Estudios acerca de la naturaleza y el significado de la educación han producido una gran cantidad de definiciones. En su mayoría, las definiciones se confinan al aprendizaje que se obtiene en instituciones académicas; sin embargo, una persona puede ser educada sin haber asistido a ningún colegio o universidad, obteniendo su educación directamente de la escuela de la vida.1
A pesar de los desacuerdos acerca de la naturaleza de la educación, los eruditos concuerdan en su importancia y en los beneficios que brinda. La importancia de la educación puede resumirse con las palabras de Nelson Mandela, quien la identificó como “la herramienta más importante disponible para cambiar el mundo”. Históricamente, la educación ha sido la principal fuente de los avances científicos, sociales, tecnológicos y espirituales que han beneficiado a nuestra sociedad. Este artículo analiza algunos de esos beneficios, los cuales, como un mosaico artístico, construyen un azulejo perfecto en la obra maestra de la educación.
Beneficios mentales
Una de las declaraciones más iluminadoras acerca de la educación la define como “el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales”.2 La mente humana es como un músculo que, para desarrollarse, debe ejercitarse. La educación es el gimnasio donde se ejercita. Durante décadas se ha establecido que el avance educativo está íntimamente atado al crecimiento mental. En verdad, la educación tiene la facultad de llenar mentes vacías con sabiduría y conducta disciplinada. Usando como metáfora el desierto, C. S. Lewis ilustró esta verdad, escribiendo que “la tarea del educador no es talar selvas sino irrigar desiertos donde el cerebro pueda florecer”.3
El crecimiento mental otorgado por la educación confiere al recipiente beneficios indispensables para una vida cotidiana exitosa, tales como:
Responsabilidad en el trabajo. El rigor académico que se vive en la escuela mantiene al estudiante concentrado en asignaciones e investigaciones que debe completar en fechas establecidas. Este constante deber llega a convertirse en un hábito que luego se transfiere a otros deberes cotidianos y profesionales.
Estima propia. La estima propia tiene que ver con la forma como nos percibimos y nos valoramos. Los logros académicos y el conocimiento universal que aprendemos en la escuela acerca de la cultura humana, las matemáticas, la literatura, las bellas artes y las ciencias confieren al individuo un nivel de confianza mayor al poseído previo al avance educativo; particularmente en el aprendizaje de nuevas destrezas.
La habilidad de solucionar problemas y la capacidad cerebral son otros de los beneficios mentales que proporciona la educación.
Beneficios físicos
La inclusión de “educación física” como parte de la educación escolar en Norteamérica se remonta al año 1820, cuando en Northampton, Massachusetts, la escuela Round Hill incluyó “gimnasia” en su currículo con el fin de mejorar la higiene y la salud física de sus alumnos. La salud física obtenida por el ejercicio regular se revela, entre otras cosas, con una vida saludable. El ejercicio físico combate la obesidad y fortalece los músculos, el corazón, la mente y la densidad de los huesos; previene así una multitud de enfermedades y prolonga la vida. Si bien los beneficios conferidos por el ejercicio físico no están confinados a las instituciones educativas, históricamente es en estas instituciones donde el ejercicio físico se ha fomentado regularmente entre los estudiantes, primordialmente en los niveles primario y secundario.
Beneficios económicos
La prosperidad financiera es uno de los beneficios más aspirados de la educación. Estadísticas realizadas por el censo estadounidense revelan que, entre mayor el nivel educativo de la persona, mayor el poder monetario. En general, las personas con títulos universitarios ganan más dinero, el cual, aunque no confiere felicidad, es beneficioso. Ilustrando los beneficios del dinero, Salomón lo compara con un “escudo” protector que “sirve para todo” (Eclesiastés 7:12; Eclesiastés 10:19). Debe notarse que, aunque la educación está asociada con la prosperidad financiera, por sí sola no proporciona dinero; requiere esfuerzo y trabajo arduo. Salomón confirma este concepto al hacer un contraste entre la pobreza del ocioso y la prosperidad del trabajador (Proverbios 10:4; Proverbios 28:19). Con raras excepciones, la educación es casi siempre el “boleto” para salir de la pobreza.
