Digamos que tú y yo somos muy buenos amigos. Y digamos que en un sueño, un ser resplandeciente me dice que en algún momento del próximo año tu casa se quemará —tu casa, no la mía. él no me dice la causa del incendio ni me da pistas sobre la fecha, solo que sucederá en los próximos doce meses. Ahora, te pregunto: ¿Desearías que te informara sobre lo que me contó este ser refulgente? ¿Desearías que te dijera que tu casa seguramente se incendiará en algún momento del próximo año?
En los últimos años he hecho esta pregunta a varias personas, y la mayoría dice que sí, que querrían saber, pero algunas han dicho que no. ¿Cuál es tu respuesta? Te diré la mía. Quiero que me informes sobre tu sueño. ¿Por qué? Porque si supiera que en algún momento de los próximos doce meses mi casa se quemaría hasta los cimientos, ¡comenzaría a prepararme ahora! Estoy bastante sorprendido por las personas que me dicen que no querrían saber que su casa se quemaría en los próximos doce meses. ¿Por qué alguien en su sano juicio no querría saber para poder prepararse?
¿Sabes?, yo nunca tuve un sueño así, pero esto ilustra una verdad espiritual importante: Una crisis terrible nos espera, y tú y yo debemos prepararnos para ello, ¡ahora!
La próxima crisis global
Hace 2.500 años, el profeta Daniel nos advirtió sobre esta crisis. Hablando sobre los acontecimientos en el fin del mundo, dijo: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1).
En su instrucción a sus discípulos sobre las señales de su advenimiento y el fin del mundo, Jesús hizo eco de las palabras de Daniel. Una de las cosas que les dijo fue que “habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo” (S. Mateo 24:21, 22).
Reflexiona en lo que dijo Jesús: ¡El venidero tiempo de angustia será tan terrible que si Dios no interviene para detenerlo, la raza humana se convertirá en la próxima especie extinta! No es de extrañar que Jesús lo haya dicho con anticipación para que podamos prepararnos.
Tanto Daniel como Jesús dejaron en claro que esta época de crisis terrible precederá a lo que los cristianos llaman “el segundo advenimiento de Cristo”. Afortunadamente, Jesús no solo nos advirtió. En el capítulo 25 del evangelio de San Mateo nos dio también tres parábolas que ilustran cómo debemos prepararnos para la crisis y para el segundo advenimiento que ocurrirá inmediatamente después.
Diez vírgenes
Encontrarás la primera parábola en los primeros trece versículos de Mateo 25. Se trata de diez señoritas invitadas a un banquete de bodas. En aquel tiempo, se suponía que las muchachas que asistían a un banquete de bodas por la noche debían traer lámparas de aceite para ayudar a iluminar la sala de banquetes. Pero el novio se retrasó varias horas, y ellas se durmieron. Varias horas después las despertó un grito: “¡Aquí viene el esposo. Salid a recibirle!” (vers. 6)
Las chicas se levantaron y tomaron sus lámparas. Pero cinco de ellas no traían reserva de aceite. Sus lámparas estaban por apagarse. Corrieron a comprar más aceite, pero mientras iban, la fiesta nupcial comenzó y la puerta del salón de banquetes se cerró. Cuando regresaron, las chicas llamaron a la puerta, pero el Señor respondió: “No os conozco” (vers. 12).
En esta parábola, el aceite representa al Espíritu Santo, de quien Jesús dijo que es el único Agente que puede transformar nuestras vidas mediante el proceso de conversión, o nuevo nacimiento, para que estemos preparados para la vida eterna. Sin el Espíritu Santo en nuestro ser, cuando enfrentemos pruebas severas renunciaremos a nuestra fe en Jesús. Y cuando él regrese para llevarnos a casa a su banquete celestial de bodas, los que no tengan el Espíritu Santo no podrán entrar en su reino eterno.
