Número actual
 

El Cantar de los cantares, del rey Salomón, es una joya literaria del Antiguo Testamento. Se trata de un poema de amor escrito hace unos 3,000 años, pero su mensaje sigue vigente, sobre todo para el matrimonio y las relaciones de pareja.

Ya el título del libro me resulta enigmático: El Cantar de los cantares, es decir “el más grande de todos los cantos”. Muchas veces me he preguntado cómo es posible que la Santa Escritura haya registrado y conservado este superlativo para describir un poema musical dedicado al amor erótico. Y más desconcierta aun el hecho de que Salomón se atribuyera la autoría de “el más grande de todos los cantos”, cuando su padre, el rey David, fue el gran músico y poeta de Israel, autor del Salmo 23 y tantos otros.

Creo que la autoproclamada grandeza del Cantar de los cantares se debe a una verdad tan clara que no la vemos: el amor en el matrimonio es de un valor supremo para el Creador.

Considera algunas enseñanzas que podemos extraer del libro:

El matrimonio puede ayudarnos a entender mejor a Dios

A menudo la Biblia hace referencia al amor de un esposo hacia su mujer para ilustrar la relación entre Dios y su pueblo. Claro está, no es que el libro de Cantares sea pura alegoría,1 como han propuesto algunos teólogos. Es evidente que el romance de Salomón y la sulamita fue real. Sin embargo, podemos encontrar en la manifestación del amor y la pasión de esta pareja similitudes con la relación con nuestro Señor. Por ejemplo, Cantares 2:3 dice: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté”. Esta declaración tiene semejanza con el primer verso del Salmo 91: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.

Así como la sulamita encontraba refugio y sentido de seguridad bajo la protección de su amado, nosotros tenemos paz bajo la sombra y el resguardo de Dios. También, en el tercer capítulo, la mujer, con desesperación intensa declara: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; lo busqué, y no lo hallé. Y dije: Me levantaré ahora, y rodearé por la ciudad; por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma” (Cantares 3:1, 2). Con esa misma pasión e intensidad con que la enamorada deseaba y buscaba a su amado, buscamos nosotros la compañía de Cristo.

Tengo 32 años de matrimonio con mi esposa Cindy, y he aprendido mucho del amor de Dios por medio de ella. Hace poco, tarde por la noche, conducía mi auto hacia nuestro hogar. Mi amada esposa, como hace a menudo, me instaba a manejar con más precaución (muchos hombres se identificarán conmigo.) Al pasar por una calle desolada, antes de nuestra casa, cansado y despistado, no me detuve por completo ante la señal que ordena detenerse, y no me percaté que en ese lugar había un policía en su patrulla. Él me detuvo y me impuso una fuerte multa por mi infracción de tránsito. En ocasiones anteriores, Cindy me había llamado la atención por haber hecho lo mismo en ese lugar, y me preparé para escuchar un sonoro: “¡Te lo dije!” Pero en lugar de eso, me manifestó su compasión. Ella sabía que ya me sentía mal por causa de la multa, y cuando el oficial se fue, me abrazó tiernamente. Ese cariñoso gesto expandió mi comprensión de la misericordia, la gracia y la paciencia de Dios ante nuestros yerros.

Fortalecer la estima propia de la esposa

Muchas mujeres luchan con sentimientos de baja estima propia, sobre todo en lo que tiene que ver con su aspecto físico. Aparentemente, la sulamita también sufría algunas inseguridades. Ella expresa: “Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable” (Cantares 1:5). El hecho de incluir la conjunción adversativa “pero”, entre los adjetivos “morena” y “codiciable”, parece ser una descalificación del color de su piel. Es como si alguien dijera: “Soy gordita pero bonita”, implicando que las mujeres con sobrepeso son feas, lo cual no es cierto. Al menos, eso dice el comentario Benson,2 aunque algunos estudiosos afirman que su inseguridad se debía a su condición de campesina, con aspecto rústico, de trabajadora en una viña, al rayo del sol. Sin embargo, el texto bíblico sugiere que temía ser discriminada por el pigmento de su tez: “No reparéis en que soy morena, porque el sol me miró” (vers. 6). Estas palabras suenan como disculpas por su tez morena, que intentaba convencer a sus interlocutores de que su color oscuro era por causa del sol.

Por otro lado, leamos esta otra declaración: “Yo soy la rosa de Sarón” (Cantares 2:1). La rosa es una flor silvestre, sin embargo Sarón es un lugar fructífero y de excelencia.3 David Guzik afirma que “ella se considera una rosa de campo: bonita pero común y corriente”.4

Estas figuras de lenguaje parecen sugerir que ella se consideraba a sí misma como una mujer ordinaria en un lugar privilegiado. En términos coloquiales: “Soy una chica del montón que tuvo la suerte de enamorar a un rey y vivir ahora en un palacio”.

