Como evangelista de salud y esperanza, a menudo me preguntan: “¿Deberían los cristianos meditar?” Esta pregunta surge de un malentendido común sobre lo que realmente es la meditación. Muchos la asocian con el hecho de vaciar la mente, proveniente de la cultura oriental. Sin embargo, la meditación bíblica consiste en llenar nuestra mente con la verdad de Dios.
En lugar de enfocarnos en el yo, nos enfocamos en su Palabra, sus promesas y su presencia. ¡Aquí está la diferencia! He experimentado personalmente el poder de la meditación, no solo para la salud física sino también para profundizar mi crecimiento espiritual.
La Biblia enfatiza su importancia en Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”. A continuación, mencionamos tres poderosos beneficios de la meditación.
Beneficio físico: reduce el estrés y promueve la salud.
Los estudios demuestran que la meditación disminuye los niveles de cortisol, la hormona responsable del estrés. Cada vez que hago una pausa para respirar y reflexionar en la Palabra de Dios, noto cómo responde mi cuerpo: mi ritmo cardíaco disminuye, mi mente se aclara y experimento una profunda sensación de calma. Así como Jesús se retiraba a lugares tranquilos para orar (S. Lucas 5:16), nosotros también podemos beneficiarnos de momentos de quietud y reflexión. Una manera sencilla es tomarte unos minutos durante el día para respirar profundamente, hacer una pausa y reflexionar sobre la bondad de Dios.
Beneficio espiritual: fortalece tu conexión con Dios.
Para mí, la meditación bíblica no se trata de vaciar mi mente, sino de llenarla con la verdad de Dios. El Salmo 1:2 dice: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”. Cuando nos tomamos el tiempo para meditar en las Escrituras, permitimos que la Palabra de Dios nos transforme. Esto profundiza nuestra fe, nos da sabiduría y alinea nuestros pensamientos con su voluntad. Puedes meditar en la mañana, siguiendo el ejemplo de Jesús con su Padre (S. Marcos 1:35).
Beneficio espiritual: trae paz interior y claridad.
En Filipenses 4:8, Pablo nos instruye a enfocarnos en todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y admirable. La meditación nos permite hacer precisamente eso. Cuando reflexionamos en la bondad de Dios, su amor y su fidelidad, cultivamos un espíritu de paz. Las preocupaciones se desvanecen, las ansiedades disminuyen y obtenemos claridad en nuestro propósito.
Cómo meditar en la Palabra de Dios
Encuentra un lugar tranquilo, libre de distracciones.
Elige un pasaje bíblico para reflexionar.
Léelo lentamente, orando mientras avanzas.
Pídele a Dios que te revele su mensaje a través de su Palabra.
Siéntate en silencio, permitiendo que su presencia llene tu corazón.
El autor es nutricionista y entrenador personal. Escribe desde Seattle, Washington.