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Edward A. Murphy, ingeniero aeroespacial estadounidense, inmortalizó esta frase: “Si algo malo puede pasar, pasará”. Hoy vivimos en el “planeta de Murphy”. Todo lo malo está ocurriendo: un virus que se ha ensañado con la humanidad, una guerra que pone en peligro la seguridad mundial, islas de basura en el mar tan extensas como Alaska, aumento del hambre, tráfico de drogas y de seres humanos. Hay motivos para desesperar.

Pero también hay motivos para ser optimistas. Existe el bien. Y el mal no lo puede vencer.

Por supuesto, si hemos de ser optimistas no sería por anclar nuestra fe en la “infinita” capacidad humana para salir adelante ante cada adversidad, porque el hombre ha sido rebasado por los problemas. Solo Dios puede sacarnos de este basurero moral y curarnos de la repugnancia que nos provocan las desatinadas acciones humanas.

Jesús dijo: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (S. Lucas 21:28). Él prometió que vendrá en plenitud de gloria: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo. . . y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (S. Mateo 24:30).

Cuando Jesús cumpla su promesa, todos los que lo amaron serán trasladados a la Patria celestial: “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” (Apocalipsis 22:4). Entonces “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor” (Apocalipsis 21:4). Y ya no habrá más ley de Murphy, porque viviremos bajo la ley de Cristo.

El autor es doctor en Teología, y escribe desde Silver Spring, Maryland.

La ley de Murphy vs. la esperanza

por Minervino Labrador Jr.
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2022