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Las estadísticas muestran que los padres que trabajan se comunican con sus hijos veinte minutos por día, en el mejor de los casos.* Esto es muy poco si consideramos que, además del tiempo, el idioma es otro problema para los padres de familias hispanas en los Estados Unidos.

La importancia de la comunicación es fundamental para el mejor desarrollo y crecimiento de los hijos y de los padres. La comunicación familiar es la posibilidad de compartir ideas, pensamientos y sentimientos dentro del núcleo social más cercano e íntimo que un ser humano tiene.

La falta de comunicación no solo muestra sus efectos devastadores en la familia como un todo, sino que también de manera individual en cada uno de sus integrantes.

Estas repercusiones que afectan a adultos, adolescentes y niños, se advierten en la falta de comprensión cuando sienten que no son tomados en cuenta, cuando alguno se siente solo, o cuando no pueden vivir en paz y armonía en el hogar. Muchos padres se sienten frustrados por no poder transmitir sus enseñanzas, pues la comunicación con los hijos está quebrantada, y suelen sentirse perdidos, sin esperanza.

La mejor manera de comenzar la reconstrucción de la comunicación con los hijos consiste en cambiar la manera en que los padres se comunican entre ellos, porque los padres son los directos responsables de esta reconstrucción y deben tomar la iniciativa en todos los casos.

Estos son algunos pasos que los padres deben considerar al reconstruir la comunicación en casa:

Comunicación agradable

“Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona” (Colosenses 4:6, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy).

La comunicación debe ser sabrosa, con gusto, que optimice la mejor actitud de cada persona en el hogar (el padre, la madre y los hijos). La segunda parte del texto bíblico explica que al relacionarte con cada miembro de la familia en base a su necesidad específica, se podrán quebrantar las barreras que la falta de comunicación levantó.

Saber escuchar

“Cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira” (Santiago 1:19, NBLH).

Es necesario darle la debida importancia a tres elementos de casi toda conversación. Lo primero es saber escuchar. Pareciera que esto es más importante que hablar. Saber escuchar es un arte que se debe desarrollar en familia. “Se escucha para entender, no para responder”. El segundo elemento consiste en hablar, por lo tanto, recuerda que “es mas importante cómo se dice que lo que se dice”. Y por último, ser lentos en airarse. La comunicación debe darse en un marco de paz. Cuando tenemos paz y no estamos airados pensamos mejor y, por consiguiente, tomamos mejores decisiones.

Comunicación que edifica

“No digan malas palabras, sino solo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen” (Efesios 4:29, Dios Habla Hoy).

Las palabras que no dignifican ni motivan, que rebajan o humillan, que tienen un contenido negativo deberían ser eliminadas por completo de la vida de los que dicen que aman a Cristo. Quitar lo que no construye hará que la familia se unifique, que padres e hijos se amen más al tratarse con respeto y amor. Una buena estrategia es dejar que el amor haga su parte; finalmente, Dios es amor.

Comunicarse con hechos

“Hijitos míos, que nuestro amor no sea solamente de palabra, sino que se demuestre con hechos” (1 Juan 3:18, DHH).

La mejor demostración de una comunicación sin palabras es el contacto físico, un abrazo, una mirada de amor, expresiones que valen más que mil palabras, que son positivas y enaltecen la relación.

La práctica lo perfecciona todo. La comunicación es uno de los artes más importantes para el bienestar familiar. No se debería escatimar esfuerzos para reconstruir la comunicación. Si estos cuatro pasos de reparación no se practican, no habrá buenos resultados, pues la definición de locura según Alberto Einstein es “hacer lo mismo esperando un resultado diferente”.

Estos consejos contribuyen a la buena comunicación con los hijos de cualquier edad:

  1. Busca el mejor momento para hablar con tus hijos (antes de dormir, antes de la cena, en el carro).
  2. Sé tú quien comience la conversación; eso les demuestra que estás interesado en ellos.
  3. Dedica tiempo individual a cada hijo.
  4. Involúcrate en lo que es importante para tu hijo o tu hija.
  5. Cuando tu hijo quiera hablar contigo, haz a un lado lo que estás haciendo, mantén el contacto visual, manifestándole atención.
  6. Escucha su punto de vista, aunque no sea lo que te gustaría escuchar.
  7. Deja que termine de hablar antes de responder.
  8. Parafrasea lo que escuchaste para asegurar de que entendiste lo que quiso decir.
  9. No reacciones de manera negativa; si lo hace, él o ella reaccionará de la misma manera.
  10. Expresa tu opinión sin poner en ridículo o en tela de juicio la de él o ella.
  11. Evita discutir cuando hay dos puntos de vista diferentes; es mejor dejar la conversación para otro momento.
  12. Concéntrate en los sentimientos de tu hijo en vez de concentrarte en los tuyos.
  13. Procura saber lo que tu hijo quiere obtener de la conversación.
  14. No te irrites, pues tu hijo también se irritará.
  15. Conversa con tu hijo sin criticarlo, sermonearlo o lastimarlo.

*The Office for National Statistics.


Los autores imparten seminarios de capacitación para esposos y padres de familia.

ComunicaciĆ³n positiva: la clave para una familia feliz

por Gustavo Y Alenka Fajardo
  
Tomado de El Centinela®
de Diciembre 2015