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Hace unos años visitamos con mi esposa la tumba de su abuelo en Colonia Valdense, Uruguay. él nació en Italia el 9 de marzo de 1881. Nos sorprendió saber que en 1981, exactamente un siglo después, en ese mismo día nació su bisnieta, nuestra hija Mariela. En vida, ese ser que ahora descansaba bajo una lápida, jamás sospechó lo mucho que tendría que ver con mi vida, con la vida de mis hijas... y lo mucho que aún tendrá que ver con la vida de nuestros descendientes.

Mi nieta Emilia, de apenas diez meses, viajó hace unos días con sus padres a Puerto Rico, porque mi hija quería detener el tiempo en una foto con la bisabuela de su esposo Miguel. La ancianita es la tatarabuela de mi nieta. ¡No hay muchos tatarabuelos en el mundo! ¡Me encanta la familia longeva y extendida de mi yerno! Quizá sea porque yo no tuve el privilegio de tener una familia así.

La familia es el lugar donde encontramos el sentido de la vida. En familia, nos damos cuenta de que nuestra vida tiene un pasado con sentido, que recibimos del recuerdo de nuestros amados que ya no están. Las vidas bien vividas dejan una huella indeleble en el tiempo. Son ejemplos permanentes; faros de inspiración, fuentes de energía. Los recuerdos de esos seres nos nutren para enfrentar la fatiga de la vida. ¡Nuestros antepasados aún “hablan y ayudan”!

Solo en familia captamos el poder de la fecundidad. Gracias a ella, nuestro futuro permanece indefinido. Al mirar hacia adelante nos damos cuenta de la responsabilidad que tenemos en el presente.

Por eso, hoy en día, cuando la familia está en crisis, ¡qué bien haríamos en buscar el poder divino para perseverar en la lucha, mantenernos unidos a nuestro cónyuge y a nuestros hijos en la construcción del futuro! Cuando ya no estemos físicamente en este mundo, ¡nuestros tataranietos nos agradecerán el esfuerzo que hicimos!

El amor del núcleo familiar más pequeño se extiende más allá de nuestros límites, más allá de nuestra comunidad, de nuestra nación, para alcanzar a la humanidad, la gran familia de Dios, donde todos tenemos responsabilidad con todos.

En este número recordamos el valor de la familia y celebramos la Navidad, porque el mensaje del nacimiento de Jesús es que Dios está con nosotros (S. Mateo 1:23). ¡Hay esperanza de vida eterna!

El autor es director de El Centinela.

La familia

por Ricardo Bentancur
  
Tomado de El Centinela®
de Diciembre 2017