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¡Sentía que estaba perdiendo la razón! Los pensamientos negativos llenaban mi mente con mucha frecuencia, y no sabía cómo recuperar el control. Cursaba el segundo año de la maestría en Divinidades, en el Estado de Míchigan. Me estaba preparando para servir a otros, pero para mí no parecía haber remedio. Estaba acostumbrado a darle rienda suelta a mi mente, y ese libertinaje mental me llevaba a crear realidades alternas. Muy seguido, mis pensamientos eran violentos y detestables, y después que pasaban me dejaban sintiéndome culpable y avergonzado.

Cuando todo parecía perdido, el Señor me envió ayuda de forma providencial e inesperada. Una dama asiática de pequeña estatura, con un acento difícil de entender, se me acercó en el pasillo del seminario, y comenzamos a conversar. Nos habíamos conocido por medio de una amistad en común, pero nuestra comunicación hasta ese momento había sido limitada.

—¿Cómo te encuentras, Abner? —fue su pregunta.

—¡Siento que estoy perdiendo la mente! —fue mi respuesta tajante. Sus pequeños ojos negros se enfocaron en mi rostro cabizbajo, y me respondió:

—Me imaginaba. Podía verlo en tu rostro. ¿Por qué te sientes mal?

Lo último que deseaba era compartir mis problemas mentales con una persona casi extraña, pero algo me dijo que debía hacerlo.

Esa dama me escuchó respetuosamente hasta que me desahogué. Luego me dijo:

—Te diré lo que tienes que hacer para obtener la victoria sobre tus pensamientos negativos, pero, ¿me prometes que lo pondrás en práctica?

Así fue como compartió conmigo estos pasos, los cuales he modificado con el tiempo. Puedo decir que no son revelaciones inéditas, ya que, como el rey Salomón expresó, “nada hay nuevo debajo del sol” (Eclesiastés 1:9), pero sé por experiencia propia que son eficaces en la batalla contra los pensamientos negativos.

Al ponderar estos sencillos pasos, usted advertirá que todos forman parte de una unidad. No es posible ni conveniente separarlos.

Orar. “Ore cada hora” es el primer paso. Muchos están acostumbrados a orar solo en momentos específicos (al despertar, antes de tomar los alimentos, etc.). Este paso motiva a hacer de la oración algo esencial (1 Tesalonicenses 5:17). Recuerde, estas oraciones deben ser específicas Se trata de pedir a Dios fuerza para vencer los pensamientos negativos.

Pedir el amor de Dios. Ya que estará orando cada hora, ¿por qué no ir más adelante? Es así como el segundo paso está ligado al primero: “Pida que Dios lo llene de su amor”. Mientras más experimente el amor de Dios, más podrá compartirlo con los demás, y menos pensamientos negativos deseará albergar. Muchas veces no se experimenta el amor de Dios porque no se lo pide (S. Mateo 7:7-11). ¡El amor de Dios está al alcance de todos!

Agradecer. El tercer paso es un recordatorio para los pesimistas: “Agradezca a Dios en toda circunstancia”. Muchos cristianos solo agradecen a Dios por las bendiciones, pero rechazan las luchas y las pruebas. Haga el esfuerzo de ser positivo, “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20). En todo momento y circunstancia, recuerde “que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Alabar. Cuando ponga en práctica el agradecimiento, ¿por qué no aprovecha y alaba a Dios? De esto se trata el cuarto paso: “Alabe a Dios continuamente”. Es un recordatorio de que usted no está aquí por casualidad. Si tiene aliento, es porque Dios se lo da. ¡úselo para alabar a Dios! (Salmo 150:6). Se dará cuenta de que este simple ejercicio le ayudará a sentirse más positivo.

Estudiar la Biblia. Estoy seguro de que usted no olvida el alimento físico. El quinto paso le recordará la importancia del sustento espiritual: “Aliméntese de las Sagradas Escrituras diariamente, y no olvide las promesas de Dios”. La lectura de la Biblia le dará fuerza para vencer. Si no está acostumbrado a leerla cada día, concéntrese en porciones pequeñas del libro de Salmos, Proverbios, o los cuatro Evangelios, al comienzo del Nuevo Testamento, y aplíquelos a su vida. No intente leer demasiado, pues olvidará todo; recuerde que la calidad es más importante que la cantidad.

Dejar atrás el pasado. Con frecuencia, aquellos que luchan con pensamientos erráticos cargan recuerdos dolorosos o pecaminosos. Tal fue mi experiencia. Permitía que mi mente recordara esos momentos desagradables, lo cual me hacía revivir el pasado y terminar sintiéndome culpable. Por lo tanto, el sexto paso le recuerda: “Deje el pasado atrás, al pie de la cruz de Cristo”. Una vez que haya confesado sus pecados y encontrado la paz en Dios, debe asumir una vida nueva (2 Corintios 5:17).

Controlar la mente y rendirla a Jesús. En estos años de saturación mediática, se pierde demasiado tiempo pensando en cosas vanas. Es aquí donde el séptimo y último paso es indispensable: “Controle y rinda su mente al Señor Jesús”. Dígale a su mente en qué pensar y en qué no pensar. Si comienza a pensar en el cónyuge de su prójimo, en lugar de darle rienda suelta a sus pensamientos, diga en voz alta: “¡Detente! ¡No pensarás en esto!” Inmediatamente intercambie ese pensamiento negativo (y pecaminoso) por uno positivo. Al principio quizá repita estas órdenes muy seguido, pero con el tiempo y la repetición su mente será más disciplinada.

El propósito de este último paso es el de llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5), en lugar de permitir que su mente continúe en estado de indisciplina, vagando sin límites. Si no encuentra algo positivo en qué pensar, repita citas bíblicas, como: "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Tiempo después de haber superado mis trastornos, tuve la oportunidad de conversar otra vez con la dama que compartió estos pasos conmigo. Le agradecí efusivamente, y le comenté cuánto me había ayudado su lista de pasos.

—¿Cuál lista de pasos? ¡No recuerdo haberte dado ninguna lista! —respondió muy sorprendida. Yo también estaba sorprendido. Entonces comprendí que en ese momento específico y crítico de mi vida, el Señor me había prescrito estos pasos por su medio, los cuales debía compartir con otros. Debo mencionar que estos no son el remedio para todos los males y trastornos mentales. Es importante y recomendable buscar ayuda profesional y usar estos pasos solo como un suplemento, no como la solución.

Pensamiento y actitud*

“Nos podemos quejar porque las rosas tienen espinas o alegrarnos porque las espinas tienen rosas” —Abraham Lincoln

“El optimista proclama que vivimos en el mejor de los mundos posibles y el pesimista teme que esto sea cierto” —James Branch Cabell

“No se puede tener una vida positiva y una mente negativa” —Joyce Meyer.

* https://www.lifeder.com/frases-de-optimismo/.

El autor es ministro cristiano. Escribe desde Hutchinson, Minnesota.

Siete pasos para controlar los pensamientos

por Abner E. Aguilar
  
Tomado de El Centinela®
de Octubre 2022