Desde la antigüedad, Dios ha querido que los miembros de la familia pasen tiempo juntos a fin de fortalecer su espiritualidad y los lazos que los unen. Matthew Henry escribió: “Si nuestras casas son casas del Señor, por ese motivo amaremos el hogar, consideraremos nuestra devoción diaria la más dulce de nuestros deleites diarios; y nuestra adoración familiar como la más valiosa de nuestras comodidades diarias. . . Una iglesia en la casa será un buen legado; es más, será una buena herencia que dejarás a tus hijos después de ti”.*
La Biblia y la adoración en familia
Dios ordenó al pueblo de Israel que le rindieran adoración. Moisés declaró: “Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:1-5).
“Los padres y las madres deberían elevar sus corazones a menudo hacia Dios para suplicar humildemente por ellos mismos y por sus hijos. Que el padre, como sacerdote de la familia, ponga sobre el altar de Dios el sacrificio de la mañana y la noche, mientras la esposa y los niños se unen en oración y alabanza” —Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 140.
¿Notaste el mandamiento de adorar? Israel, en primer lugar, debía servir a Dios guardando todos sus mandamientos. En segundo lugar, debía humillarse con temor todos los días de su vida. Y, por último, debía adorar al Señor con todo el corazón.
Más adelante, Moisés mostró al pueblo cómo debían criar a sus hijos para que fueran verdaderos adoradores: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:6-9).
Estos pasajes nos dicen que la voluntad de Dios es que su pueblo lo adore; es decir, que le sirva con todo su ser. Para que esto sea realidad, los padres deben repetir a sus hijos los mandamientos a toda hora y en todo lugar. En otras palabras, se requiere que el hogar llegue a ser un centro de adoración.
Elementos clave de la adoración en familia
Existen tres elementos clave que deberían estar siempre incluidos en la adoración familiar: la alabanza, el estudio de las Escrituras y la oración.
Adorar mediante la alabanza. El Señor debe ser adorado con cánticos. El rey David fue un gran adorador, por eso cantó: “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza” (Salmo 69:30). En la adoración en familia debemos elevar cánticos al Señor porque a él le agrada cuando lo alabamos. Por su parte, San Pablo nos dice que tanto en la adoración pública como en la familiar hemos de alabar al Señor “con salmos, con himnos y cánticos espirituales” (Efesios 5:19).
Adorar mediante el estudio de las Escrituras. La Palabra de Dios ha de ser primordial en la adoración en familia. La adoración en el hogar debe tener como objetivo primario ayudar a cada uno a desarrollar el amor por la Escritura, con la esperanza de que vivan de cada palabra de la Santa Biblia (ver S. Mateo 4:4). La Escritura ha de ser enseñada reverente y creativamente. Existen varias maneras en que puede ser transmitida de forma efectiva:
- Leyendo la Biblia sistemáticamente, siguiendo un plan.
- Leyendo de un libro de historias de la Biblia.
- Mediante el uso de una guía de estudio. Este es un método eficaz de enseñar verdades bíblicas mediante preguntas y respuestas sencillas.
- Mediante la memorización y el estudio de las Escrituras.
- Leyendo un libro de lecturas devocionales.
Adorar mediante la oración. La oración debe formar parte de la adoración familiar. Hemos de enseñar a nuestros hijos a elevar sus súplicas en el nombre de Jesús. El dicho popular expresa: “La familia que ora unida permanece unida”. Los padres y los hijos estrechan sus lazos de unidad cuando oran y estudian las Escrituras juntos. Por medio de la oración, la familia podrá superar cualquier obstáculo, y experimentará la presencia de Dios que los acompañará en cada momento de sus vidas.
Dios merece adoración porque nos creó, porque dio a su amado Hijo para redimirnos, y porque envió su Espíritu Santo, quien nos santifica para vivir en su presencia.
* Matthew Henry, “A Sermon on Family Religion”, The Miscellaneous Works of Rev. Matthew Henry (Lóndres: Joseph Ogle Robinson, 1833), p. 594.
El autor es dirigente de las iglesias adventistas de habla hispana en Nueva York.