La lección es que, todos los días, mediante el estudio de la Biblia y la oración, pasemos tiempo con Jesús, aprendiendo de él y de su estilo de vida. Así que no esperes que llegue la crisis para prepararte. Prepárate ahora con una vida devocional regular.
Los diez talentos
La siguiente parábola de Jesús, en San Mateo 25:12-31, se trata de un rico que hizo un viaje y encomendó a tres sirvientes la administración de su riqueza mientras estaba fuera. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno. Un talento pesaba alrededor de 35 kilos (75 libras), así que, en metales preciosos, ¡eso sería mucho dinero!
La historia no dice qué hicieron estos sirvientes en ausencia del patrón. Lo siguiente que leemos es que el señor volvió, ¡y se mostró extremadamente complacido de que el siervo que había recibido cinco talentos, alrededor de 170 kilos (375 libras) de metales preciosos, hubiera invertido y duplicado el dinero! Entonces le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (vers. 21).
El siervo de los dos talentos también había duplicado el dinero de su amo, y recibió el mismo elogio. Pero el que recibió un talento dijo avergonzado: “Tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo” (vers. 25). El señor le dijo: “Siervo malo y negligente. . . debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento” (vers. 26-28).
Desde que Jesús contó esta parábola, la palabra talento ha llegado a significar las habilidades especiales que Dios da a cada persona. Algunos son muy capaces en ciencia y medicina, y se convierten en científicos y médicos. Otros son sobresalientes en la enseñanza, y trabajan como maestros o catedráticos. Otros se destacan reparando motores, y trabajan como mecánicos de automóviles.
La lección puede no parecer tan espiritual, pero lo es. El punto que Jesús resalta es que le dediques tu mejor esfuerzo a aquello en lo que seas especialmente talentoso. No te desanimes por tu trabajo. No hagas lo suficiente para sobrevivir. ¡Procura sobresalir!
Esto no se aplica solo al trabajo. Si eres voluntario, esfuérzate. Como padre, haz lo mejor para criar a los niños que harán su valiosa contribución al mundo que los rodea. Si eres miembro de una iglesia, no solo calientes el asiento cada sábado; colabora en los proyectos de la iglesia, comparte la carga financiera. No esperes hasta que llegue la crisis para prepararte. ¡Dale a tu familia, a tu iglesia y a la sociedad tu mejor esfuerzo ahora!
Las ovejas y los cabritos
La última parábola de Jesús, en Mateo 25:31-46, trata sobre dos tipos de personas que conocerá cuando vuelva. Los clasificó como ovejas y cabritos. Y así como el señor que regresó de un largo viaje, Jesús tiene palabras de elogio para las ovejas, y palabras de condena para los cabritos.
La lección es que cuando veas a una persona que necesita una palabra de aliento o ayuda financiera, le des tu tiempo, esfuerzo y dinero. Prefiero ayudar a alguien que no lo necesita, que no ayudar a alguien que lo necesita.
No esperes hasta que llegue la crisis para prepararte. Mantente atento a las personas que pueden necesitar tu ayuda y haz lo que puedas para socorrerlos. Así es como tú y yo podemos prepararnos para la próxima crisis mundial y el segundo advenimiento de Jesús.
Generosos o mezquinos (S. Mateo 25)
A las ovejas, él les dirá: “Venid, benditos de mi Padre. . . porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recogisteis, estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí” (vers. 34-36). ¡Las ovejas están sorprendidas! Le preguntan a Jesús cuándo hicieron todas estas cosas buenas por él. Y él responderá: “En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (vers. 40).
Entonces Jesús se volverá hacia los cabritos y les dirá: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis” (vers. 41-43). ¡Los cabritos estarán conmocionados!, y responderán: “¡Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?” (vers. 44). Y Jesús responderá: “En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (vers. 45).
El autor es editor de Signs of the Times®. Con su esposa, Lois, vive en Caldwell, Idaho. Este artículo apareció primero en inglés en la revista Signs® de julio, 2020