Una de las preguntas más frecuentes que escucho como nutricionista es: ¿Cómo puedo dormir mejor? ¡Qué pregunta tan importante! En la vida vivimos desgastándonos o recuperándonos. El sueño es muy importante para nuestra recuperación y calidad de vida. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Me estoy durmiendo bien? ¿Cómo conciliar el sueño? ¿Me cuesta mucho dormir? Aquí hay algunos consejos para dormir mejor y experimentar una buena recuperación.
Preparar el ambiente: Asegúrate de que tu habitación esté oscura. La oscuridad tiene una función especial en el cuerpo: regula el ciclo de sueño al indicarle al cuerpo que produzca melatonina, una hormona secretada por la glándula pineal que contribuye a dormir mejor. Además, sé consciente de la temperatura ambiental. De acuerdo con la mayoría de los estudios relacionados con el sueño, la temperatura ideal para dormir es entre 60º y 67º F (entre 15 y 20º C). Esto difiere en las personas de más edad; según investigaciones recientes, las personas de mayor edad concilian el mejor sueño a una temperatura ligeramente más cálida, de aproximadamente 68º a 77º F (20 a 25º C). Experimenta para comprobar qué te funciona mejor para descansar bien.
Incluye actividades físicas en tu rutina diaria: Según los investigadores, un ejercicio moderado incrementa las ondas lentas (ondas de actividad eléctrica cerebral que se producen durante el sueño profundo y que se caracterizan por ser largas y pausadas). El ejercicio le da al cuerpo la oportunidad de rejuvenecer. Elige un momento del día en el cual puedas hacer activad física durante 30 minutos o más. Evita hacer ejercicio demasiado cerca de la hora de dormir, ya que podría llenarte de energía e interrumpir tu descanso. Algunas personas prefieren ejercitarse por la mañana, mientras que otras lo hacen por la tarde. La clave es identificar qué funciona mejor para ti y mantener una rutina constante por lo menos tres a cinco veces por semana. Lo más importante es tomar acción.
Controla tus preocupaciones: Haz lo posible por resolverlas antes de acostarte. La preocupación puede robarte el sueño al generar un mayor estado de ansiedad y excitación mental, impidiendo la relajación necesaria para descansar mejor. Recuerda, tu parte es hacer las cosas con excelencia y confiar en que el resto le pertenece a Dios. No cargues tu maleta tú solo o sola; descárgala a sus pies.
Si tu meta es dormir mejor, empieza o continúa aplicando estos tres pasos: prepara el ambiente, incluye actividad física en tu rutina diaria y procura resolver o controlar tus preocupaciones antes de ir a dormir. Recuerda: la vida es corta, y vivir sin gozo no tiene sentido. Es momento de recuperar y rejuvenecer. Cuando las preocupaciones te abrumen y no sepas qué hacer, acude a Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (S. Mateo 11:28). En él encontrarás el descanso que nada ni nadie más te puede otorgar. No te preocupes, porque esto deteriora tu salud. Es tiempo de dormir mejor, y la presencia de Jesús en tu vida es la mejor fórmula. ¡Feliz descanso!
El autor es nutricionista y entrenador personal. Escribe desde Seattle, Washington.