Antes de decidir ser padres, mi esposo y yo imaginábamos que la crianza sería una experiencia idílica: con tan solo dar instrucciones claras, nuestros hijos aprenderían a ser obedientes y disfrutaríamos de momentos de risas, juegos y enseñanzas. Lejos de darnos cuenta de lo compleja y desafiante que puede ser la crianza, tomamos la decisión de tener hijos. Comencé a leer libros y a seguir cuentas de expertos en crianza y disciplina para llegar experta al momento del nacimiento de nuestra pequeña. Me sentí confundida ante la diversidad de opiniones.
¿Cuál sería la mejor manera de educar y lograr nuestro objetivo? Seguramente te has sentido así.
No es fácil encontrar el camino seguro para la crianza efectiva, ya que cada familia tiene sus propias dinámicas y cada niño tiene sus propios desafíos y necesidades particulares; pero existen algunos aspectos fundamentales sobre los cuales podemos cimentar nuestra experiencia como padres, a pesar de las necesidades cambiantes de los niños acorde a la edad y la personalidad.
1. Definir un propósito de crianza
Te has preguntado alguna vez: ¿Qué quiero lograr con mis hijos?, ¿Qué papel deseo desempeñar como padre o madre? Y además, ¿qué características anhelo ver arraigadas en mi hijo cuando alcance la adultez? Dedica un momento a reflexionar en esas preguntas. Esto te dará un norte sobre el propósito de tu crianza y te ayudará a enfocarte en lo relevante.
2. El amor
Aldeas Infantiles SOS estima que aproximadamente 220 millones de niños en el mundo crecen sin la protección de una familia o están en riesgo de perderla. Esto representa uno de cada diez niños. El amor y el afecto son fundamentales para el desarrollo físico, emocional y social de una persona. No es casualidad que Jesús haya enseñado que el primero y más grande mandamiento es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. . . Y. . . amarás a tu prójimo como a ti mismo” (S. Mateo 22:36-39).
En lugar de enfocarnos en que los niños obedezcan reglas sin cuestionar, debemos darles la seguridad de que los amamos y brindarles un ambiente de seguridad, donde puedan expresar sus sentimientos y pensamientos sin temor, y saber que tienen un lugar, una familia y un contexto al que pertenecen.
3. La bondad y la firmeza
La combinación de bondad y firmeza es esencial para criar hijos equilibrados. Establecer normas claras en casa brinda confianza y seguridad, ya que así los niños se sienten guiados en lo que deben y no deben hacer. Poner límites a tiempo es fundamental para el trato con otros, ya que estos definen lo que una persona considera aceptable o no. Las normas y los límites ayudan a prevenir problemas y conflictos, a tomar decisiones y a enseñar responsabilidad. La bondad y la firmeza ayudan a los niños a sentirse amados y respetados en su crecimiento mientras aprenden sobre los comportamientos aceptados socialmente y desarrollan habilidades para la vida.
4. La sencillez y la frecuencia
El diálogo es otro principio fundamental en la crianza y la educación. Cuanto más pequeño el niño, más sencillas deben ser las palabras que utilizamos, de manera que nos aseguremos que están comprendiendo lo que decimos. No se basta con dar una orden una vez. Los niños están generando conexiones neuronales en su cerebro; por eso, la frecuencia es importante. Debemos repetir los conceptos la cantidad de veces que sea necesario para que el niño interiorice el aprendizaje.
5. La gestión de las emociones
Las emociones son la base de todo comportamiento; por lo tanto, influyen de manera significativa en nuestro comportamiento y en las decisiones diarias. Se hace necesario reconocer nuestras emociones mediante su identificación, comprensión, aceptación y validación para darles una dirección; es decir, para saber cómo gestionarlas cuando se presentan. Enseñar a los niños a expresar sus emociones de manera saludable, sin juzgarlas, les permitirá un desarrollo integral.
6. El modelamiento
Hablamos aquí del ejemplo. ¿Recuerdas el ejercicio inicial de las preguntas? Muchas veces soñamos con tener hijos con ciertas características o habilidades, pero cuando nos autoevaluamos, no somos eso que soñamos ver en ellos. ¿Cómo podemos dar de lo que no tenemos? ¿Cómo podemos enseñar lo que no somos? Si queremos ver hijos respetuosos, debemos ser padres respetuosos; si queremos hijos comprensivos, debemos ser padres comprensivos. Es fundamental que nosotros mismos cultivemos y demostremos las cualidades que deseamos ver en ellos.
7. La confianza en Dios
Una crianza basada en la confianza en Dios establece un sólido fundamento espiritual en la vida familiar. A través de principios y valores éticos y morales coherentes, los padres guían a sus hijos hacia una comprensión profunda del amor de Dios y del propósito de su vida. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
La educación y la crianza de los hijos se asemejan a un viaje en una montaña rusa: llena de altibajos, curvas inesperadas y momentos de adrenalina que nos mantienen alerta. A lo largo de este viaje experimentamos cambios constantes que nos llenan de tristeza, enojo, alegría, sorpresa y satisfacción. Hay momentos desafiantes, caídas pronunciadas y momentos que nos vuelven a llenar el corazón de gozo y emoción.
No hay una fórmula correcta para la crianza, sino un camino de crecimiento y aprendizaje constante que nos enseña sobre nosotros mismos, sobre nuestros hijos y sobre las situaciones que vivimos; pero sobre todo, nos permite comprender el amor inquebrantable de Dios hacia nosotros, que nos considera sus hijos y nos guía en este emocionante viaje.
Respeto por los niños
Según UNICEF (2022), por lo menos 1 de cada 7 niños y adolescentes de 10 a 19 años de edad en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado, y casi 46,000 se suicidan cada año. El informe indica como factores influyentes la crianza, la educación, la calidad de las relaciones, la violencia, los abusos, la discriminación, la pobreza, las crisis humanitarias y las emergencias sanitarias como el COVID-19.
Muchos padres han centrado sus esfuerzos en intentos por corregir a sus hijos, empleando una variedad de métodos que incluyen sanciones, restricciones, refuerzos (como recompensas o imposición de consecuencias negativas), así como estímulos aversivos: amenazas, gritos o gestos negativos. Algunos incluso recurren al aislamiento temporal o al castigo físico. Estos métodos generan impactos negativos en los niños, quienes tienden a volverse más agresivos, reactivos y propensos a infringir normas; desarrollan resentimientos; y experimentan dificultades para establecer relaciones interpersonales, lo que repercute negativamente en su autoestima y confianza. Estos métodos resultan ineficaces, ya que los cambios en el comportamiento indeseado son temporales y no perduran a lo largo del tiempo.
Resulta más beneficioso redirigir nuestra perspectiva hacia un enfoque de enseñanza en lugar de corrección. Los niños nacen como páginas en blanco, y somos nosotros quienes empezamos a escribir en ellas conforme a nuestras creencias y al trato que les damos. En esta enseñanza es fundamental el respeto, lo que implica reconocer el valor de cada persona, ejercer un trato amable y evitar causar daño u ofender con la excusa de que así el niño va a aprender.
Jeniffer Ximena Vega Fajardo tiene una maestría en Educación y es docente de la Facultad de Ciencias Humanas en Corporación Universitaria Adventista de Colombia.