Estoy convencido de que su percepción de sí misma no era la mejor. Por eso Salomón irrumpe con unos versos en los que reafirma la belleza de su amada: “Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres. . . hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares. . . He aquí que tú eres hermosa. . . he aquí eres bella; tus ojos son como palomas” (Cantares 1:8, 10, 15). Da la impresión de que aquí el romántico esposo intenta disipar toda duda de su amada concerniente a su aspecto. Esto me hace pensar que el hombre puede convertirse en instrumento de Dios para reafirmar el corazón de su esposa respecto a su belleza e identidad.

Por supuesto, esta validación debe ser en ambas direcciones. Así como el libro de Cantares también presenta un despliegue de elogios de parte de la sulamita hacia Salomón, cada mujer debe reconocer y decirle frecuentemente a su esposo cuánto lo valora.

El gozo conyugal

La intimidad sexual matrimonial es sumamente importante para Dios. Dile frecuentemente a tu pareja palabras románticas: “¿Por qué en vez de un beso de buenas noches no me das una noche de buenos besos?”

La tradición eclesiástica, desprovista de fundamento teológico, ha visto el sexo como una práctica que riñe con la espiritualidad. Por esta razón, El Cantar de los cantares, con su abundante contenido erótico, confrontó problemas para entrar en el canon bíblico.5 Además, muchos líderes religiosos de la Edad Media prohibieron su lectura para menores de treinta años, y el destacado teólogo del siglo III, Orígenes de Alejandría escribió: “Aconsejo y recomiendo a todos los que aún... no han cesado en sentir las pasiones de este cuerpo natural, que se detengan de leer el libro”.6

Este discurso, que satanizó la sexualidad, el placer, la pasión y el erotismo, todavía influye en muchas iglesias cristianas. En más de una ocasión, en nuestros retiros de matrimonios, nos han llegado preguntas como esta: “¿Por qué cada vez que tengo relaciones sexuales con mi cónyuge siento como si estuviera haciendo algo malo?”

Una concepción distorsionada de la sexualidad resulta en el empobrecimiento de los encuentros íntimos de la pareja. Por eso es importante el libro de Cantares, tanto para la iglesia como para la sociedad contemporánea con sus confusas ideas sobre el sexo y el amor.7 Allí se resaltan las virtudes del matrimonio. Se expresan las verdaderas ideas de Dios sobre la intimidad sexual. Se destaca la belleza del romance y del placer erótico que debe disfrutar cada pareja casada, hombre y mujer bajo la bendición de Dios.

Romance

Mujer, cuando te vi por vez primera

sentí la posesión del sentimiento

y la cautividad del pensamiento,

el brío de la hormona tempranera.

Recuerdo aquella tarde en la pradera

que sucedió la dicha del momento,

y te consideró mi entendimiento

como una donación de primavera.

Pasabas cual gacela distraída

y al verte deambular, maravillado,

sentí la entraña mía florecida,

y atónito, feliz, alucinado,

te dediqué las fuerzas de mi vida:

estaba para siempre enamorado.

—Alfredo Campechano

1. James Fazio, Origen: The Father of Allegorical Interpretation, en: www.socalsem.edu/origen-the-father-of-allegorical-interpretation/, consultado en septiembre 2022.

2. Joseph Benson, Song of Songs, Benson Commentary on the Old and New Testament (New York: T. Carlton & J. Porter, 1857), p. 5.

3. Sarón era un lugar muy fructífero, donde el ganado de David era alimentado (1 Crónicas 27:29). Isaías 35:2 afirma que era un lugar de hermosura y excelencia.

4. David Guzik. blueletterbible.com. Cantar de los Cantares, en https://www.blueletterbible.org/comm/guzik_david/study-guide/song-of-solomon/song-of-solomon-1.cfm?a=672001, consultado en septiembre 2022.

5. Salvador Dellutri, El libro de Eclesiastés. Youtube.com, 2012, en https://www.youtube.com/watch?v=PDDVKTxde9s, consultado en septiembre 2022.

6. Song of Solomon 1, Enduring Word, en https://enduringword.com/bible-commentary/song-of-solomon-1/

7. Craig Glickman, Solomon's Song of Love: Let a Song of Songs Inspire Your Own Romantic Story (Howard Books, 2003).

El autor es licenciado en Teología y tiene con su esposa un ministerio de apoyo al matrimonio y a la familia.

Un canto al amor

por Javier Donate
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2023