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Cuando pienso en los desafíos que los jóvenes enfrentan, me acuerdo de los encuentros que he tenido en zonas de guerra. Muchos jóvenes se ven obligados a participar en conflictos armados. Su desafío es, no solo la supervivencia, sino cómo lidiar con los traumas que los seguirán de por vida.

Para otros jóvenes, su desafío es la sociedad donde viven: una sociedad rígida y autoritaria, controlada por tradiciones que predeterminan lo que harán con sus vidas, cuáles serán sus creencias, y a quiénes amarán. He conocido a otros jóvenes en lugares de extrema pobreza, para quienes su mayor desafío es encontrar agua o pan.

Me dedico a proveer recursos espirituales a jóvenes y adolescentes en todo el mundo, pero no quiero enfocarme en situaciones extremas en lugares remotos, sino en los jóvenes de América del Norte. A causa de la influencia mundial de la cultura estadounidense, muchos jóvenes de cualquier lugar se identificarán con este análisis y con las soluciones propuestas.

La juventud es el tiempo en que se define la vida mediante una serie de decisiones, intencionales o no. Este es el mayor desafío de la juventud. Quiero ilustrar el tema relatando algunas experiencias que he tenido con jóvenes reales, aunque sus nombres en este artículo son ficticios.

Esteban

Esteban es un joven universitario. Busca respuestas a preguntas que recientemente han inundado su mente. ¿Tuvo Dios algo que ver con el origen y el desarrollo de la humanidad? ¿Cómo puedo reconciliar los hallazgos de la ciencia con mis creencias religiosas tradicionales? ¿Existe un propósito? ¿Tiene sentido la vida? ¿Cuál es el destino, si hay alguno, de la raza humana? ¿Cuál es mi papel en ese destino? ¿Cuál es la base de la moral? ¿Cómo puedo ser relevante?

Es necesario tomar estas preguntas con seriedad. Ofrecer respuestas prefabricadas es una falta de respeto. Considero que Esteban no está solo ante estos interrogantes. Es posible que tú también te encuentres perplejo ante alguna o todas estas incógnitas. El desafío consiste en que en esta época la respuesta es cada vez más elusiva. Paradójicamente, esta época de excesiva información es la de mayor desinformación. Es muy difícil discernir entre hechos y fabricaciones. A diferencia de Esteban, muchos toman una actitud indiferente, y eso se refleja en su estilo de vida.

Johana

Johana tiene 16 años. Durante mucho tiempo había sufrido burlas en la escuela a causa de su aspecto físico (“body shaming”), y se había sentido frustrada por su fracaso en parecerse a los “modelos” expuestos en los medios. Cuando conversamos, se consideraba una sobreviviente. Había hallado a una amiga que la aceptó como era, la encontraba hermosa, y la amaba sin condiciones. El problema era que sentían que su relación era romántica, y esperaban un día ser “pareja”.

Como Johana, muchos jóvenes no saben quiénes son, no confían en su apariencia ni tienen definida su sexualidad. Han permitido que la sociedad, los medios y las corrientes de moda determinen esos aspectos de tanta importancia.

Juan

Juan proviene de una familia en la que siempre se sintió abusado. En su adolescencia se unió a una pandilla, y por fin sintió que pertenecía a algo. Aunque es cristiano, le resulta difícil confiar en otros. Siente que su círculo no lo apoya, y el grupo que lo apoya no lo induce a tomar buenas decisiones. Sufre de soledad, y ha tenido etapas de profunda depresión.

El problema de Juan es común. A pesar de que los jóvenes forman parte de una comunidad inmersa en el universo de los medios sociales, muchos se sienten abandonados y solitarios. La sociedad solo les ofrece relaciones superficiales o interesadas. Las pandillas y el mundo virtual han tenido más éxito en brindarles el apoyo que la familia, la escuela y la iglesia debieron ofrecerles.

William

William no se decide a qué dedicar su vida. Lo que le gusta no es rentable, y las alternativas demandan mucho esfuerzo. Pero no quiere pasar la vida recibiendo un simple salario mensual.

La dinámica socioeconómica cambia rápidamente. En algunos casos, oficios que eran rentables ya no lo son pocos años después. Muchos jóvenes no saben decidir si dedicarse a lo que aman o a lo que les rinde mejores ingresos. En los casos en que ambos intereses coinciden, la pregunta es: ¿Vale la pena el esfuerzo?

María, Tony, etc.

Escribo más de un nombre porque las historias se repiten. Tony tiene problemas con las drogas, Pedro no puede controlar el alcohol, y Ramón es fumador compulsivo. Son cristianos que, a pesar de haber aceptado la fe hace poco tiempo y ser miembros de una iglesia, luchan con esas adicciones.

