“Navidad, Navidad, hoy es Navidad” es el cantar que retumba en diferentes lugares mientras la gente se prepara para disfrutar una de las principales celebraciones cristianas. Es un tiempo que trae regocijo y esperanza por el significado que le brinda a la sociedad cristiana. A la misma vez, reúne familias enteras cuyos miembros viajan desde distintos lugares para recordar juntos el mayor don que el Cielo jamás haya dado al ser humano: el nacimiento del Salvador del mundo en la pequeña aldea de Belén, en Judea (S. Lucas 2:10-15; S. Mateo 2:1-6).
Congregaciones cristianas con sus líderes resaltan el aspecto espiritual de este gran acontecimiento mediante programas y mensajes religiosos. En sus hogares, muchos denotan su fidelidad a la tradición por medio de los distintos adornos con motivos navideños que adornan sus casas: pesebres, ángeles, estrellas, pastores, etc.
Además de ser una época que evoca el espíritu religioso de los cristianos, la Navidad también es un evento que ha acaparado la atención de la industria y el comercio en general. La compra de artículos para el intercambio de regalos entre parientes y amigos, los regalos especiales para la familia, las cenas navideñas y otras fiestas sociales, se cuentan entre algunas de las actividades que han llegado a formar parte de la tradición navideña de muchos.
A pesar de toda la alegría que rodea esta celebración, tristemente las finanzas de muchos terminan afectadas y algunos inclusive comienzan el nuevo año con nuevas deudas. ¿Se encuentra usted entre aquellos cuyas finanzas han sido seriamente minadas por celebraciones navideñas anteriores? Ahora que nos aprestamos a recibir otra temporada, ¿podremos sobrevivir esta Navidad sin deuda? Si este es su caso, lo ánimo a que siga leyendo este artículo.
El Señor no desea que sus hijos sufran por causa de las finanzas. En su Palabra, dejó algunas pautas para que las familias puedan disfrutar de plena paz en Navidad. ¡Qué maravilloso es Dios!
Corrija ciertas actitudes negativas. El sabio Salomón escribió acerca de dos disposiciones humanas que son particularmente dañinas para cualquier bolsillo. Una, ser impulsivo o apresurado para comprar (Proverbios 21:5). Generalmente, este tipo de persona no presta atención al precio y a la calidad del artículo que adquiere. En la mayoría de los casos, resulta una mala compra. Dos, ser indulgente (Proverbios 23:21). La indulgencia no permite que el individuo se mida en lo que compra. Estas dos actitudes pueden ser especialmente negativas en la temporada navideña, más porque el comercio realiza su mayor esfuerzo publicitario para vender mucho.
Haga un inventario real y completo de su condición financiera. Es esencial que dé este paso antes de planear cómo va a celebrar la Navidad con sus seres amados y amistades. Por medio de un inventario, usted podrá observar la situación verídica de sus finanzas y tomar medidas necesarias para asegurar que estas fiestas sean las más felices dentro de sus limitaciones monetarias.
Formule planes claros, específicos y alcanzables. Verifique que estén en armonía con los principios bíblicos. Agregue algunas ideas que le ayuden a cumplir con los objetivos trazados. Por ejemplo: seleccionar la clase y cantidad de compras que quiera hacer, determinar cuántos regalos quiere dar, o escoger entre celebrar la Navidad en casa o visitar algunos familiares. En la medida de las posibilidades, involucre a los miembros de la familia en el proceso. Esta inclusión los concientizará de su condición financiera actual y estarán más dispuestos a apoyar las metas que se tracen. Esta es una práctica que he desarrollado con mi familia, y los resultados han sido muy positivos.
Adjudique prioridades a sus compras. No todas las personas pueden satisfacer sus anhelos en la Navidad. Hay quienes lo intentan y terminan estrangulados económicamente. Si desea disfrutar una linda Navidad y finalizar el año con un balance financiero positivo, usted necesita aprender a distinguir entre los menesteres esenciales para tener una buena Navidad y los sueños. Estos últimos requieren un esfuerzo especial para alcanzarlos.
Haga un presupuesto familiar. Un presupuesto es un plan de gastos que le permitirá estimar, manejar y controlar eficientemente la cantidad de dinero que gasta. Crear tal plan se torna particularmente imprescindible cuando se acercan ciertas celebraciones especiales como la navideña. Muchas crisis fiscales no se deben a la cantidad de dinero que la persona gana, sino a cómo lo administra. La mejor manera de regular y hacer rendir más el dinero en esta Navidad es por medio de un presupuesto (ver S. Lucas 14:28-30).
Apreciado lector, el Señor desea que sus hijos disfruten sanamente en familia de una hermosa Navidad. Lo menos que él quisiera es que esta época decembrina sea recordada con tristeza y dolor por el fiasco monetario en el cual haya uno caído. Con un poco de prudencia, planificación y sabiduría del cielo, todos podrán gozar en esta Navidad. Emplee el dinero que Dios le ha permitido ganar para glorificarlo en estas pascuas y regocijarse en sus bendiciones (1 Corintios 4:7, 8; 1 Timoteo 6:17, 18). Así, el canto “Navidad, Navidad, hoy es Navidad” sonará con una mejor melodía en sus oídos.