Desde que era nióo, siempre me ha gustado leer Selecciones del Reader’s Digest. Me gusta mucho la sección “La risa, remedio infalible”. La capacidad del ser humano para reír es factor fundamental para la cura o el comienzo de la restauración de la salud.
Hace poco visité Beijing, una ciudad con más de 21 millones de habitantes y con una de las peores actitudes. Ahí realicé un experimento.
Era mediodía, y fui a almorzar a un restaurante cercano a mi hotel. Entré y noté las miradas serias del personal y de los comensales. Me condujeron hasta una mesa, me seóalaron el asiento en el que debía sentarme y, sin mediar palabra, arrojaron sobre la mesa un menú con fotos de los platillos. Pensé que como yo no hablo chino y ellos no hablaban inglés, no había necesidad de decir nada, pero enseguida deseché tal pensamiento, pues también así trataban a los comensales chinos.
Me esforcé de muchas y diversas maneras para arrancarles una sonrisa a quienes atendían mi mesa. Traté de hablar en chino, consciente de que tal vez estaba diciendo barbaridades; en un intento por saber qué carne contenía cada platillo, imité a todo volumen los sonidos de todos los animales; algunos de los que imité, estoy seguro de que no existían en el menú, pero lo hice con el propósito de crear un ambiente distendido.
Finalmente me retiré, dejando sobre la mesa una propina, cosa rara en esas latitudes. No dejé una propina cualquiera, sino lo que acostumbro: el 20 por ciento. Mediante una propina generosa refrendo con acciones mis palabras de agradecimiento, pues una propina pequeóa habla mal de quien soy, independientemente del servicio recibido. La calidad de la propina dice mucho más acerca de mí que de quien la recibe; también le dice a quien me atiende que valoro lo que hace, y su sacrificio de servir hora tras hora y, en muchos casos, a personas que los tratan como esclavos.
Al día siguiente regresé para continuar con mi experimento, y cuál no fue mi sorpresa al notar la enorme sonrisa de quien me recibió, acompaóada de un brillo singular en sus ojos (no sé si la sonrisa fue por la alegría de verme, o porque el día anterior había metido mi pie en el agua de la fuente que había en el restaurante al nivel del piso). Fuimos acompaóados hasta la mesa por tres meseros, a modo de guardia de honor, sonriéndonos en forma constante y hablando sin cesar, aunque no entendí nada. Nos trajeron el menú sonriendo sin parar, ni siquiera tomaron nota del pedido, y nos sirvieron el doble de lo que pedimos.
Con ayuda de un traductor digital, comencé a dialogar con quienes nos atendían y con los comensales cercanos. Pronto, la experiencia de comer se transformó en lo que parecía una fiesta familiar. Los comensales de las mesas vecinas comenzaron a ofrecernos de su comida, y los meseros y meseras se instalaron a nuestro lado sin dejar de sonreír y decir palabras que deben haber sido muy chistosas, pues todos se reían, incluso nosotros. Al final, fuimos acompaóados hasta la salida como si se tratara de personajes ilustres. Había sido muy fácil cambiar la actitud de la gente.
El poder de la sonrisa
¿Qué quiero ilustrar con esto? Que cambiar la mentalidad y el comportamiento de las personas no es tan difícil. Podemos cambiar el mundo una persona a la vez. Si sonríes, el mundo te devolverá una sonrisa. Algunos te tildarán de loco, pero ¡qué importa! El esfuerzo vale la pena.
Beneficios de la risa y de la sonrisa
Estos son algunos beneficios de la sonrisa y de la risa.
- La risa ayuda a prevenir enfermedades del corazón, debido a que algunas causas de los problemas cardíacos son el miedo y el enojo, y la risa es cura para ellos.
- Se dice que la risa es el “aerobics” del alma, debido a que cuando reímos de verdad y a carcajadas, ejercitamos todos los sistemas de nuestro cuerpo.
- La risoterapia crea un vigoroso intercambio de aire en los pulmones y constituye un saludable ejercicio para el sistema respiratorio.
- Nuestros músculos liberan tensiones cada vez que se contraen y se relajan.
- Veinte segundos de carcajadas sentidas representan el mismo ejercicio para el corazón que practicar tres minutos de remo.