A María, su adicción a las redes sociales no le permite ser disciplinada y cumplir sus responsabilidades universitarias. Es procrastinadora. Imagino que los casos de María, Tony, Pedro y Ramón no son únicos. Millones de jóvenes ven cómo sus vidas se les escurren de las manos mientras pierden el tiempo esclavizados por malos hábitos.

Cristina

Cristina, por mucho que intenta, no siente que su vida espiritual tenga sentido. Es consciente de que hay un vacío en su alma, pero las actividades de la iglesia no logran llenarlo. Aunque cree de todo corazón y nunca ha pensado ser atea, Dios ha perdido relevancia para ella.

Preguntas, respuestas y más preguntas

Creo que las preguntas, los conflictos y dilemas de estos jóvenes son importantes. No pretendo dar respuestas, ni tener una respuesta absoluta, pero quiero invitarte a tomar conciencia de que hay que ver la vida con seriedad. Solo tenemos una vida, y hay que vivirla en plenitud.

La juventud es una época de desafíos, pero también de grandes posibilidades, recursos y oportunidades. Concluyo con las últimas palabras de un sabio que vivió su juventud al extremo.

“Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. . . pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas. . . Porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión. . . Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: ‘No me trae ningún placer vivirlos’. . . Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. Dios habrá de pedirnos cuentas de todos nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto” (Eclesiastés 11: 9, 10; 12:1, 13, 14, DHH).*

Herramientas necesarias para vivir con éxito en la juventud

Cosmovisión. La Biblia te brinda una narrativa fiel de tus orígenes, una base para la moralidad, y esperanza para el futuro. El Espíritu Santo que inspiró la Biblia puede guiarte en la búsqueda de la verdad (Génesis 1, 2, 3; Salmo 8; Juan 16:13-15; Jeremías 29:11; Apocalipsis 6:14-17).

Identidad. Tú no te creaste a ti mismo. Eres una criatura de Dios. Por lo tanto, no eres lo que crees que eres o quieres ser, ni lo que la sociedad quiere venderte como tu identidad. Tú eres lo que tu Creador dice que eres. Eres una creación especial, amado por Dios, comprado por la sangre de su Hijo, para vivir una vida en santidad de acuerdo con su plan eterno (Romanos 8:15-17; Efesios 1:4).

Metas. Dios puede revelarte su plan para tu vida. Dentro de ese plan puedes descubrir la preparación que necesitas para cumplir el alto ideal de Dios para ti (Isaías 33:21; Jeremías 29:11; Jeremías 33:3; S. Mateo 6:33; Colosenses 1:9; Colosenses 3:1-3).

Grupo. Fuimos dotados de una naturaleza social, diseñados para vivir en comunidad y ser afectados por otros. No es sano vivir en soledad. Puedes decidir quiénes formarán parte de tu grupo de apoyo. Sé parte de un grupo con valores morales, quienes, mientras te acepten como eres y te brinden amor incondicional, te motiven a desarrollar lo mejor que Dios puso en ti. Busca una iglesia que provea un ambiente de crecimiento personal (Génesis 2:18; Romanos 12:3-20; Romanos 14:7; Gálatas 6:1-4).

Hábitos. Busca ayuda contra malos hábitos y adicciones. Con el poder de Cristo, puedes vencer toda adversidad. Sé diligente, esforzado y confiable (Eclesiastés 9:10; Romanos 8:28; 1 Corintios 10:13; Filipenses 4:8, 13; 2 Timoteo 2:15).

Actitud. Nunca te consideres preso de las circunstancias. Dios ha colocado una victoria dentro de cada batalla, y una bendición en cada problema que te toque enfrentar. Adopta una actitud guerrera contra las circunstancias adversas, y ten fe en la victoria de Dios (Romanos 8:28; Filipenses 4:13; Hebreos 11:32-39).

Dios. No trates de encuadrar a Dios dentro de normas, mandamientos, costumbres y tradiciones. Dios es un Ser personal que quiere hablar y relacionarse individualmente contigo. Búscalo de todo corazón, habla con él cada día, y estudia la Biblia, no para tener más información, sino para oír su voz y su mensaje para ti (Jeremías 33:3; S. Mateo 7:7-11; S. Mateo 11:25-30; S. Mateo 22:37-39; S. Juan 15:14-17).

* La cita marcada con DHH fue tomada de la Santa Biblia, versión Dios habla hoy ®, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996. Used by permission.

El autor es dirigente mundial de la juventud cristiana adventista, y capellán reservista de la Marina de los Estados Unidos.

Desafíos juveniles

por Andrés Peralta
  
Tomado de El Centinela®
de Agosto 2022