El 31 de octubre de 2017 se cumplen quinientos años de un acto que detonó uno de los movimientos más trascendentes de la historia: la Reforma Protestante.
A principios del siglo XVI, muchos en Europa anhelaban una reforma de la iglesia. San Pablo dice que somos “justificados gratuitamente por [la] gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24), pero a la gente se le decía que debía ganarse su salvación. En lugar de confesarse ante el “gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios” (Hebreos 4:14), los hombres acudían a sacerdotes humanos. En asuntos de doctrina, la Biblia había sido puesta bajo la tradición y el magisterio de la iglesia. Y el domingo había suplantado al sábado de Jehová (ver éxodo 20:8-11).
La gente le temía a Dios. Les era presentado como un vigilante listo para enviarlos al infierno o al purgatorio. La misa era en latín, lengua desconocida por muchos, y tener una Biblia era delito de muerte.1 En ese tiempo se cobraba por sacar a los muertos del purgatorio y se vendía el perdón.
Entonces Martín Lutero protestó. El 31 de octubre de 1517, clavó un documento con 95 tesis en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg, Alemania. La tesis 27 decía: “Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando”.
Lutero fue conminado a retractarse. El Emperador Carlos V y Aleandro, el nuncio papal, se unieron contra él, pero muchos príncipes alemanes apoyaron a Lutero. Presentaron al rey Fernando una carta de protesta, en la que sostenían que el gobierno secular no es autoridad en materia de fe. El triunfo de la Reforma garantizó la libertad religiosa en gran parte de Europa. Lutero tradujo la Biblia al alemán, y el pueblo conoció a Dios. Al respecto, el Papa Francisco dijo: “Lutero dio un gran paso para poner la Palabra de Dios en las manos de la gente”.2
En este aniversario de la Reforma, El Centinela celebra los esfuerzos por devolver la Biblia al pueblo, y hace votos porque la libertad religiosa permanezca.
El autor es redactor de la revista El Centinela.