después de seis meses, los resultados mostraron que los atletas con mayores niveles de gratitud aumentaron su autoestima y obtuvieron mejores resultados atléticos.
- Ayuda a ser más resiliente. Se descubrió que la gratitud tiene una función protectora contra la transmisión intergeneracional de los síntomas depresivos. Los resultados de 273 jóvenes que fueron criados por familias caracterizadas por altos niveles de afecto depresivo de los padres encontraron solo dos predictores potentes de menor depresión: los sentimientos de paz o armonía y la experiencia de gratitud.6
¿Entonces, en qué medida eres agradecido? Evalúa tu nivel de gratitud completando la prueba en la página 28 de esta revista.
LA GRATITUD EN LA PRÁCTICA
Agradece todos los favores.
Escribe un diario de gratitud.
Envía cartas de gratitud.
Haz visitas para agradecer.
Cada día antes de acostarte, escribe las bendiciones recibidas en ese día por las cuales te sientas muy agradecido.
1. R. Prouyser, F. Gander, S. Wellenzohn, y W. Ruch, “Positive psychology interventions in people aged 50–79 years: long-term effects of placebo-controlled online interventions on well-being and depression”, Aging & Mental Health, 2014, 18/8: 69. DOI: 10.1080/13607863.2014.899978.
2. C. Peterson y M. Seligman, Caracter Strengths and Virtues. A Handbook and Classification (Washington: American Psychological Association, 2004), p. 554.
3. M. E. McCullough, R. A. Emmons y J. Tsang, “The Grateful Disposition: A Conceptual and Empirical Topography”, Journal of Personality and Social Psychology, 2002, 82/11: 112-127.
4. Elena G. de White, Eventos de los últimos días (Miami, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2009), p. 64.
5. G. Bono, et. al., “Gratitude’s role in adolescent antisocial and prosocial behavior: A 4-year longitudinal investigation”, The Journal of Positive Psychology, 2017, DOI: 10.1080/17439760.2017.1402078.
6. K. Rounding, K. Hart, S. Hibbard y M. Carroll, “Emotional Resilience in Young Adults Who Were Reared by Depressed Parents: The Moderating Effects of Offspring Religiosity/ Spirituality”, Journal of Spirituality in Mental Health, 2011, 13/4: 236-246. DOI: 10.1080/19349637.2011.616091.
El autor es doctor en Psicología, autor de varios libros acerca de salud mental, y conferenciante internacional. Escribe desde Sidney, Australia.