Una de las grandes discusiones que se ha sostenido en los últimos años en relación a la sexualidad y los jóvenes ha sido quién (o quiénes) son los responsables de proveerles la educación sexual. La realidad es que más que una discusión ha sido una pelea. Una especie de guerra. Hay dos bandos. Un bando dice que son los padres. Estos argumentan que la educación sexual debe realizarse en el hogar. El otro bando ?políticos, educadores, obreros sociales, psicólogos, entre otros? argumentan que es el Estado por medio del sistema escolar en quien recae la responsabilidad. No importa en qué bando se encuentre usted, la realidad es que los niños y la juventud de hoy enfrentan una crisis de gran proporción que está afectando su calidad de vida. Los padres se encuentran en el mismo centro de esta crisis.
Realidad juvenil y la sexualidad
Imagine un aula de clases con diez estudiantes de secundaria, todos sentados en sus pupitres. Supongamos que le respondieran en forma honesta cuando usted les pide que contesten cuántos de ellos han tenido relaciones sexuales. ¿Cuántos, cree usted, que se pondrían de pie? Según el Centro del Control de Enfermedad de los Estados Unidos (U. S. Centers for Disease Control), la mitad de esos diez estudiantes se pondrían de pie. Se estima que el 47 por ciento de los estudiantes de secundaria en los Estados Unidos han tenido relaciones sexuales. En el noveno grado se estima que es un 34 por ciento, el 43 por ciento en el décimo, el 51 por ciento en el undécimo y el 63 por ciento en el duodécimo grado de la secundaria. El 70 por ciento de las chicas y el 62 por ciento de los varones tienen relaciones sexuales antes de los 18 años. Cuando llegan a la universidad, el 80 por ciento de ellos (entre los 18 y los 24 años), las han tenido.
Se calcula que a nivel nacional el siete por ciento de los estudiantes ha tenido relaciones por primera vez antes de los trece años de edad. Hoy en día se estima que el 20 por ciento de los niños entre los doce a los catorce años ya han tenido relaciones sexuales. Una práctica reciente y muy de moda entre los jóvenes es tener “sexo con ropa” y sexo oral, esto es, sexo sin penetración. Se estima que el 55 por ciento de los jóvenes, tanto chicas como varones entre los 15 y 19 años de edad, ya han practicado el sexo oral. Según algunos esta práctica es más común entre los adolescentes que el mismo coito. Pero aun así, la mitad de todos los embarazos fuera del matrimonio son de adolescentes.
Aun entre la juventud que profesa ser cristiana y entre aquellos que promueven la abstinencia sexual no se aprecia un cambio significativo en las estadísticas. La abstinencia solo logra retrasar por un tiempo la práctica sexual.
Por último, en esta mirada a la realidad de las experiencias sexuales juveniles, encontramos lo que entre los jóvenes se llama hook-up, un encuentro con besos, caricias y relaciones sexuales con cualquier extraño, comúnmente en fiestas, o el “tener amistad con beneficios”, un tipo de entendimiento que existe entre dos jóvenes para tener relaciones sexuales sin tener que salir juntos (dating).
Como usted puede ver, la crisis es grande. ¿Qué podemos hacer como padres? ¿Qué papel podemos jugar para ayudar a los niños y a los jóvenes? He aquí algunas ideas:
Afecto, cariño y amor
El demostrar afecto, cariño y amor a los niños en forma tangible desde su nacimiento es el comienzo de la educación sexual. No se puede subestimar lo importante que es esta etapa en la vida de un niño. Es aquí donde el niño queda marcado por el resto de su vida. Aquí es donde recibe el sentido de seguridad que lo sostendrá al enfrentar los ataques a su identidad como persona. Algunos estudios han comprobado que los grandes perpetradores de abuso sexual y violencia doméstica han carecido de afecto en su niñez. Otros señalan que cuando los niños carecen del calor y del toque humano, lo buscarán desesperadamente, sin importar los riesgos que eso signifique.
