Muchos adventistas están dentro de los más longevos de los Estados Unidos porque buscan obedecer las leyes que Dios dejó escritas en la Biblia.
En el año 2001 se publicó una investigación científica titulada “Ten Years of Life: Is It a Matter of Choice?” [Diez años de vida: ¿Es asunto de elección?].1 Allí se afirmaba que los adventistas de Loma Linda, California, tienen una expectativa media de vida de 7 a 10 años más que el resto de los californianos que participaron del estudio y que no eran adventistas. Este estudio fue utilizado por National Geographic para la edición de noviembre de 2005, y Loma Linda fue catalogada como una de las “zonas azules” del mundo (término utilizado para indicar los lugares del mundo donde las personas viven más y con mejor calidad de vida).2
El secreto de la longevidad
La razón por la que muchos adventistas están dentro de los más longevos de los Estados Unidos es porque buscan obedecer las leyes de salud que Dios dejó escritas en la Biblia. Allí Jesús declara que una parte de su misión en la tierra fue “que tengan vida. . . en abundancia” (S. Juan 10:10). La palabra griega que se traduce como “abundancia” (perissos) significa: “Más allá de lo previsto. . . que trasborda los límites esperados”.3 Es una promesa que se cumple con precisión en muchos adventistas. Además, Dios nos invita a que guardemos los mandamientos y no olvidemos su ley “porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán” (Proverbios 3:1, 2). Estas son promesas reales de longevidad y calidad de vida, y están a nuestro alcance.
Entonces, ¿qué principios bíblicos aplican los adventistas?
Cuidados en la ingesta de alimentos
En el Antiguo Testamento, las ofrendas que se traían al templo por lo general eran comestibles, desde cereales hasta animales. De todo se sacaba una porción para que comieran los que trabajaban en el templo (Números 18:8-14). Dios dio especificaciones claras sobre qué tipo de ofrendas llevar (Levítico 22:20). Los adventistas entienden que es importante cuidar lo que se come, ya que, al igual que las ofrendas en el Antiguo Testamento, los alimentos también representan una ofrenda (1 Corintios 10:31), y nuestro cuerpo, el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19, 20).
En Levítico 11, Dios da una lista de los animales puros e impuros. Lo hizo principalmente para que el hombre se conservara santo aun a la hora de comer. La razón que se brinda al final del capítulo es: “Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:44). Este mismo pensamiento está presente en el capítulo anterior, donde se especifica la razón por la que Dios prohíbe el vino y el licor: “Para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio” (Levítico 10:10). Entendiendo estos principios bíblicos, los adventistas no ingieren bebidas alcohólicas ni carnes de animales impuros. Así, dan gloria a Dios y aumentan sus años de vida.
Un descanso especial
Otro principio bíblico que los adventistas cumplen, a diferencia de la mayoría de la población, es el descanso sabático. Al obedecer a Dios y su mandamiento de guardar el sábado, colocan su confianza en que Dios proveerá, y así pueden descansar en sus promesas (Éxodo 20:8-11). Esto es una fuente de paz y de fe que contrasta con el sentir de una sociedad que vive desenfrenada, y que solo lo entiende quien lo experimenta.
En un mundo donde muchos se preguntan: “¿Qué pasará si no trabajo en sábado?”, la respuesta podría ser: “Vivirás más y mejor”. Dios nos manda a dejarle nuestras cargas y problemas (S. Mateo 11:28). La alternativa es ser víctima del estrés, una de las principales causas de muerte a nivel mundial.
Un dato curioso es que, si no trabajas los sábados durante 70 a 75 años, habrás dedicado alrededor de 10 años de tu vida a Dios, descansando en su santo día (Ezequiel 20:12). Es peculiar que ese es el tiempo extra que viven los adventistas del séptimo día por sobre el resto de la población. Tal vez sea un indicativo de que, si le damos a Dios nuestros sábados, él nos los devolverá en años y calidad de vida.
De la teoría a la práctica
Es necesario reconocer que hay otros principios de salud que los adventistas practican que no son exclusivos de ellos. Estos principios son conocidos como “los ocho remedios naturales”: (1) beber suficiente agua; (2) dormir las horas adecuadas; (3) hacer ejercicio físico; (4) tomar luz solar en horarios apropiados; (5) respirar aire puro; (6) comer saludable; (7) evitar los excesos y (8) confiar en Dios.
Para concluir, también es verdad que lo que llevaremos al cielo no será este cuerpo mortal (1 Corintios 15:52). Sin embargo, hay al menos otras cuatro razones bíblicas por las cuales necesitamos tener salud: para valorar el regalo de la vida (3 Juan 2), por amor a Dios y para honrarlo (1 Corintios 6:20), para servir al prójimo (Efesios 4:28) y para evitar las consecuencias desastrosas de nuestra desobediencia (1 Corintios 3:17). Después de todo, “ninguno de nosotros vive para sí” (Romanos 14:7, 8).
Ahora que sabes el secreto, ¿estás dispuesto a sumar años a tu vida? Recuerda, se trata de salud y también de santidad. Si somos fieles en lo poco, Dios nos dirá: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (S. Mateo 25:23).
Pensamientos sobre el consumo de carne
Dios solo permitió el consumo de carnes limpias después del diluvio universal, casi 2,000 años después de la creación del hombre (Génesis 9:3). Las indicaciones de Levítico 11 sobre los animales puros, además de ser por razones de pureza y santidad, fueron dadas para proteger la salud del ser humano. En el principio, cuando Dios creó al hombre, no estaba en sus planes que el ser humano consumiera carne (Génesis 1:29). Aun así, lo permitió en varias oportunidades. Por ejemplo, cuando el pueblo de Israel empezó a desear las carnes de Egipto mientras iba por el desierto rumbo a Canaán. La voluntad de Dios para ellos era que se alimentaran de maná, pero ellos exigieron carne. Dios se la concedió, pero las consecuencias fueron mortales (Números 11:33, 34).
Si bien es cierto que en el pasado Dios permitió comer algunas carnes, en la actualidad, la mayoría de ellas son perjudiciales. Una publicación de la Organización Mundial de la Salud en 2015 confirmó la estrecha relación que existe entre las carnes procesadas y el cáncer.* Aquellos que se están preparando para vivir con Dios eternamente harían bien en abandonar el consumo de carnes. Después de todo, en la vida eterna donde ya no habrá más muerte (Apocalipsis 21:4), la carne no será parte del menú. El llamado de Dios para estos días es que volvamos al plan original y escojamos la vida (Proverbios 4:20-22; Deuteronomio 30:15-19), así como el profeta Daniel en la corte real (Daniel 1:8).
El autor trabaja como pastor asociado en Texas, Estados Unidos.