El dolor es universal e inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Tú eligirás la duración y la enseñanza que te dejará el sufrimiento de la vida.
El dolor de nuestros errores
Hay dolores que son consecuencias de nuestras malas decisiones. Si alguien fuma, una de las consecuencias podría ser padecer de cáncer de pulmón, de lengua o de tráquea y llegar a perder la vida. Si alguien gasta más dinero del que gana, se endeuda y se declara en bancarrota, sufrirá las consecuencias.
Un ejemplo de este tipo de dolor fue el de Steve Irwin, el “cazador de cocodrilos”, quien manipulaba fieras. Irwin murió en septiembre de 2006, cuando la púa de la cola de una raya le atravesó el corazón mientras filmaba un documental. Tenía 44 años. Por su temeraria decisión, Steve Irwin dejó huérfanos de padre a sus dos hijos pequeños, y viuda a su esposa.
Este tipo de dolor suele ser acarreado por malas decisiones que resultan de decidir solos, sin consultar a Dios. Quien decide vivir sin Dios, en realidad corre el riesgo de vivir bajo la influencia del espíritu del mal, ya que no hay decisión humana que no esté bajo la influencia o la dirección de una de esas dos fuerzas espirituales.
El sufrimiento que forma el carácter
La Biblia dice que algunas veces el sufrimiento se debe a la voluntad de Dios, porque él está más interesado en nuestro carácter que en nuestra comodidad.
Cuando en las lenguas bíblicas se dice, por ejemplo, que Dios “había endurecido el corazón del Faraón” (ver éxodo 11:10), no es que él lo haya hecho, sino que se describe como responsable final sin serlo (como una expresión idiomática). No es que Dios te manda el sufrimiento, porque él es amor (1 Juan 4:8), sino que permite que el enemigo toque tu vida hasta el grado que él sabe que soportarás (vease el caso de Job) para que tu carácter llegue a ser modelado como el de Cristo. San Pablo escribió: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
Son especialmente esta clase de pruebas las que pueden llevarnos a acercarnos o alejarnos de Dios. Si el hombre opta por alejarse de Dios, él continuará enviando lo que se requiere para que tenga las mayores posibilidades de optar por volver a Dios y entregarse a él.
Fe para tiempos de crisis
¿Cómo se fortalece nuestro carácter de manera que cuando llegue el dolor salgamos victoriosos? Dios tiene tres caminos para ayudarnos a desarrollar la fe y asemejarnos a Cristo en carácter:
Escuchándolo. San Pablo escribió a los cristianos de Tesalónica: “Sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1 Tesalonicenses 2:13). Dios nos habla por medio de la Biblia, pues él mismo dijo: “Las Escrituras. . . dan testimonio de mí” (S. Juan 5:39).
La Biblia es la carta de amor que Dios envió a sus hijos que escogieron un camino erróneo. Es el libro que nos ilustra mediante vidas imperfectas como las nuestras, cómo triunfaron aquellos que sin ver el futuro pudieron tener fe en el que sí conoce el buen camino.
Hablándole. “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (S. Lucas 18:1). La oración nos pone en sintonía con el Autor de la fe, de la vida, y de millares de promesas cumplidas. Este divino Autor nos ha prometido que pronto habitaremos cielos nuevos y tierra nueva donde no habrá sufrimiento (Apocalipsis 21:4).
Compartiéndolo. “Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma” (Salmo 66:16). Las circunstancias actuales son una oportunidad de oro para hablar a otros de Cristo y de su amor y protección, porque la gente está preocupada. Incluso, médicos ateos se dirigen al Ser Superior, como llaman a Dios, para recibir la fuerza que necesitan para cumplir su tarea de servicio.
Elena G. de White escribió al respecto: “Levantad a los que están caídos. Tratad las calamidades como si fueran bendiciones disfrazadas, y las desgracias como si fueran favores. Trabajad de tal manera que la esperanza brote en lugar de la desesperación”.* ¿Cómo aplicarlo durante el confinamiento? 1) Mediante las redes sociales, avisa a tus amigos y familiares que estás orando por ellos. Ese simple pero poderoso acto tocará la fibra íntima de muchos que bajo circunstancias normales no aceptarían el mensaje del amor de Dios. 2) Pregúntales si tienen algún pedido especial. 3) Si sabes hacerlo, ora con ellos. 4) Un par de días después, vuelve a escribir/llamar con la misma intención, y agrega alguna promesa bíblica. 5) Periódicamente, comunícate con ellos para reiterarles tu intercesión ante el Dios Todopoderoso y tu disposición de ayudarlos en lo que necesiten.
No importa lo que sufras, Dios quiere que el sufrimiento llegue a tu vida para que te aferres más a él, hablándole, escuchándolo y compartiéndolo. él promete que no te permitirá sufrir más de lo que puedas resistir.
En 1876, el gobierno británico aprobó una ley en la que se requería que todo barco portara una marca en su casco para indicar cuando había recibido la máxima carga permitida para un viaje seguro. Si la marca estaba bajo el nivel de flotación, se exigía que el barco bajara la carga para traer la marca hasta el nivel del agua. Se le llamó “la marca Plimsoll”, en honor al reformador británico que influyó para que esta ley fuera aprobada. Dios ha puesto una “marca Plimsoll” en cada cristiano que señala el límite en el que ya no puede recibir carga adicional. Dios conoce nuestros límites y no nos permitirá llevar más carga de lo que podemos soportar. A veces somos tentados a cuestionar la decisión de Dios para leer nuestra “marca Plimsoll”, pero él es fiel para mantenernos flotando, aunque sintamos que nuestro barco se hunde.
Conclusión
Dios no solo conoce la teoría del sufrimiento sino que lo ha experimentado en el sufrimiento redentor de Cristo. A él hemos de acudir con nuestras heridas abiertas, ya sea que nuestro sufrimiento sea universal, por causas naturales o por purificación del carácter. él nos dirá: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (S. Juan 6:37).
Acerca del dolor
- Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: el dolor es su megáfono para despertar a un mundo adormecido —Clive Staples Lewis, escritor británico.
- ¡Bienvenido sea el dolor si es causa de arrepentimiento! —Friedrich Hegel, filósofo alemán.
* Elena G. de White, El evangelismo, pp. 135, 136.
El autor es ministro adventista y consejero familiar. Escribe desde Apopka, Florida.