La primera esposa de Feodor Vassilyev, un campesino ruso, tuvo 69 hijos, el récord mundial de la mayor cantidad de nacimientos. Tuvo dieciséis pares de gemelos, siete conjuntos de trillizos y cuatro de cuatrillizos. La segunda esposa de Feodor dio a luz a 18 nióos: ¡seis pares de gemelos y dos grupos de trillizos!1
¿Qué posibilidades tendría esta madre de conocer a sus hijos? ¿Qué clase de relación podría haber tenido con cada una de sus hijas? A causa de las demandas diarias de esta familia, la seóora Vassilyev y sus hijas se perdieron algo especial.
Christiane Northrup, autora de Mother-Daughter Wisdom, afirma: “La relación madre-hija es el vínculo más poderoso del mundo, para bien o para mal. Establece el escenario para todas las demás relaciones”.2 Pero no todas las madres y las hijas son capaces de mantener una relación cercana.
Relaciones disfuncionales
En su artículo, “8 Toxic Patterns in Mother-Daugher Relationships” [Ocho patrones tóxicos de las relaciones madre-hija], publicado en la edición de febrero de 2015 de Psychology Today,3 Peg Streep seóala ocho tendencias disfuncionales que son demasiado comunes en las relaciones entre madres e hijas.
1 Desdeóosas. Streep dice que “las hijas criadas por madres desdeóosas dudan de la validez de sus propias necesidades emocionales”. Anhelan ser amadas y aceptadas, pero se sienten desamparadas e indignas de la atención de mamá. Estas hijas se sienten impulsadas a trabajar mucho para buscar la aprobación de su madre.
2 Controladoras. Estas madres insisten en supervisar todas las facetas de la vida de sus hijas, y se niegan a afirmar las decisiones que toman. “Esto —dice Streep—inculcará una sensación de inseguridad e impotencia en [su hija]”. La hija llega a sentir “que [ella] es inadecuada, no se le puede confiar”, y finalmente fracasará como adulto.
3 No disponibles. Estas madres no proporcionan contacto físico: abrazar y consolar al nióo cuando algo le duele, o no responden cuando sus hijas expresan sus sentimientos o piden comprensión. Las hijas se sienten emocionalmente abandonadas, “a veces desesperadamente necesitadas”. Ya adultas, necesitarán que se les recuerde continuamente que son adorables y están bien.
4 Enredadas. “Las madres enredadas —dice Streep— [no] reconocen límites entre ellas y sus hijas”. Estas sienten que sus madres no las escuchan ni respetan su punto de vista, lo que les dificulta la libertad de explorar su verdadero yo.
5 Combativas. Estas madres menosprecian activamente a sus hijas. Son críticas, verbalmente abusivas, y utilizan el abuso emocional para salirse con la suya. Pueden estar celosas de sus hijas e intentar competir con ellas. Streep dice que “la madre combativa utiliza el abuso verbal y emocional para ‘ganar’, [incluso] mediante el recurso de la fuerza física”. También racionaliza su lenguaje y comportamiento abusivo porque está intentando corregir “el comportamiento o los defectos de carácter de su hija”.
6 No confiables. Para la hija, puede ser especialmente difícil hacerle frente, “porque nunca se sabe [si] se mostrará la ‘mamá buena’ o la ‘mamá mala’”. Estas hijas pueden detectar que “[su] conexión emocional con [su madre es] precaria, incluso peligrosa”.
7 Centrada en sí mismas. Esta madre está principalmente preocupada por cómo la ven otros y lo que piensan de ella. Percibe a su hija como una extensión de ella misma. Streep dice que la “conexión emocional de esta madre con su hija es superficial. . . porque su enfoque está en ella misma”.
8 Rol invertido. En este caso “la hija, incluso a una edad temprana, se convierte en la ayudante, la cuidadora o incluso la ‘madre’ de su propia madre”.
Madres suficientemente buenas
Aunque no existe la madre perfecta, hay millones que son geniales y muchas más bastante buenas. Estas madres desean y son capaces de dar amor a sus hijas. Saben cómo mostrar empatía y respeto, cómo invertir en sus hijas y ser accesibles. Conocen estas cualidades de una buena madre:
Una presencia amorosa y receptiva. Las grandes mamás saben que el amor es un verbo: acción. Aceptan, no rechazan. Les informan a sus hijas que aunque no siempre estén de acuerdo con su comportamiento, harán lo posible por comprenderlas. Aunque no siempre aprueben lo que hacen sus hijas, siempre las aceptarán.
Confía en sus habilidades y puntos de vista. Las grandes mamás saben que los expertos no son los únicos que saben una cosa o dos acerca de criar hijas. Creer esto solo intensifica el infundado sentido de incapacidad de una madre.
Mantiene clara su visión. Las madres sanas saben que aunque siempre serán madres, llegará un momento en que su tarea habrá terminado, y se despedirán de su hija independiente y madura. Saben que tendrán que dejarla ir. ¡Sueóan con ese día, por mucho miedo que les cause! Un autor desconocido escribió: “Ser madre significa que tu corazón ya no es tuyo; vaga donde sea que vayan tus hijos”. Una hija siempre pertenecerá al corazón de su madre. Pregúntale a la seóora Vassilyev, que tal vez no conocía a sus hijas tan bien como habría deseado, pero todas le fueron valiosas, ¡y su corazón debe haber vagado tras ellas durante mucho tiempo!
1. “Most Prolific Mother Ever,”
Guinness World Records, http://www.guinnessworldrecords.com/world-records/most-prolific-mother-ever, consultado en julio, 2018.
2. Bronwyn McNulty, “The Mother Daughter Bond,” My Body and Soul, 24 mayo 2009, en http://www.bodyandsoul.com.au/sex-relationships/relationships/the-mother-daughter-bond/news-story/7e-0bed435cc0d8f5e0ed202dd6b1dab9.
3. Peg Streep, “8 Toxic Patterns in Mother-Daughter Relationships,” Psychology Today, 2 febrero 2015, en https://www.psychologytoday.com/blog/tech-support/201502/8-toxic-patterns-in-mother-daughter-relationships.
Este artículo fue traducido y adaptado de Signs of the Times.