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Este artículo es producto de mis reflexiones sobre el papel fundamental de la madre en el hogar y en la sociedad. Cuánto quisiera instilar en las madres lectoras la aspiración de ser madres ejemplares, al grado de llegar a ser las mejores madres y las más privilegiadas de esta generación. En cuanto a la mejor madre de la historia, ya la Biblia ha dicho quién ha sido la mejor madre y la más privilegiada de todos los tiempos: la madre del Hijo de Dios encarnado.

El Evangelio relata: “El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (S. Lucas 1:26-28).

Dios te conoce y te mira ahí donde vives

El evangelio registra que Dios conocía la ciudad donde María vivía, y envió a su ángel directamente a su casa en el pueblo de Nazaret. Unos treinta años después, cuando el discípulo Felipe invitó a un varón llamado Natanael a venir ante Jesús de Nazaret, este replicó irreflexivamente: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” (S. Juan 1:46). Natanael era de Caná, una ciudad vecina de Nazaret, y estaba al tanto de lo que ahí pasaba. Sabía que la gente de esa ciudad no era buena. Pero Dios no mira los lugares. ¡Él mira a las personas!

Dios también conocía al prometido de María, a José, quien descendía de reyes, del linaje de David, el gran rey que era tipo del Mesías. ¡Oh, no, ellos no eran cualquier familia! A esto se añade que ella era virgen: “No conozco varón” (S. Lucas 1:34), le dijo al ángel.

Dios elige a los más humildes

El pueblo de Israel había estado esperando al Mesías prometido durante siglos, desde el mismo Edén. “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). Tal promesa fue transmitida por los profetas: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:6, 7). “Y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:7).

El momento de su aparición había llegado. “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gálatas 4:4). Dios miró a Nazaret, al pueblo más ignorado de Galilea, y allí envió a su Hijo, a una doncella virgen, sencilla, humilde. Según el autor David Metzler, “ella (María) conocía las Escrituras y pronto se puso a repasar las profecías mesiánicas. Deben haberle resultado familiares, especialmente ya que el Mesías prometido surgiría de su propia tribu. Sus oraciones y la de su nación estaban por cumplirse”.1

Además de ser humilde, María amaba a Dios. Era estudiosa de las Sagradas Escrituras y conocía las profecías. Sobre todo, oraba por el cumplimiento de la profecía mesiánica del advenimiento del Salvador. Dios la eligió para ser el vaso en el cual su Hijo se encarnara y naciera para realizar la redención.

Cabe resaltar las palabras del ángel Gabriel y el mensaje de Dios: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (S. Lucas 1:28). Solo en esta frase encontramos cuatro bendiciones del Cielo para María, la futura madre de nuestro Salvador:

1) La versión inglesa King James presenta la primera palabra “salve” como “Hail” (vers. 28). Este era un saludo dedicado a la realeza; a la reina o al rey cuando se levantaba por la mañana o se le saludaba al verlo en una entrevista. La concordancia bíblica Strong’s Exhaustive Concordance dice que esta era “una salutación” de parte de Dios. Esta es una de las razones por la cual los mexicanos en el mundo católico llaman a la Virgen María “la reina de todas las madres, la reina del cielo”. 2) Dios le hacía saber, y ella debía “ser consciente de experimentar la gracia de Dios. [Debía] regocijarse en la gracia de Dios”, ya que sería muy favorecida por Dios. 3) Era necesario que supiera que “Dios estaba con ella”. 4) Tal distinción era tal que se la consideraba “bendita entre todas las mujeres”, no por méritos de ella misma, sino por gracia de Dios.2

Dios elige a quiénes quieren servirle

María quedó pasmada con la visita del ángel y su mensaje. Enseguida Gabriel le dijo en qué consistiría su privilegio y su misión: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESúS” (vers. 31).

María estaba abrumada por la magnitud del privilegio. La suprema aspiración de las doncellas y las madres israelitas de todos los tiempos se le concedía a ella: ser la madre del Mesías, ser el vaso en el cual Dios depositaría el Don del cielo, a Jesús, el Redentor de la humanidad.

Como todo ser humano humilde, frágil y temeroso, ella preguntó: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón” (vers. 34). No entendía que el Mesías no sería engendrado sino encarnado. El ángel le explicó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (vers. 35). María aceptó la misión que el Cielo le propuso, diciendo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (vers. 38).

Conclusión

Madre, ¿cuál será el plan de Dios para ti? Dios te mira, sabe dónde vives, conoce a tus familiares, sabe cuáles son tus sueños, tus anhelos, tus temores y preocupaciones. Y te elige para que vivas glorificándolo y sirviéndole, formando a tus hijos como personas piadosas, tal como eligió a María para concebir y educar al Hombre perfecto.

Dios quiere que seas una madre virtuosa, llena de amor y bondad, de ternura y firmeza. Solo tienes que decirle: “He aquí tu sierva; hágase conmigo conforme a tu voluntad”. ¿Así lo harás?

1. David Metzler, La Estrella resplandeciente de la mañana: Lecturas devocionales para adultos (Nampa, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 2000), p. 13.

2. Ibíd.

El autor es ministro cristiano. Escribe desde Manchester, Connecticut.

La mejor madre del mundo

por Finees Báez-Román
  
Tomado de El Centinela®
de Mayo 2023