Lapalabra perdón proviene del latín per donare, que significa “dejar ir”. En griego la palabra es afesir, que significa “liberación”. El Diccionario de la Lengua Española define el perdón como la “remisión de una pena merecida, indulgencia, librar a alguien de una obligación o castigo”. El Diccionario bíblico dice que el perdón es
“soltar, absolver, no tener en cuenta la ofensa de otro”.
Juntando las definiciones y la etimología podemos concluir que recibir perdón es sentir liberación de una culpa y ser librado del castigo o la condena por algún delito. Perdonar a otros sería dejar ir una carga o un peso, un rencor o un resentimiento. Mamen Garrido Ramón, psicóloga y consejera, ha dicho que “perdonar no es olvidar; es recordar sin que te duela”. La palabra perdón aparece más de cien veces en la Biblia.
Ser perdonados
Muchas personas viven bajo una carga de culpabilidad que les ha robado la paz. El pastor Tony Hancock cuenta que Alila llevaba una enorme carga de culpabilidad. Un día Alila se acercó al río Ganges en la India, y con su niño de seis meses en brazos entró en el agua, sollozando. Cuando llegó a la mitad del río, Alila besó a su niño, lloró, y lo echó al agua.
Al rato, cuando ella salía del agua, un misionero cristiano la encontró llorando.
—¿Por qué lloras? —le preguntó, y ella respondió:
—Era tan abrumador el peso de mi culpa, que ofrecí mi niño a la diosa Ganges para calmar su ira y recibir perdón.
El misionero le dijo que en Cristo hay perdón y salvación, y le citó esta Escritura: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Y añadió: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Entonces Alila respondió:
—Yo no sabía eso. Si me lo hubiera dicho hace treinta minutos mi niño no habría muerto.
¿Será que tú también llevas alguna carga sobre la conciencia? Si es así, Dios quiere perdonarte. Su Palabra escrita nos dice algo escalofriante: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23), pero también asegura que si nos acercamos a él alcanzaremos “gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). El salmista dijo también: “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:12). Y el profeta registró la declaración de Dios: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25).
Perdonar
El sentirse perdonado, así como el perdonar, contribuye a la salud. San Pablo nos exhorta: “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Y Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (S. Mateo 5:7). “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien. . . y seréis hijos del Altísimo... Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. . . perdonad, y seréis perdonados” (S. Lucas 6:35-37).
Tomás de Aquino dijo: “Cuando perdonamos nos parecemos a Dios”. El que guarda rencor daña a otros pero primero se daña a sí mismo. Cuando perdonamos a otros como Dios nos perdonó, se sanan nuestras heridas del alma, las emociones se estabilizan, nos sentimos bien. Jesús dijo: “Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti. . . perdónale” (S. Lucas 17:3, 4).
Pedro le preguntó al Maestro: “Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?” Como buen judío, Pedro tomó una medida imaginaria, el número siete, la medida perfecta, pero Jesús lo corrigió: “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” (S. Mateo 18:21, 22).
¿Qué quería decir Jesús con esto? Multipliquemos lo que Cristo decía: “setenta veces siete” en la forma de siete por siete, y el resultado de esta multiplicación por siete, hasta completar setenta multiplicaciones. Obtendremos un número que posiblemente no podremos leer.
7x7= 49
49x7=343
343x7=2.401
2.401x7=16,807
16.807x7=117,649
117.647x7=Un número de veces ilimitado
Jesús dijo que debemos perdonar todas las veces que nos pidan perdón. Dios está dispuesto a perdonarnos (ver S. Mateo 18:23-27). San Juan dijo de Jesús: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). ¿Qué sentido tendría la siguiente declaración si nuestro perdón tuviera límites: “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (S. Mateo 6:12)?
El perdón es salud para el alma. Al ser perdonado eres liberado de la carga de culpa, y al perdonar a los demás te liberas del rencor que enferma el espíritu y lo destruye.
Cuando recibimos el perdón de Dios y lo aceptamos, tenemos paz con él. Cuando perdonamos a los demás, tenemos paz con nosotros mismos. En la cruz Jesús clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (S. Lucas 23:34). Y Esteban intercedió por quienes lo apedreaban diciendo: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60).
Oremos hoy: “Padre, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
El autor es ministro cristiano. Escribe desde Florida.