El cuerpo reacciona automáticamente a ciertos estímulos. Hay mecanismos a través de los que nuestros pensamientos negativos impactan nuestras vidas. Los pensamientos de descontento, rencor o egoísmo estimulan el hipotálamo y el sistema límbico de la porción inferior del cerebro, que envían impulsos hacia la hipófisis. Esta glándula produce la hormona somatotrofina, la que cuando abunda en el torrente sanguíneo induce a las glándulas suprarrenales a producir una cantidad excesiva de desoxicorticosterona y de corticoides inflamatorios.
La hormona desoxicorticosterona y los corticoides pro inflamatorios forman parte integral de los sistemas de defensa del organismo. Producen un aumento de la presión arterial, aceleración de los latidos cardíacos y vasoconstricción en los órganos internos que favorece un proceso de inflamación que tiene por objeto atrapar a los gérmenes patógenos para ser destruidos. Cuando esta producción de hormonas no es causada por un daóo físico sino por pensamientos negativos, y sobre todo en un lapso extenso, el efecto es contrario: produce enfermedad.
En cambio, los sentimientos de amor, ternura, simpatía y gratitud estimulan el hipotálamo y el sistema límbico a enviar otro tipo de impulsos a la hipófisis. Entonces, la hipófisis segrega una hormona llamada ACTH, que estimula a las glándulas suprarrenales a segregar cortisona y hormonas antiinflamatorias. Estas producen una vasodilatación a nivel de los órganos internos y así mejoran las funciones de la digestión, la asimilación y la eliminación. Los vasos sanguíneos vuelven a su estado normal y la presión arterial y la frecuencia cardíaca se normalizan. De este modo, los buenos sentimientos generan salud porque revierten los efectos hormonales daóinos.
Hans Selye, el llamado padre del estrés, escribió: “La vida es un proceso a través del que se gasta una determinada cantidad de energía heredada de nuestros padres. La vitalidad es como una cuenta bancaria de la que se van haciendo extracciones. Esa cuenta no acepta depósitos. Nuestro único control sobre esta preciosa fortuna es el ritmo con el que la consumimos”. El control del estado de ánimo retarda los procesos de envejecimiento y prolonga la vida. La gratitud expresada diariamente estimula las relaciones personales satisfactorias, el éxito en la vida y el bienestar general.
La risa en la Biblia
La Biblia, un libro maravilloso, dijo esto mucho antes de que la ciencia lo descubriera. “El corazón gozoso hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate” (Proverbios 15:13). “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22).
Recomendaciones
Cuando hablo de la risa, no me refiero a la carcajada hueca y vacía del payaso; me refiero a una expresión interior que se manifiesta en el exterior. El corazón alegre impacta la forma en que vemos las cosas. Si estás feliz, lo manifiestas en tu rostro, pues alcanzar la felicidad es una condición constante del corazón. No se puede ser feliz conduciendo en automático, se requiere de una disposición diaria y constante. Uno decide ser feliz.
Te desafío a que durante las próximas 48 horas hagas dos cosas:
- Sonríe a quien se cruce en tu camino. Decide (sí, esto es un asunto de decisión) sonreír a quienes te rodean, y a cada persona con quien te encuentre: tu vecino, el agente de policía, el conductor del autobús escolar, la cajera del banco, el que pasa a tu lado haciendo ejercicio, el vagabundo, tu jefe, tus empleados, la mesera del restaurante. . . ya tienes la idea; la lista de personas con quienes te cruzarás en estas próximas 48 horas es interminable. Comenzarás a notar personas que antes habías ignorado.
- Decide reír durante las próximas 48 horas (no solo sonreír) lo más que puedas cuando estés a solas. Comienza mirando alguna comedia sana y alegre. Ríete de ti mismo. Aunque no lo sientas, inténtalo, y te darás cuenta que tu actitud en general irá cambiando y te sentirás mejor físicamente.
Conclusión
Dios creó la risa. La risa que proviene de un buen estímulo no es pecaminosa. Isaac, el hijo de la promesa se llamó “risa” (ver Génesis 17:19). Los hebreos cautivos en Babilonia anhelaban que Dios les devolviera la risa (Salmo 126:2). En estos tiempos sombríos, cuando muchos sucumben ante la adversidad y viven lamentando su infortunio, echemos mano de este recurso. ¡Ríete!
El autor es dirigente de las iglesias adventistas de habla hispana en la región de Ohio.