Hay momentos en los que un sufrimiento enorme nos golpea tan fuertemente que puede matarnos. Pero también puede hacer algo por nosotros: disipar la niebla de la falsa seguridad en la que vivimos, para que podamos ver el abrupto precipicio de la eternidad a solo un paso.
El dolor trae consigo un estremecimiento que nos recorre el cuerpo, pero también, en un instante, nuestro corazón ve lo que la mente no veía. Nos cambia la vida. Estos son los mejores momentos para la fe. ¡Qué vacíos nos auto percibimos cuando el sufrimiento nos llama!
Hoy vivimos tiempos de incertidumbre y peligro, quizá como nunca antes en la historia. Son tiempos desafiantes, extraordinarios, que ponen a prueba nuestra fe. La humanidad parece correr hacia un precipicio. Hoy, el ambiente político, económico y religioso del mundo está convulsionado; parece un huracán que destroza sin tregua todo lo que está a su paso. Pero si tenemos “oídos para oír”, buscaremos hundirnos en el ojo mismo del huracán, ese centro donde, paradójicamente, el huracán no puede tocarnos. Ese es el lugar de la fe, de la oración y de las promesas de Dios para nosotros.
Cuando hablamos de “promesa”, puede que venga a nuestra mente una palabra devaluada, porque la hipocresía humana puede permitirse el lujo de ser magnífica en sus promesas, pero nunca pretende ir más allá de las palabras prometidas. Los que nos prometen el paraíso en la tierra nunca trajeron más que infierno. Estas son las promesas humanas; no hay nada tan amargo y decepcionante que estar largo tiempo pendiente de una promesa. Pero las promesas divinas son diferentes.
Tú sabes en quién has creído. Sabes que una promesa es tan fuerte como la persona que la da. Cada promesa de Dios para tu vida descansa en el jadeante, sufrido, sangrante y crucificado Dios-Hombre, Jesucristo. él es “Fiel y Verdadero” (Apocalipsis 19:11). Todas sus promesas se han cumplido y se cumplirán (ver Josué 21:45).
Hoy, el mundo se está despertando del ensueño de que ser cristiano es vivir una vida segura y normal. Pero el Señor te dice: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará” (Salmo 55:22). ¡Qué promesa para esta hora!
Ricardo Bentancur es el director del Departamento Internacional de Pacific Press.