Los beneficios del dinero son muchos; puede ser “alimento para el hambriento, bebida para el sediento y vestido para el desnudo. Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar al enfermo”.4 A pesar de que el costo de la educación es alto, remunera con dividendos múltiples la inversión que se realiza en un inicio. La ganancia puede utilizarse, entre otras cosas, para mejorar la calidad de vida, para la propagación del evangelio y para la educación de los hijos. “El mejor legado que el hombre puede dejar al mundo es una familia educada”.5
Beneficios espirituales
Estudios realizados por la Universidad de Texas revelan que la observancia fiel de creencias religiosas produce “mayores logros educacionales” entre los estudiantes. Este resultado no es sorprendente, considerando los múltiples consejos bíblicos acerca de la educación, donde se recomienda la moderación en la lectura, la perseverancia en las buenas acciones, el crecimiento holístico y la instrucción de los hijos. Lamentablemente, la educación pública en la mayoría de los lugares del mundo prohíbe la práctica de creencias religiosas como la oración en el aula, y la enseñanza de creencias tales como el creacionismo, el diseño inteligente y otras verdades bíblicas que enfatizan conformidad con la Ley de Dios. Los estudiantes en estas escuelas son privados de los beneficios espirituales que emanan de esas enseñanzas.
Comentando acerca de la necesidad de integrar la educación con creencias teístas, Aristóteles declaró que “educar la mente sin educar el alma no es verdadera educación”. Afortunadamente, la educación formal no es necesaria para adquirir un beneficio espiritual. El Espíritu Santo, la Fuente principal de las bendiciones espirituales, está a disposición de todo el que lo desea. La Biblia identifica muchas bendiciones que otorga el Espíritu Santo: convence de pecado, consuela, guía, fortalece, intercede por nosotros y nos sella para la redención (S. Juan 16:7-11; Efesios 3:16; Efesios 4:30).
El origen de la educación
Podemos mencionar la importancia, los beneficios y las características de la educación, pero al final, todo eso es posible debido al origen de la educación integral y el origen en Dios. La siguiente cita de Elena G. de White nos ubica en ese contexto y explica la educación como uno de los vínculos que nos pueden unir con el Eterno:
Todo verdadero conocimiento y desarrollo tienen su origen en el conocimiento de Dios. Dondequiera que nos dirijamos: al dominio físico, mental y espiritual; cualquier objeto que contemplemos, fuera de la marchitez del pecado, en todo vemos revelado este conocimiento. Cualquier ramo de investigación que emprendamos, con el sincero propósito de llegar a la verdad, nos pone en contacto con la Inteligencia poderosa e invisible que trabaja en todas las cosas y por medio de ellas. La mente del hombre se pone en comunión con la mente de Dios; lo finito, con lo infinito. El efecto que tiene esta comunión sobre el cuerpo, la mente y el alma sobrepuja toda estimación (White, La educación, p. 14).
Características del educador
Aunque la lista de características típicas, o incluso deseables, de un educador podría ser bastante más extensa, armando un acrónimo podemos mencionar las siguientes como características esenciales.
E-quipa
D-edicado
U-nificador
C-omunicador
A-daptable
D-isciplinado
O-rganizado
R-esponsable
Características de la educación
Imitativo: Emula características deseables como el amor y el respeto.
Relacional: La buena relación entre el alumno y el maestro contribuye al aprendizaje.
Informacional: Incluye la adquisición de conocimiento teórico y práctico.
Motivacional: El maestro motiva e influye de forma positiva al estudiante.
Transformacional: La buena educación transforma para bien.
Inspiracional: Infunde confianza y anima a la acción.
Afirmativo: Promueve comportamientos positivos.
Participativo: Impulsa el aprendizaje colectivo.
Agencias educativas
Aunque muchas veces se asocie la educación con el contexto académico y escolar, ese no es el único entorno en donde se educa. Identificamos tres agendas educativas fundamentales:
El hogar: El hogar es la agencia educacional primaria y más básica. En esta escuela los padres son los primeros y más influyentes maestros. Toda educación comienza en el hogar; y la educación allí obtenida en la base sobre la que se construyen conocimientos posteriores. Además, con el fin de controlar el aprendizaje de sus hijos, millones de padres estadounidenses han optado por educarlos íntegramente en el hogar, en lo que se conoce comúnmente como home schooling. En el año 2022 había 3.7 millones de estudiantes en este formato.
La iglesia: Tanto la iglesia como el hogar influyen en la educación de los hijos desde la cuna. La iglesia, en particular, ofrece un ambiente social donde se fomenta el altruismo, el respeto, el autocontrol, y donde se establecen amistades cristianas para toda la vida. La educación en la iglesia abarca la vida entera y, acorde a su propósito, desarrolla a los individuos a lo largo de la vida.
Educación formal: Esta es la agencia educativa acreditada por los gobiernos nacionales, donde se cuenta con aulas de clase, equipos didácticos de enseñanza y maestros profesionales. Abarca desde la educación inicial (a partir de los 3 años) hasta los estudios de posgrado y, cada vez más, la educación continua para profesionales.
1. Nota del autor—A petición del lector, el autor ofrece enviar una versión de este artículo, con las referencias de pie de página que fueron omitidas, para ampliar el contenido (ricardo@andrews.edu).