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El mundo está cambiando ante nuestros ojos. Somos testigos de la historia del mañana. Fuimos tomados por sorpresa por la pandemia del COVID-19, y el contagio y la muerte han alcanzado a millones de personas.

El miedo ha paralizado nuestro planeta, y nos ha robado nuestro derecho constitucional de libre movilización.

Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha sufrido el azote del dolor, el sufrimiento y la muerte a causa de las epidemias. Lo que estamos viviendo ha sido experimentado por generaciones pasadas en mayor o menor escala. Aunque antes no había globalización como para esparcir los gérmenes por todo el planeta, tampoco disponían de los recursos que hoy tenemos para hacer frente a estos males.

Por tanto, tenemos abiertos dos frentes de batalla: uno en contra del virus, y el otro en la adaptación a las nuevas condiciones sociales después de la pandemia.

La nueva normalidad

Mientras escribo este artículo, me encuentro cumpliendo la cuarentena. Estoy como en un profundo sueño, esperando despertar a la nueva realidad del mundo y aprender a vivir en el “nuevo normal”. De acuerdo con el doctor Anthony Fauci, epidemiólogo de renombre, “después de la pandemia es imposible volver a la normalidad”. Es insólito, pero la fuerza invisible de un virus ha puesto de rodillas a las naciones más poderosas del mundo. En consecuencia, la sociedad cambiará tanto que la vida social y económica y las condiciones para la práctica de la fe serán diferentes a las de ayer.

La cultura del control

Sociólogos como Michael Barkun afirman que cuando las personas enfrentan crisis que amenazan su extinción, están dispuestas a sacrificar, a cambio de alivio y seguridad, sus derechos más fundamentales, como la privacidad, la libertad de pensamiento, el derecho a la libre circulación y el derecho al ejercicio libre de su religión. La presente crisis pandémica podría desembocar en el establecimiento de una cultura de control en el mundo libre del siglo XXI.

La cultura del temor

El sentimiento de que la vida está dando un giro hacia un nuevo estilo de vida empieza a asentarse sobre la mente. El temor es una reacción vital frente al peligro físico o emocional. Los epidemiólogos anuncian la llegada de nuevas olas de esta pandemia u otros virus más letales. Esto sembrará el temor que robará la paz de las personas en el nuevo normal.

La cultura del aislamiento

Fuimos creados para vivir en comunidad. Reaccionamos ante la soledad y el aislamiento. Por eso, privados del contacto físico de sus familiares, nuestros ancianos están muriendo. Después de la pandemia aún sufriremos el castigo del distanciamiento social aun de las personas que amamos.

La pandemia y el remedio del pecado

Existe una mayor pandemia con consecuencias letales y eternas. La Biblia la llama pecado, y es nuestro mayor problema. Según las Escrituras, todos estamos contagiados con este “virus” (Romanos 3:23), y nadie tiene la solución (Jeremías 2:22). Pero Cristo sí. Para lograrla, murió por nuestros pecados (1 Pedro 3:18), y así, el Autor de la vida (Hechos 3:15) nos salva de este mal.

Lo maravilloso de esta historia es que Jesús no practica el distanciamiento social de las personas contaminadas con el virus de pecado. La Biblia dice que él recibe y come con los pecadores (S. Marcos 2:16), porque es su Amigo.

Vislumbres de un mundo mejor

Tengo más noticias buenas. Dios pronto establecerá un reino de gloria que ofrecerá mejores condiciones de vida que las de nuestro planeta. él mostró a San Juan un cielo y una tierra nueva (Apocalipsis 21:1) con características especiales, pues allí no habrá muerte, ni llanto, ni dolor (vers. 4). Esta promesa nos alienta y mitiga los sinsabores de nuestro envejecido mundo. ¡ánimo, lo mejor está por venir!

Conclusión

El presidente del Banco Santander en Portugal, Antonio Vieira Monteiro, murió a causa del COVID-19, y su hija pronunció estas palabras: “Somos una familia millonaria, pero mi papá murió solo y sofocado, buscando algo tan simple como el aire. El dinero se quedó en casa”.

Esta historia enseña la importancia de reordenar las prioridades de nuestra vida. Lo espiritual antes que lo material, lo eterno antes que lo transitorio, lo celestial antes que lo terrenal. Jesús enseñó que lo más importante en la vida consiste en “busca[r] primeramente el reino de Dios” (S. Mateo 6:33).

Te insto a que aceptes a Jesús y la salvación gratuita que solo él te puede dar.

Grandes epidemias de la historia

Malas y buenas noticias

por Yohalmo Saravia
  
Tomado de El Centinela®
de Octubre 2020
  

Nombre Víctimas
La peste negra (1346-1353) 100 a 200 millones
La epidemia de viruela de 1520 20 a 50 millones
El cólera, con sus diferentes brotes entre 1818 y 1975 50 a 100 millones
La pandemia de influenza de 1918 (1918-1919) 20 a 50 millones
La gripe asiática (1957) 2 millones
El SIDA (1991-) 32 millones

Estas pestes alteraron significativamente la vida normal de las comunidades. Por ejemplo, la “peste de Atenas”, en el siglo V a.C., diezmó la población ateniense con tanta severidad que llevó a su rival, Esparta, a convertirse en el estado hegemónico de Grecia. Además, hemos sufrido los estragos del SARS (2004) y el ébola (2014-2016).

El autor coordina las actividades de las iglesias adventistas de habla hispana en el sureste de California.