En qué consiste la vida cristiana? ¿Es acaso el esfuerzo por una experiencia mística con el fin de alcanzar increíbles alturas emocionales? ¿O la fe tiene que ver con nuestro diario vivir? ¿Puede la fe afectar la vida de tal manera que me ayude a resolver los problemas con los que me enfrento cada día?
En el capítulo 5 de Gálatas, el mensaje de Pablo responde estas preguntas. Desde los versículos 16 al 26, el apóstol contrasta el estilo de vida de quien no conoce a Jesús con el de quien sí lo conoce. Conocer a Jesús no se trata de adherir a las doctrinas de una iglesia ni acompaóar intelectualmente la tradición religiosa de la familia. Se trata de una relación personal con Jesús. Podemos ser religiosos pero vivir como si no lo fuéramos. Ahí están las “obras de la carne”: adulterio, fornicación, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, entre otras (ver Gálatas 5:19-21). ¿Qué cristiano puede decir que no ha cometido alguno de estos pecados?
El apóstol nos da el secreto de una vida cristiana victoriosa. Dice: “Andad en el Espíritu” (vers. 16). ¿Qué significa esto? Pablo contrasta la verdadera vida cristiana de la falsa. Usa el término “obras” para referirse a la “carne”, y “fruto” para referirse al Espíritu. “Andar en el Espíritu” es llevar el fruto del Espíritu Santo. Se trata de un milagro divino en el corazón del creyente (ver Romanos 7:18; S. Juan 15). Así como el pámpano lleva fruto cuando está conectado a la vid, tu vida llevará fruto en comunión con el Espíritu Santo. ¿Y cuál es el fruto del Espíritu? “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22, 23).
De cada una de estas virtudes nos ocuparemos en este número de El Centinela, y en cada uno de los artículos encontrarás el secreto para que broten en tu corazón.
El autor es director de El Centinela.