Estamos hablando por teléfono y se cae la llamada; eso es frustrante. Tal vez estamos dentro de un edificio, en el tren subterráneo, o lejos de la ciudad y no hay buena señal. Algo semejante sentimos los padres y los hijos cuando no hay buena comunicación en la familia. A los padres les parece que los hijos nunca les ponen cuidado, son rebeldes o testarudos. Y los hijos piensan que sus padres no los comprenden, que son anticuados, o que sus ideas no tienen sentido. ¿Qué hacer para que la comunicación mejore y haya una mejor conexión emocional entre padres e hijos? El anagrama HEROE que se presenta a continuación puede ser útil si se siguen estos sencillos pasos:
1. Hágase disponible para sus hijos. Un padre llegó a casa después del trabajo, y su hijo pequeño le preguntó:
—¿Papá, cuánto ganas en una hora?
—¿Por qué preguntas eso? —dijo el hombre, molesto, pero si quieres saberlo, gano veinte dólares.
—Papá, ¿puedo pedirte prestados diez dólares?
El padre se puso furioso, pensando en lo egoísta que era su hijo, y con un regaño lo mandó a su cuarto.
Más tarde, el padre pensó que había sido muy rudo con su hijo, y fue a su habitación.
—¿Estás dormido, hijo? —le preguntó.
—No papá, estoy despierto —contestó el muchacho.
—He estado pensando que fui rudo contigo. Tuve un día de mucho trabajo y estoy cansado, y dirigí mi agresividad hacia ti. Aquí están los diez dólares que me pediste.
El pequeño sonrió, y dijo:
—¡Gracias papá!
Debajo de su almohada el niño sacó algunos billetes arrugados. El hombre, viendo que el muchacho ya tenía dinero, comenzó a irritarse otra vez. El muchacho contaba su dinero, mientras su padre lo observaba.
—¿Por qué pides más dinero si ya tienes? —refunfuñó el padre.
—Porque no tenía lo suficiente, pero ahora sí —contestó—. Y con dulzura en la voz le extendió sus manitas con el dinero, y le dijo:
—Papá, ahora ya tengo veinte dólares... ¿puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor, mañana ven a casa temprano. Me gustaría cenar contigo.
A veces estamos tan ocupados que les damos la impresión a nuestros hijos de que no tenemos tiempo para ellos. Identifiquemos esos momentos en los que nuestros hijos están dispuestos a platicar, por ejemplo, a la hora de acostarse, durante la cena, o en el auto, y dialoguemos con ellos.
Investigaciones realizadas en la Universidad Andrews, en Michigan, han demostrado la importancia de cenar juntos como familia. Los adolescentes que tienen este beneficio sufren menos depresión, y una menor tendencia al alcoholismo y la drogadicción, y las señoritas corren menos riesgo de embarazo. Aprenda acerca de los intereses de sus hijos, inicie la conversación compartiendo lo que ha aprendido, y preguntándoles acerca de estos temas.
2. Escúchelos atentamente. Mírelos a los ojos, présteles atención, esfuércese por escucharlos sin interrumpirlos, y trate de entender lo que están tratando de comunicarle. Aun cuando expongan un punto de vista contrario, escúchelos y permítales que terminen antes de contestarles. Para asegurarse de que usted entendió correctamente, repítales lo que escuchó antes de responder.
3. Responda de tal manera que sus hijos escuchen. Si se enfurece con ellos y les grita, ellos van a desconectarse. Exprese su opinión sin minimizar la de ellos; es posible que por lo menos lleguen al acuerdo de no estar de acuerdo. Resista el deseo de discutir para ver quién está en lo correcto. Más bien diga algo como: “Yo sé que no estás de acuerdo conmigo; permíteme decirte lo que pienso”. Conceda más importancia a los sentimientos de su hijo que a los suyos.
4. Observe ciertas reglas de respeto. Pregúnteles a sus hijos lo que ellos desean o necesitan de usted cuando conversan. ¿Le piden su consejo o su ayuda para solucionar un problema?, ¿le piden que entienda sus sentimientos, o solo quieren que los escuche? Recuerde que sus hijos aprenden de su ejemplo y observan cómo usted controla su ira, cómo soluciona los problemas, y qué hace para lidiar con sus sentimientos. Al mismo tiempo, ellos también aprenden de sus propios errores; por tanto, mientras que las consecuencias no les causen daño, permítanles la opción de fallar. Hable con sus hijos; no los sermonee, no los critique, no los amenace, no les diga palabras que les causen dolor o angustia.
5. Esfuércese por mantener una buena conexión. Tenga en cuenta que algunas veces sus hijos solo le cuentan parte del problema. Escuche cuidadosamente lo que dicen y anímelos a que continúen compartiendo más detalles, y es posible que le cuenten el resto de la historia. En algunos casos la personalidad introvertida de algunos de nuestros hijos los hace poco comunicativos; no los presione para que digan más, si lo hace va a lograr que hablen menos. Concédales tiempo.
Para ser un héroe usted no tiene que vestirse con capa y antifaz. Usted puede ser un héroe para sus hijos si dedica tiempo a hablar con ellos y a escucharlos. Haga todo lo posible para mantener siempre abiertos y disponibles los canales de comunicación con sus hijos.
El autor es doctor en Consejería Familiar. Escribe desde Washington, D.C.