En la pequeña población rural de Ayacucho, en Sudamérica, la mayoría de los habitantes dependían de la agricultura. A pesar de ser una comunidad unida y trabajadora, enfrentaban un problema: aunque la tierra era fértil, los agricultores no ganaban lo suficiente para mantener a sus familias. Un terrateniente controlaba los precios de la cosecha, obligando a los agricultores a vender a precios bajos mientras él obtenía grandes ganancias al vender en la ciudad.

Los agricultores, desesperados pero temerosos de las represalias, intentaban cambiar su situación. Un día, Raúl, un joven abogado, organizó reuniones para enseñar a los agricultores sobre sus derechos y los motivó a unirse. Juntos formaron una cooperativa agrícola que les permitió vender sus productos directamente en los mercados de la ciudad. Además, adoptaron prácticas de cultivo sostenible y diversificaron sus cosechas, lo que les ayudó a obtener mejores precios.

El terrateniente, descontento con esos cambios, quiso intimidar a los agricultores, pero se encontró con una comunidad unida e informada que no estaba dispuesta a ceder. Con el tiempo, otros pueblos cercanos conocieron los beneficios de la cooperativa y comenzaron a organizarse de manera similar.

Esta historia refleja el poder de la justicia social en acción. No se trata de un concepto abstracto, sino de una realidad basada en la solidaridad, la educación y el empoderamiento de los más vulnerables. La experiencia de Ayacucho muestra que cuando se unen en la búsqueda de lo que es justo y equitativo, las personas pueden superar las situaciones más difíciles y crear cambios duraderos en sus comunidades. Por eso, es vital promover esfuerzos para abordar cuestiones como la pobreza, la exclusión, la desigualdad y el desempleo, defendiendo los derechos humanos y la justicia social en todo el mundo.

Las estadísticas de la injusticia social

Las estadísticas sobre la justicia social son contundentes, y muestran un panorama lamentable de inequidad y desigualdad en el mundo, presentes en casi todas las áreas. A continuación, se presentan datos recientes sobre temas clave y representativos.

  • Desigualdad económica. Un informe de Oxfam de 2023 revela que el 1 por ciento más rico del mundo posee casi el 50 por ciento de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre posee menos del 2 por ciento. Además, la ONU informa que las mujeres ganan en promedio solo el 77 por ciento de lo que ganan los hombres por trabajos de igual valor.
  • Pobreza global. En 2022, alrededor de 719 millones de personas (9.2 por ciento de la población mundial) vivían con menos de US$ 2.15 al día, según el Banco Mundial. UNICEF informa que unos 356 millones de niños, el equivalente a 1 de cada 6 en el mundo, viven en pobreza extrema.
  • Acceso a la educación. En 2023, alrededor de 773 millones de adultos, principalmente mujeres, carecían de habilidades básicas de alfabetización, según la UNESCO. Además, más de 260 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela, dato que afecta especialmente a las niñas en áreas rurales y de bajos ingresos.
  • Desigualdad en la salud. La OMS señala que al menos la mitad de la población mundial no tiene acceso a servicios de salud esenciales. En países de bajos ingresos, la esperanza de vida es aproximadamente 18 años menor que en países de altos ingresos, diferencia que refleja la desigualdad en el acceso a la atención médica.
  • Acceso a recursos básicos. En 2020, la OMS y la UNICEF informaron que aproximadamente 2.2 mil millones de personas no tenían acceso asegurado a agua potable, y 4.2 mil millones carecían de servicios de saneamiento, exponiendo a millones a enfermedades prevenibles.
  • Desigualdad laboral. La tasa global de desempleo juvenil es más del doble que la de los adultos, y es más alta en áfrica Subsahariana y el sur de Asia. Según la Organización Internacional del Trabajo, en 2021, 160 millones de niños trabajaban, lo que representa casi 1 de cada 10 niños en el mundo.
  • Justicia social y conflictos. A finales de 2022, había más de 100 millones de personas desplazadas forzosamente, el número más alto registrado, según ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). La injusticia social, como la pobreza y la discriminación, a menudo es la causa de estos desplazamientos.

Estas estadísticas revelan profundas desigualdades y desafíos globales, y nos invitan a reflexionar sobre nuestra responsabilidad en promover la justicia en nuestras comunidades. Esto requiere esfuerzos conjuntos, ya sea defendiendo los derechos de los trabajadores, apoyando la educación de calidad o combatiendo la discriminación. Cada uno de nosotros puede contribuir a la creación de una sociedad más justa y equitativa.

El autor es doctor en Psicología y escribe desde Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina.

Una sociedad más justa y equitativa

por Mario Pereyra
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2025