Todo el mes de octubre está dedicado a la concientización sobre el cáncer de mama a nivel mundial. Muchos anuncios incluyen cintas rosadas que promueven el eslogan Por unos cuidados más justos 2024. Este lema se refiere a la brecha que existe entre las personas que tienen seguro médico y las que no lo tienen, por razones económicas. Pero creo que también se puede aplicar a la brecha que existe entre personas sanas y personas enfermas. ¿Cómo podemos sobrepasar esta brecha y vincularnos de modo constructivo?

Como sobreviviente de cáncer me pregunto: ¿Qué beneficio dan las frases publicitarias a los que enfrentamos la temida enfermedad? La primera vez que fui diagnosticada, sentí que el lugar en el que estaba comenzó a girar rápidamente. Ninguna campaña publicitaria me alivió en ese momento, ni cuando fui diagnosticada por segunda y tercera vez. Sin embargo, creo que octubre presenta una buena oportunidad para considerar ideas de “qué no hacer” y “qué hacer” para cerrar la brecha.

Qué no hacer

Condenar. Mientras atravieso por los altibajos de una afección crónica como el cáncer, y a medida que he leído los diferentes eslóganes a lo largo de los años, que dicen, por ejemplo, “Lo que no nos mata nos hace más fuertes”, he recibido muchos consejos de personas bien intencionadas. Me han recomendado que me arrepienta sinceramente, porque seguramente estaba ocultando algún pecado. Alguien inclusive sugirió un ayuno y oración prolongado para deshacerme del demonio que me tenía atrapada. Otros observaron que “todas las cosas nos ayudan a bien”, y que debía estar agradecida por esta oportunidad para purificar el alma. Las enfermedades tienden a provocar tristeza, que no necesariamente está relacionada con los pecados de las personas que las padecen. Por eso, es mejor orar por un enfermo, pues "el SEñOR los atiende cuando están enfermos y les devuelve la salud” (Salmo 41:3, NTV).1

Recetar. Otras sugerencias que he recibido han sido con respecto a la dieta que debo seguir. Después de mencionar que soy vegana, que no como azúcar, ni gluten, ni tomo cafeína, y sigo un plan diseñado por un grupo de profesionales de salud natural, igualmente recibo innumerables consejos. Es más, algunas personas me preparan tratamientos naturales que supuestamente curan milagrosamente el cáncer. Me conmueve el cariño de quienes quieren ayudarme, pero algunos alimentos pueden empeorar los efectos secundarios durante un tratamiento convencional. A menos que alguien tenga un título de médico naturista, es mejor dejar que el paciente haga su propia investigación con ayuda de Dios y de su equipo de salud. Esto le da paz mental al enfermo, y le evita tener que negarse a algún consejo solidario.

Qué hacer

Acompañar. Algunos tratamientos contra el cáncer producen efectos secundarios que son agotadores. Sin embargo, toda la familia padece el efecto de la enfermedad. Cuando voy a recibir infusiones, me siento más motivada si voy con una amiga. Prefiero dejar que mi familia descanse y hago del momento una salida placentera. He tenido muchas acompañantes que me alegraron un tratamiento que de otra manera hubiera sido difícil. Acompañar es “llevar los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2).

Ayudar. Tuve el privilegio de tener a una amiga en mi casa durante diez días que me dio un tratamiento recuperador de hidroterapia. Su tiempo, talento y empatía fueron muy valorados y los resultados fueron muy beneficiosos. Ofrecer dones para aliviar a un paciente de cáncer ayuda mucho. Algunos tratamientos producen la caída de cabello. Mi hija menor se ofreció para rasurarme la cabeza cuando pasé por esa experiencia. Pusimos música cristiana en el patio de la casa y, con mucho humor, vimos como todo el pelo cayó al piso. Luego lo recogimos y lo pusimos en las ramas de los árboles para que los pajaritos lo tomaran para hacer sus nidos. Quizás otros pacientes necesiten un masaje, o un tratamiento de manicura. Estos pequeños actos son preciosos para los enfermos.

Visitar. Una visita anunciada es muy apreciada. A veces es difícil para los pacientes de cáncer salir y congregarse con mucha gente. Las defensas del organismo se debilitan y pueden ser vulnerables a otras enfermedades. Al visitar a un paciente de cualquier enfermedad, es importante estar sano. En dos ocasiones tuve visitas que se encontraban enfermas , y que me provocaron un resfrío muy difícil de combatir con las pocas fuerzas que tenía. Adicionalmente, durante una visita corta es lindo que haya un momento de reflexión espiritual. Es reanimador leer un versículo como el de Filipenses 4:19, que dice: “Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

Conectar. Recibir una tarjeta o una nota de alguien que está orando por mi y me desea bendiciones me alegra el corazón. En una era de tecnología avanzada, un mensaje de texto o una llamada telefónica alentadora anima y reconforta. Recibir un poco de humor o un versículo de ánimo alegra el corazón y es como un bálsamo para el que está enfermo.

No solo el mes de octubre es un buen momento para crear concientización sobre el cáncer de mama y de “cerrar la brecha”. Cada día presenta una oportunidad para acompañar, ayudar, visitar, o conectarse con una persona que está pasando por la enfermedad. Decirle o escribirle, por ejemplo, “el SEñOR te bendiga y te guarde, el SEñOR haga resplandecer su rostro sobre ti y te extienda su amor; el SEñOR mueva su rostro hacia ti y te conceda la paz” (Números 6:24-26, NVI)2 da paz, esperanza, y alegría al que lo oye y, sin dudas, cierra la brecha entre el sano y el enfermo.

Dos consejos más: Qué no ayuda al enfermo de cáncer

1. Las opiniones. Una advertencia interesante que recibo repetidas veces es que evite someterme a tratamientos convencionales. Generalmente los que aconsejan que la quimioterapia es peor que la enfermedad no han sido pacientes de cáncer. Personalmente, creo en una combinación de tratamiento natural y convencional. Pero cada paciente tiene derecho de elegir el tratamiento que mejor le parezca. A menos que una persona con cáncer pida consejo, es mejor respetar su decisión. En una ocasión hablé con un médico naturista que no conocía. De entrada, afirmó que ya no había esperanzas de recuperación para mí porque había recibido quimioterapia en el pasado. Estas palabras me afectaron profundamente, pero después recordé que Dios es quien determina las expectativas de vida y no los hombres.

2. Las comparaciones. Aunque algunas personas no recomiendan tratamientos, sienten la necesidad de contarme los detalles muy tristes de cómo algún familiar o algún otro conocido murió a consecuencia de la enfermedad. Desde el momento en que me diagnosticaron, he tenido el sentimiento de tener una etiqueta de caducidad grabada en la espalda. La muerte es algo muy tangible en la mente de una persona con cáncer. En una lista de oración que tengo por personas que tienen diferentes diagnósticos y estados de cáncer, solo el mes pasado tres pasaron al descanso en Jesús, incluyendo una niña de cuatro años. La persona con cáncer sabe cuán frágil es la medida de sus días y que la “edad es como nada delante de” Dios (ver Salmo 39:4-6). Pero no es necesario recordárselo.

1. La cita marcada con NTV fue tomada de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.

2. La cita marcada con NVI fue tomada de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®. Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

Patricia Schmidt Costa es doctora en Educación y escribe desde Louisiana, donde vive con su esposo y sus perritos pequeños.

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por Patricia Costa
  
Tomado de El Centinela®
de Octubre 2024