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Dos regalos preciosos al alcance de todos son la gracia y la salud. Muchas personas me han preguntado: “¿Qué puedo hacer para tener buena salud?” Mi respuesta es: Respeta las leyes de la salud, aliméntate saludablemente, trabaja saludablemente, ejercita la máquina que Dios ha confiado en tus manos, confía en el poder divino, y esto redundará en buena salud.

Pero la vida no depende de la manera en que guardes las leyes de la salud, aunque son importantes. La vida depende de la gracia de Dios, un regalo que no puedes hacer nada para merecer, solo puedes aceptarlo.

En este mes en que celebramos el Día de Acción de Gracias, reflexionaremos en cómo beneficiarnos de la gracia y de la salud.

La salud como regalo

Soy nutricionista, y aún recuerdo cuando atendí a mi primer paciente en el hospital: un sacerdote. Con solo 35 años de edad, padecía diabetes. A esa edad, por no haberse cuidado, a este buen hombre tuvieron que amputarle la pierna izquierda. En esa ocasión me dijo: “Dile a la gente que la salud es un regalo, que se cuide”.

Es cierto que tú puedes seguir las leyes de la salud lo mejor posible (el aire puro, el sol, la moderación y la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino) y aun así enfermarte. En este mundo de pecado, una de las consecuencias del mal son las enfermedades. La parte que te corresponde es aplicar las leyes de la salud lo mejor posible, y dejarle el resto a Dios. A pesar de todo, él dice: “Yo soy Jehová tu sanador” (éxodo 15:26). El Señor provee el regalo de la sanidad.

La gracia como regalo

La gracia de Dios no tiene explicación, solo se acepta como un regalo de Dios. La Escritura dice: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Pero también dice: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). No hay nada que tú puedas hacer para merecer ese regalo; Dios te lo da porque te ama.

El regalo de la salud tiene que ver con tu calidad de vida, y el regalo de la gracia tiene que ver con tu salvación. Mantente fiel en los caminos de Dios, porque “el que persevere hasta el fin, este será salvo” (S. Mateo 24:13).

En esta época en que se celebra el Día de Acción de Gracias con amigos y familiares, sería bueno recordar que la salud es un regalo que Dios nos otorga. Es bueno comer y beber por principio y no solo para saciar nuestro apetito. La temperancia forma parte del buen vivir. También es bueno recordar que la salud y la salvación van de la mano. Podemos ver actuar estos principios en el caso de la mujer que padecía de un flujo de sangre durante doce años, y acudió a Jesús en busca de salud, pensando que sanaría si solo tocaba el borde de su manto: “Jesús le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz” (S. Lucas 8:48). No la sanó el manto sino el poder de Jesús en respuesta a la fe. En el lenguaje original, el griego, se usa la palabra sózo, que significa sanar y salvar. Dios se interesa en tu salud física como también en tu salvación. Sé agradecido, y acepta hoy el regalo de salud y gracia, porque van unidos.

El autor es nutricionista y entrenador personal. Escribe desde Seattle, Washington.

Muévete

por Columna regular
  
Tomado de El Centinela®
de Noviembre 2019