Es de vital importancia que reflexionemos sobre el impacto de la adicción y las causas que llevan al abuso constante de las sustancias que afectan la salud.
Definir lo que se sitúa en el origen de los procesos adictivos es una meta perseguida, desde hace mucho tiempo, por la investigación al servicio de le prevención de la drogadicción. Conocer las causas que influyen en el desarrollo de estos procesos sería una ayuda inestimable para poder ofrecer las respuestas más adecuadas desde una orientación preventiva.
Los hombres y las mujeres que sufren una adicción, probablemente, tienen uno o dos problemas médicos asociados, entre los que podemos mencionar la enfermedad pulmonar o cardiovascular, el accidente cerebrovascular, el cáncer y los trastornos mentales.
El abuso de drogas a menudo va asociado con enfermedades mentales
En algunos casos, la depresión, los trastornos mentales como la ansiedad o la esquizofrenia pueden preceder a la adicción; en otros casos, el abuso de drogas puede presentar o acentuar los trastornos mentales, particularmente en personas con vulnerabilidades específicas.
La palabra vulnerabilidad deriva del latín vulnerabilis. Está compuesto por vulnus, que significa “herida”, y el sufijo abilis, que indica “posibilidad”; por lo tanto, etimológicamente, vulnerabilidad indica una mayor probabilidad de ser un adicto. Ser vulnerable implica fragilidad; por lo tanto, ser susceptible de recibir o padecer algo malo o doloroso, como una enfermedad, en este caso una adicción.
No es fácil entender por qué algunas personas presentan mayor vulnerabilidad a la adicción por las drogas. Se han estudiado factores psicológicos y sociales, sin tener suficientemente en cuenta que las diferencias de sensibilidad a los efectos psicoactivos de las drogas son muy diferentes en cada sujeto.
Tras la fase inicial de exposición al consumo de drogas, la adicción comienza con adaptaciones neurológicas cerebrales específicas que conllevan un cambio en el sistema nervioso y un aumento de la dificultad de eliminar la dependencia. Y mas allá de las consecuencias perjudiciales para la persona que padece la adicción, el abuso de drogas puede causar problemas de salud graves para los demás también.
Hoy en día existen muchos tipos de adicción. Uno de los tipos es la adicción conductual, que se asocia a comportamientos compulsivos e incontrolables. De hecho, cada vez más estudios epidemiológicos alertan de un incremento en la prevalencia de estas en ambos sexos y diferentes edades, en las cuales interactúan múltiples factores bio-psico-sociales. Las adicciones conductuales forman un grupo heterogéneo de condiciones clínicas caracterizadas por un intenso deseo y una necesidad irresistible de realizar determinadas actividades, acompañado por la incapacidad de los sujetos para controlarse. Estos comportamientos, que tienden a realizarse de forma compulsiva, se mantienen a pesar de las consecuencias negativas resultantes para los individuos que las realizan. Las personas que padecen adicciones conductuales expresan un acentuado malestar cuando no pueden realizarlas. Las más comunes son: dependencia psicológica, pérdida de control, depresión, ansiedad, descuido de actividades que se realizaban antes de que el problema apareciera, irritabilidad cuando alguien les dice que dejen de tener determinadas conductas, problemas de afrontamiento, introversión o incluso baja autoestima.
Como sociedad, continuamos ocultando la adicción en las sombras, viéndola como algo vergonzosa que refleja falta de carácter, voluntad débil o incluso un mal comportamiento intencional, y no un problema que requiere atención médica compasiva. Lamentablemente, muchas familias y médicos, profesionales de la salud, piensan de esta manera. Después de 24 años trabajando en el campo de la educación y prevención, me doy cuenta de que no hemos avanzado nada, que seguimos tan estancados como hace veinte años.
La conclusión es simple: Si no nos involucramos todos en un trabajo de concienciación pública, en el que los padres, la escuela y la iglesia estén dispuestos a comprometerse, no avanzaremos, y seguiremos sepultándonos en el lodo de la ignorancia, viendo a nuestros hijos destruir sus vidas.
Reflexiono en las palabras del sabio: “Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:17).
El autor es disertante internacional en educación y prevención de la disgadicción, y operador terapeuta.