Recuerdo claramente la fecha: mayo de 2020. Me encontraba frente a la pantalla de mi celular, escuchando cómo el rector de la Universidad de Montemorelos mencionaba los nombres de los graduandos de la Facultad de Teología. Cuando llegó mi nombre, sentí satisfacción al saber que el esfuerzo y los grandes sacrificios durante cuatro años para completar la licenciatura habían valido la pena. Sin embargo, la graduación no fue como la esperaba, ¡fue virtual! Los estragos de la COVID-19 se hacían notar por todos lados.

Ese día, los mensajes de familiares y amigos no cesaron. Muchos de ellos decían: “Muchas felicidades, te mandamos un fuerte abrazo a la distancia”. Algunos abrazos presenciales llegaron semanas después, y otros nunca llegaron.

Los abrazos suelen darse en momentos memorables de la vida. Por ejemplo, cuando alguien celebra su cumpleaños, existe la costumbre, al menos en nuestro país, de mostrar afecto con un abrazo. Otra ocasión especial es después de un largo tiempo sin verse, cuando el reencuentro se vuelve muy significativo. La Navidad y el Año Nuevo son otras fechas en las que también se acostumbra dar abrazos. Pero hay otras circunstancias, más difíciles, en las que un abrazo también se hace presente: la pérdida de un ser querido, una crisis personal o la llegada de una mala noticia.

Tampoco podemos omitir los abrazos que tienen como propósito la reconciliación y el perdón entre personas. La Biblia presenta escenarios de reconciliación, amor y afecto. Veamos algunos casos:

1. Jacob y Esaú: abrazo de reconciliación

Jacob se había hecho pasar por su hermano (Génesis 27:19), y las consecuencias de su mentira lo alcanzaron. Después de huir para esconderse de Esaú, su hermano mellizo, Jacob se encontró finalmente con él. Esaú no venía solo; lo acompañaban, dice la Biblia, cuatrocientos hombres (Génesis 33:1).

El relato bíblico describe una acción inesperada por parte del hermano mayor: “Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, y se echó sobre su cuello, y lo besó; y lloraron” (Génesis 33:4). Aquí, el abrazo es símbolo de reconciliación en una relación que estaba rota. Un abrazo genuino puede transformar cualquier circunstancia.

Aunque en este caso se trata de hermanos, la reconciliación debe estar abierta no solo a los familiares, sino a toda persona con la que haya existido un daño, ya sea de nuestra parte o de la suya.

2. El hijo pródigo regresa al padre: abrazo de amor

En el Evangelio de San Lucas se presenta una parábola que demuestra el amor en acción: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y lo besó” (S. Lucas 15:20). La Nueva Traducción Viviente lo expresa así: “Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó”.1 El padre demuestra su amor no solo con palabras, sino con hechos. Este amor conlleva perdón. ¿Alguna vez has tenido que perdonar a alguien? ¿O estás en ese proceso de perdonar? A veces no es necesario decir nada, sino simplemente correr y abrazar a la otra persona, porque los hechos hablan más que las palabras.

3. Pablo se despide de los creyentes de Éfeso: abrazo de afecto

El apóstol Pablo fue muy querido por sus oyentes, tanto que, al despedirse de ellos, lo abrazaron, lo besaron y lloraron con él (Hechos 20:37). Recuerdo una escena similar cuando me despedí de mi primer distrito: algunos hermanos mostraron afecto y nos abrazaron a mi esposa y a mí. La tristeza de los efesios se debía a que, según la Escritura, no volverían a ver más al siervo de Dios (vers. 38). ¿Cómo te sentirías hoy si te dijeran que no volverás a ver más a tu esposo, a tus hijos, a tus amigos o a algún ser querido? No es necesario esperar a que llegue ese momento final. Desde ahora podemos expresar nuestro afecto con uno o más abrazos.

Conclusión

Se dice que cada persona necesita recibir entre cuatro y ocho abrazos cada día para fortalecer el sistema inmunológico. Manuel González Oscoy, de la Facultad de Psicología de la UNAM, menciona que dar un abrazo también incrementa la producción de serotonina y dopamina, lo que genera una sensación de bienestar y placer.2

Sobran los motivos para abrazar. Tal vez, como Jacob y Esaú, hoy existe en tu vida una necesidad de reconciliación. Quizá necesitas demostrar amor sin palabras, como el padre con el hijo pródigo. Puede que no estés en una despedida como la de Pablo con los efesios, pero no esperes más: abraza genuinamente y deja que Dios se encargue del resto. Abraza, porque Dios te abraza.

Beneficios de dar abrazos

Se recomienda dar entre cuatro y ocho abrazos al día para aprovechar sus beneficios:

  • Mejora el bienestar físico y emocional.
  • Aumenta la producción de serotonina y dopamina (sensación de bienestar).
  • Reduce el estrés y la ansiedad.
  • Disminuye la presión arterial.
  • Fortalece el sistema inmunológico.
  • Consolida los vínculos afectivos.
  • Brinda consuelo y afecto sin necesidad de palabras.
  • Alivia el dolor emocional.
  • Mejora el estado de ánimo.
  • Puede mejorar significativamente tu entorno.

1. Esta cita fue tomada de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados. El énfasis ha sido agregado.

2. Diana Saavedra, “Abrazar fortalece sistema inmune y reduce estrés”, Gaceta UNAM 20 enero 2025, disponible en www.gaceta.unam.mx/abrazar-fortalece-sistema-inmune-y-reduce-estres/.

El autor es licenciado en Teología por la Universidad de Montemorelos, México, desde donde escribe para El Centinela.

El poder de un abrazo

por Jaciel IsaĆ­ Mendoza Barrera
  
Tomado de El Centinela®
de Octubre 2025