Las promesas nos cautivan y nos dan esperanza, aunque sabemos que algunas nunca se cumplirán. El problema no está en las promesas en sí mismas, sino en quienes las hacen.

La Biblia está llena de promesas. En su libro All the Promises of the Bible [Todas las promesas de la Biblia], Herbert Lockyer declaró que hay más de 8,000 promesas en la Biblia.1 Este dato nos muestra que Dios está interesado en que tengamos una vida llena de esperanza. Una de las declaraciones más conmovedoras de la Biblia afirma precisamente eso: “Porque yo conozco los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11, NVI).2 La promesa y la esperanza caminan de la mano.

Una promesa única

De todas las promesas de la Biblia solo una es llamada la “esperanza bienaventurada”, y esa es la promesa de la segunda venida de Jesús (Tito 2:13). Esta promesa abraza a todas las demás porque es en ocasión de la segunda venida de Cristo cuando los sueños, los anhelos y la esperanza de redención de todos los hijos de Dios finalmente alcanzarán su pleno cumplimiento. La esperanza cristiana nos asegura un futuro cierto.

Nada puede superar la dicha de tener el privilegio de ver el rostro de Aquel a quien hemos esperado y amado “sin haberlo visto” (1 Pedro 1:8). El apóstol Juan expresó: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). En la dicha de ver a nuestro Señor “cara a cara” (1 Corintios 13:12) encontramos la razón de la “bienaventuranza” de la esperanza que tenemos. Jesús es la encarnación misma del cumplimiento de nuestra esperanza. “Todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20).

Jesús es la encarnación misma del cumplimiento de nuestra esperanza.

Una promesa inconmovible

Nuestra esperanza está fundamentada en la promesa que hizo Jesús de ir a la “casa del Padre” a “preparar lugar” para nosotros, y luego venir “otra vez” para llevarnos a las mansiones celestiales (S. Juan 14:1-3). Tomamos esta esperanza y la creemos de todo corazón, porque quien la hizo “no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Números 23:19).

Es imposible que la promesa del regreso del Señor se marchite, pierda su vigencia o su propósito. Ella nos proporciona la fortaleza para afrontar las vicisitudes de la vida, sabiendo que “los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” (2 Corintios 4:17, 18, NVI).

La meta de nuestra esperanza

La segunda venida es la meta hacia donde se dirige la obra salvadora divina. Pablo habló de dos “manifestaciones” salvíficas divinas. La primera es “la gracia salvadora” que se manifestó generosamente “para salvación a todos los hombres” en ocasión del primer advenimiento de Jesús a este mundo (Tito 2:11). La segunda es la salvación final que será otorgada a quienes aceptaron a Jesús antes del fin de los tiempos (S. Juan 3:16). Entre ambos eventos se introduce una motivación para vivir apartados de “la impiedad y las pasiones mundanas” y “con dominio propio, justicia y devoción” (Tito 2:12, NVI).

La segunda venida de Jesús es la “esperanza bienaventurada” de los creyentes; será un evento glorioso y visible para todas las personas. Entonces los fieles recibirán la recompensa de la vida eterna y se reencontrarán con todos los demás fieles de todos los tiempos. Entonces, los justos vivirán la vida eterna junto a su Señor. “¡Amén; sí, ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20).

Un evento único y glorioso

Algunos teólogos calculan que en la Biblia hay unas 1,500 referencias a la segunda venida de Cristo. Solo en el Nuevo Testamento, 1 de cada 25 versículos trata sobre ese tema.3 La Biblia ofrece la siguiente perspectiva sobre este evento:

  1. Será el cumplimiento final de las promesas divinas. Históricamente, la fe de los santos fue sostenida por esta promesa (Isaías 63:1-6; Zacarías 14:1-4; Daniel 12:1; Judas 14).
  2. Será un evento visible y glorioso. Contrario a lo que afirman algunos cristianos, la segunda venida de Jesús no será secreta: “Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27; ver también versos 30-31; Hechos 1:9-11).
  3. Será entonces cuando resucitarán los muertos justos. El apóstol Pablo señala que en la segunda venida, “los muertos en Cristo” resucitarán y se unirán a todos los fieles que estén vivos. “Así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:13-17; 1 Corintios 15:51-57).
  4. Será el día cuando seremos recompensados conforme a nuestras obras. Tanto los Evangelios como el Apocalipsis afirman este hecho (S. Mateo 16:27; Apocalipsis 22:12).

1. Herbert Lockyer, All the Promises of the Bible (Grand Rapids, Michigan: Zondervan Publishing House, 1962).

2. Las citas marcadas con NVI fueron tomadas de la Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® © 1999, 2015, 2022 por Biblica, Inc.®. Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.

3. Ted N. C. Wilson, “La Segunda Venida de Cristo”, División Interamericana, 22 enero 2021, en https://interamerica.org/es/2021/01/la-segunda-venida-de-cristo/.

El autor es pastor, escritor y orador, con más de una docena de libros publicados. Tiene una maestría en Ministerio Pastoral, y escribe desde Nueva York.

Una esperanza que no se marchita

por Héctor A. Delgado
  
Tomado de El Centinela®
de Julio 2025