Observando nuestro mundo, parece cada día más y más fuera de control. ¿Dónde está la paz para la cual fueron creadas las Naciones Unidas? Esta fue la pregunta que el presidente Zelensky le hizo al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Las Naciones Unidas fueron creadas en octubre de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial, con el propósito de que nunca más hubiera una crisis similar en el mundo. Las imágenes desgarradoras de Ucrania, la violencia criminal en México, la inestabilidad en Venezuela, y muchos más conflictos en todo el mundo demuestran que a pesar de sus buenas intenciones, la paz mundial y la eliminación de los conflictos no depende de lo que la ONU, o alguna otra organización, decida en sus congresos. A causa de las guerras y de las crisis económicas y sociales, se incrementan las inmigraciones masivas en todo el mundo.1
Algunos estudios nos dicen que centenares de miles de personas se han ido de sus países a lugares desconocidos, donde deben aprender un nuevo idioma y adaptarse a nuevas culturas y costumbres, dejando a sus seres queridos en su tierra de origen, a la espera de una mayor estabilidad económica. Si a esos factores le agregamos la injusticia social que vemos a nuestro alrededor, manifestada en desigualdades muy marcadas porque algunos pocos acceden a una buena cobertura de salud y educación, a la vez que la mayoría no solo no tienen cubiertos esos derechos, sino que ni siquiera tienen satisfechas sus necesidades básicas: una buena alimentación, el acceso a una vivienda digna, al agua potable y a la energía eléctrica. De acuerdo a algunos estudios, hay aproximadamente 696 millones de personas en el mundo que viven en la pobreza extrema, sobreviviendo con menos de dos dólares al día.2
A estos factores le agregamos el racismo que padecen las minorías en cualquier país del mundo. El Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington D.C, publicó recientemente una investigación que demuestra que alrededor de cuatro de cada diez latinos con piel más oscura (41 por ciento) dicen que han experimentado discriminación o tratos injustos.3
¿Como cristianos, cómo podemos responder a estas crisis en las que vivimos? La Palabra de Dios nos llama a atender las necesidades de los más desprotegidos (ver S. Mateo 25:31-40), y hace de nuestras acciones en favor de los otros el criterio del juicio de Dios a las naciones. La Palabra de Dios también nos consuela. El apóstol Juan dice: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). El que está sentado en el trono es Cristo, nuestro Salvador, cuya carne fue quebrantada para nuestro consuelo ante el sufrimiento y la muerte, cuya vida fue entregada para que tengamos vida eterna (ver S. Juan 3:16).
Las buenas noticias son que, aunque este mundo parece estar fuera de control, Dios muy pronto va a poner fin a tanta congoja. Podemos estar seguros de que el corazón de Dios sufre junto con sus hijos e hijas. Santiago nos dice que tengamos “paciencia hasta la venida del Señor” (ver Santiago 5:7-11).
Al mismo tiempo, como ya mencionamos, nos ha dado una tarea como sus hijos: aliviar el dolor y el sufrimiento de los demás, y testificar de la esperanza que tenemos como hijos de Dios. Él nos ha llamado a ser sus agentes de buenas nuevas, llevar consuelo y luz. Jesús, hablando de su misión, dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor (S. Lucas 4:18, 19). “Había aldeas enteras donde no se oía un gemido de dolor en casa alguna, porque él había pasado por ellas y sanado a todos sus enfermos. Su obra demostraba su unción divina. En cada acto de su vida revelaba amor, misericordia y compasión; su corazón rebosaba de tierna simpatía por los hijos de los hombres”.4
En nuestro mundo vamos a estar rodeados de sufrimiento, pero tenemos la oportunidad de llevar esperanza con nuestras manos a quienes sufren a nuestro alrededor, al mismo tiempo que testificamos del amor de Dios y esperamos con paciencia la redención final de los hijos de Dios.
El autor tiene una maestría en Divinidad, y está cursando un doctorado en Ministerio. Escribe desde Stoneham, Massachusetts, donde ejerce su ministerio pastoral.
1. “International Migration 2020”, Datos del Departamento de Economía y Asuntos Sociales de las Naciones Unidas acerca del número de inmigrantes internacionales en 2020 en https://www.un.org/development/desa/pd/sites/www.un.org.development.desa.pd/files/undesa_pd_2020_international_migration_highlights.pdf, consultado en marzo 2023.
2. “LAC Equity Lab: Plataforma de Análisis de Pobreza y Desigualdad”, Banco Mundial, Plataforma de Pobreza y Desigualdad. Los datos proceden de fuentes gubernamentales oficiales o han sido calculados por el personal del Banco Mundial utilizando umbrales de pobreza nacionales (es decir, específicos de cada país), en https://www.bancomundial.org/es/topic/poverty/lac-equity-lab1/overview, consultado en marzo 2023.
3. “ Latinos and discrimination”, Pew Research Center: El estudio fue realizado en 2021, en medio de la pandemia, con más de 3,000 participantes por Internet, en https://www.pewresearch.org/hispanic/2018/10/25/latinos-and-discrimination/, consultado en marzo 2023.
4. Elena G. de White, El camino a Cristo, p. 11.