La revista Forbes publica anualmente la lista de las personas más ricas del mundo. Las cinco más ricas en 2022 aparecen en el siguiente orden: Elon Musk (Tesla), Jeff Bezos (Amazon), Bernard Arnault (LVMH), Bill Gates (Microsoft) y Warren Buffett (Berkshire Hathaway).1 Las cifras que forman sus riquezas son estratosféricas e impresionantes, pero aun así, solo componen una parte muy escasa en comparación con las existentes en todo el planeta. No obstante, existe un propietario legítimo de los bienes y riquezas, y de todo lo que existe en el mundo.
Pero he aquí algunas preguntas: ¿Por qué mucha gente trabaja incesantemente pero no puede suplir las necesidades más primordiales de su vida? ¿Por qué hay mucha pobreza, siendo que a la vez existe mucha riqueza? ¿Son del todo buenas las riquezas? ¿Cómo puedo enfrentar la incertidumbre financiera? ¿Dios puede resolver mis retos financieros?
El origen de las riquezas
El origen de la vida y de las riquezas es uno de los enigmas más grandes que ha emergido en la mente de los seres humanos. La Biblia ofrece un relato fiel de los orígenes de nuestro planeta. Su primer texto declara: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Aquí Dios se presenta como el Creador de una obra magna y maravillosa, que por su poder y palabra, cada día de la semana diseñaba de manera magistral nuestro mundo. Comenzó con la formación del día y de la noche, hasta su obra cumbre: nuestros primeros padres. Durante el proceso de la creación, el relato sagrado subraya repetidamente: “y vio Dios que era bueno” (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31), afirmando la excelencia de su obra.
El dueño de las riquezas
La Biblia, además, describe algunas de las posesiones de Dios: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmo 24:1). Terrenalmente, los seres humanos pueden ser dueños de una porción de espacio limitado, ya sea para residir, para tierras de cultivo, agricultura, ganadería, o para establecer un comercio o empresa. Pero de igual manera, es un espacio tan ínfimo que, contrastado a la extensión de tierra y mares en el mundo, no tiene comparación. Además, le pertenece todo lo que habita en este vasto mundo: los minerales y el petróleo del subsuelo, las estrellas, el agua, el aire, los bosques, todo. También dice el registro Sagrado que los que habitan en el planeta le pertenecen a Dios; es decir, todo lo que se mueve, como la fauna, el reino vegetal, y sobre todo, los seres humanos. Consecuentemente, también Dios es el dueño de las riquezas, “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8).
Legado y misión de las riquezas
En su infinita sabiduría, Dios prescribió un plan asombroso y exclusivo para la primera pareja, Adán y Eva: “Y les dio su bendición: ‘Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo; dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran’” (Génesis 1:28, DHH).2 Esencialmente, les dio el indicativo de procrear el planeta, y además les dio dominio sobre la naturaleza. Ciertamente, fue un dominio positivo y no para explotarla.3 Tal potestad era en términos de armonía y unidad, quedando ambos a cargo como administradores y representantes de Dios. Providencialmente, Dios les concedió la bendición y sabiduría para gobernar la tierra y sus posesiones; esto implicaba una responsabilidad única de administrar tan alto cometido. ¡Qué maravillosa misión divina! ¡Fue un privilegio sublime cuidar los recursos concedidos por el Creador!
El proveedor de las riquezas
Es esencial percibir y comprender las maravillosas promesas de Dios para suplir las necesidades de sus criaturas. La Sagrada Escritura declara:
“Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado” (Deuteronomio 28:11, 12).
Estos “bienes” son mucho más que bienes materiales. Esta hermosa promesa se puede esbozar de la siguiente manera: 1) Dios desea que nuestros bienes sobreabunden; es decir, que consigamos no solamente lo indispensable, sino que excedan. 2) Abrirá buenos tesoros, proveyendo el cuidado de nuestro trabajo y posesiones. 3) Bendecirá la obra de nuestras manos; es decir, que desea el bienestar en todo lo que realicemos, no solamente con la fuerza de nuestras manos, sino con todo nuestro ser. 4) Incluso, poseeremos tantos bienes, que en lugar de pedir prestado, tendremos para ayudar a los necesitados.
Un aspecto muy importante para alcanzar el bienestar integral y la felicidad es comprender que hay aspectos más importantes en la vida que el dinero o las riquezas, y que cuando se colocan en su perspectiva correcta, entonces se produce un cambio de actitud hacia ellos en relación a la vida.
Una fe abundante
Para que se cumplan las promesas de Dios, no solamente necesitamos perseverar en confiar y conocer los planes de Dios para nuestro bienestar. También es imprescindible desarrollar una fe viva y genuina. La fe en sí misma no tiene méritos, es solamente un medio. La Biblia nos menciona lo siguiente en cuanto a la fe: “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos” (Hebreos 11:1, DHH).
Posiblemente te ha inquietado pensar en el futuro, y lo has enfrentado con inseguridades que asechan tu paz y estabilidad. Pero si confías en el poder de Dios y ejerces fe en él, tu vida cambiará para bien. Es importante mencionar que la fe va acompañada de la oración. ¿Qué es orar? Una prolífica escritora lo describe así: “Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. . . La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a él”.4 El resultado será fenomenal, pues Jesucristo dijo: “Y todo lo que ustedes, al orar, pidan con fe, lo recibirán” (S. Mateo 21:22, DHH).
La fe y la oración van unidas. Te animo a que te apropies de estos ingredientes primordiales para tu vida, confiando en las hermosas promesas divinas y pidiendo conforme a la voluntad de Dios. Hoy ha llegado el día y la oportunidad para iniciar esta nueva etapa en tu vida.
Atributos de un Dios proveedor y sustentador
Atributo |
Texto |
Descripción |
Dios es proveedor |
Filipenses 4:19 |
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta y sustentador conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. |
Dios es misericordioso |
2 Crónicas 30:9 |
“Porque Jehová vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él”. |
Dios es perdonador |
Salmo 86:5 |
“Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan”. |
Dios es todopoderoso |
Apocalipsis 1:8 |
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. |
Dios es el |
Hageo 2:8 |
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los poseedor de todo ejércitos”. |
1. “World’s Billionaires List”, Forbes Magazine, 20 septiembre 2022, en https://www.forbes.com/billionaires/.
2. Las citas marcadas con DHH fueron tomadas de la Santa Biblia, versión Dios habla hoy®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
3. ángel M. Rodríguez, “Los fundamentos de la mayordomía”, Ministerio Adventista, noviembre-diciembre 1998, p. 6.
4. Elena G. White, El camino a Cristo (Pacific Press Publishing Association, 1993), p. 93.
El autor es doctor en Ministerio y escribe desde Denver, Colorado.