En su libro Touching [El tocar], de Ashley Montagu, la autora cuenta las memorias de Kabongo, jefe Kikuyu del frica oriental: “Mis primeros años están conectados con los recuerdos de mi madre. Siempre fue cercana. Puedo recordar el cálido confort de su piel cuando me llevaba en sus espaldas y su aroma bajo el ardiente sol. Todo provenía de ella. Cuando tenía hambre o sed, solo tenía que darme vuelta y beber de sus senos. Hoy, cuando cierro mis ojos, siento con gratitud aquella sensación de bienestar cuando descansaba mi cabeza en su suavidad y bebía su dulce leche. Durante la noche, cuando no estaba el sol para calentarme, sus brazos y su cuerpo tomaban su lugar. Al crecer e interesarme por otras cosas, desde allí, desde mi lugar seguro sobre sus espaldas, podía ver sin miedo a mi alrededor; y cuando el sueño me vencía, solo necesitaba cerrar los ojos”.
Grandes cantidades de afecto y amor preparan a los niños para que, mientras crecen, puedan ver el mundo sin miedo y enfrentar los desafíos con certeza y firmeza. Así que, brinde todo el calor afectivo que usted pueda.
Femineidad y Masculinidad
Las niñas necesitan recibir constantemente una reafirmación de su femineidad de parte de sus progenitores, especialmente del padre. En gran parte, las niñas ven a su papá como el “gran hombre” de su vida y depositan toda su confianza en él. En esa relación de padre e hija, esta última desarrolla su fortaleza interior cuando se la trata con respeto y se la ama como mujer. Al alentar la femineidad de la hija, el padre está forjando en ella confianza y respeto propio como mujer. Serán otros hombres los que después asediarán esa misma femineidad con fines personales. Sin embargo, si ella ha desarrollado seguridad propia en su identidad, tendrá mayores probabilidades de decir “NO” a la presión sexual.
Hoy día existe una fuerte presión a masculinizar a las niñas. Por ejemplo, se les entregan a las niñas herramientas que antes eran solo de los varones. Esta masculinización se justifica declarando que ayudará a las niñas a tener mayor éxito para competir en un mundo de hombres. Lamentablemente, los resultados son otros. Para muchas, la pérdida de la femineidad ha significado la pérdida de su virginidad. Y esa sí que es una gran pérdida.
Los hijos varones también necesitan grandes dosis de reafirmación en su masculinidad. No estoy hablando de convertirlos en “machistas”, sino de alentar en los chicos el sentido de una identidad varonil. El varón también necesita sentir seguridad interior. Así como se ha masculinizado la femineidad, también se está afeminando la masculinidad. De esta forma, el hombre comienza a demostrar un patrón de conducta que revela la carencia de una identidad masculina, y esto perjudica el trato saludable que debe existir entre un hombre y una mujer. En este caso, ambos pierden la contribución única que cada uno pueden brindar.
Recuerde: Las niñas femeninas y los varones varoniles están mejor preparados para sobrellevar la presión sexual del mundo que les rodea.
El poder de las conversaciones abiertas
Podría considerarse que la educación sexual ofrecida por los padres a sus hijos es una educación informal. Puede darse mientras usted va viajando y sus hijos van sentados en los asientos traseros del vehículo. Puede ocurrir en la cocina o en el comedor de su hogar, durante el desayuno, la cena, donde sea y como sea. Recuerde que la alternativa es que los medios de comunicación eduquen a sus hijos sobre el sexo. Hoy día estos son la primera fuente de información que tienen los jóvenes, mas importante incluso que sus propios amigos.
Durante esas conversaciones, no deje de preguntar. No deje de dar su opinión sobre las películas, los libros y las revistas que hay por ahí. Recuerde que Hollywood está detrás de las ideas que albergan sus hijos. Usted puede y debe entablar conversaciones abiertas con sus hijos. No le tema al tema. Tenga valor. Abra su corazón y su mente.
Dios inventó el sexo
No importa qué diga o cómo defina el sexo Hollywood. La verdad es que… ¡Dios inventó el sexo! “Hombre y mujer los creó” dice la Biblia (ver Génesis 1:27, 28). Fue Dios quien le dio al ser humano la capacidad de buscar intimidad mutua y el privilegio de procrear. Fue Dios quien ofició el primer matrimonio. Fue Dios quien dio las pautas para el primer hogar y es Dios quien puede darle sabiduría para encaminar a sus hijos por una vida de bienestar emocional y espiritual.
El autor es dirigente juvenil de la Iglesia Adventista en el sur de la Florida.