Me admira ver la competencia llamada “Strongman” [Hombre fuerte], que atrae competidores de todo el mundo para ver cómo voltean autos, arrastran camiones, levantan piedras de 180 kilos (400 libras), y les dan vuelta a llantas de tractores que pesan 450 kilos (1000 libras). El atleta típico de este deporte mide 1,95 metros (76 pulgadas) y pesa 150 kilos (330 libras), tiene bíceps de 59 centímetros (23 pulgadas) y el diámetro de su torso es de 148 centímetros (58 pulgadas). Esta descripción es más bien la de un superhéroe que la de un atleta profesional. Hasta los he visto arrastrar aviones, lo que me resulta alucinante, porque a veces me contento con poder acarrear mi propio cuerpo un día completo.
Admirable
Algo más asombroso sucede en el mundo espiritual. Es lo que Dios ha realizado y lo que realizará por nosotros mediante Cristo. Usted y yo tenemos el privilegio de comprender “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:19, 20). Por favor, piense en las siguientes palabras: “Uno de los ancianos [celestiales] habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Seóor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:13, 14).
A un humilde trabajador se le preguntó qué medios usaba para seguir caminando en sendas de obediencia, y él contestó “Llegué hasta el Salvador, me recibió, y nunca le dije, ‘Adiós’” —D. L. Moody*
Como resultado de la vida, muerte y resurrección de Jesús, el Padre nos dice: “La victoria que he obtenido sobre el pecado y la muerte eterna es suya [de Cristo], pero ustedes pueden tenerla si tan solo me la piden”. ¡Asombroso! ¡Más que suficiente! Encontramos todo “en él”.
Intercambio redentor
Esta es una pregunta difícil: Cuando Dios vio a Jesús en la cruz, ¿qué vio? Nos sentimos obligados a responder esta incómoda pregunta diciendo que Dios vio la personificación de nuestros pecados. Cristo llevó nuestros pecados al Calvario para recibir el castigo correspondiente. Es horrible pensar que el noble y pulcro Jesús fuera arrastrado por el lodo, y que su carácter terminara pareciéndose al mío.
Pero es necesario hacernos otra pregunta: Cuando llega el momento del juicio divino y Dios revisa el caso de cada cristiano, ¿qué ve? Ve la hermosa vida, la muerte y la resurrección de su divino Hijo. Ve el carácter de Jesús, ¡no ve el mío!, porque Jesús ahora me aplica su justicia. Sublime intercambio. Jesús llevó mis pecados para que yo lleve su carácter perfecto. A medida que acepto el intercambio de la gracia, le pido a Dios que me cubra con el carácter justo de su Hijo, ¡y él lo hace! Lo acepto por fe y camino de manera diferente, con una alegría nueva en mi corazón. ¿No es este, acaso, el pensamiento más glorioso que podamos tener? ¡él es suficiente! ¡No necesitamos nada más!
- La justicia es darle al pecador el mal que merece.
- La misericordia es no darle al pecador el mal que merece.
- La gracia es darle al pecador el bien que no merece.
El autor es presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Canadá, Bermudas y los Estados Unidos. Este artículo fue adaptado de su libro ¿Es Jesús suficiente? Puede obtenerlo en www.LibreriaAdventista.com, o llamando a 888-765-6955.