Tu corazón está bien. Es solo ansiedad”. El diagnóstico de todos los médicos me parecía frustrante. ¿Cómo podía tener ansiedad si estaba viviendo el momento más feliz de mi vida? Por fin había conseguido reubicarme en la ciudad en la que crecí, cerca de mi familia. Mi trabajo como escritora para el hospital de niños más grande de los Estados Unidos representaba un estímulo diario. Una mala experiencia no podía estarme causando este nivel de ansiedad, ¿o sí?
Dos meses atrás, había experimentado una reacción adversa a un medicamento intravenoso. El doctor me aseguró que, aunque mi reacción al medicamento era poco común, todo volvería a la normalidad. Desafortunadamente, meses después, la pesadilla continuó. Más de una noche mi esposo, desesperado por mi constante taquicardia e insomnio, me llevó a la sala de emergencias del hospital. Pronto, los ataques comenzaron a sucederme durante horas de trabajo, y el miedo inexplicable a morir se convirtió en miedo a perder el control, miedo a perder mi empleo, miedo al miedo.
Decidí que era tiempo de hacer una pausa laboral y acudir a un especialista. Afortunadamente, mi doctora me ofreció tratar el problema de manera natural. Los siguientes consejos me ayudaron a ganar la batalla contra la ansiedad y me devolvieron la esperanza.
Nutrición
De acuerdo al doctor Neil Nedley, experto en salud mental, abstenerse de alimentos de origen animal y procesados, incluyendo la cafeína y el azúcar, es clave al tratar la ansiedad y otros trastornos mentales. Por ser vegetariana y prácticamente vegana la mayor parte de mi vida, esto no me fue difícil.
Llevar una dieta basada en plantas, como lo hizo Daniel en Babilonia, es la mejor manera de obtener los nutrientes que necesitamos para cuidar y fortalecer el cuerpo y la mente. Sin embargo, es importante fortalecer la dieta con vitaminas, especialmente del complejo B. El complejo vitamínico B está compuesto por las vitaminas B1, B2, B6, y B12. Estas vitaminas son fundamentales para mantener el sistema nervioso central en su mejor estado.
Durante muchos años descuidé este aspecto importante porque no tenía idea de lo devastador que podía ser, especialmente cuando se sufren problemas de salud mental. Por fortuna, mi mamá se encargó de remediar esta deficiencia, me proporcionó una serie de suplementos vitamínicos, incluyendo el maravilloso complejo B, en gotas. A casi un año de este desafío, no hay día que no lo tome, pues aparte de ayudarme a combatir la ansiedad y los ataques de pánico, me ha ayudado a recuperar la energía vital que hacía años había perdido.
Ejercicio
Si algo positivo tiene la ansiedad, es que de alguna manera nos mantiene activos. Cada vez que me despertaba con un ataque de ansiedad a media noche, en vez de permanecer en cama por horas sin dormir, utilizaba ese tiempo para realizar tareas pendientes o hacer ejercicio. Basta con 30 a 45 minutos de caminata diaria para hacer una diferencia en nuestro cuerpo y más aún, en nuestra mente. El ejercicio no puede ser sustituido. Sin embargo, es posible incorporarlo en nuestro ajetreado estilo de vida. Algunas compañías proporcionan a sus empleados gimnasios, entrenadores personales o guías de ejercicios de estiramiento en la oficina. Si no cuentas con estos recursos, puedes obtener estas guías por parte de un coach de salud, tu médico de cabecera o en Internet.
Rutinas de relajamiento
Sin duda alguna, el estilo de vida americano no es el mejor aliado de la salud mental. El estrés y el ritmo de vida agitado, aunado a la mala alimentación y un estilo de vida sedentario, aumentan nuestro riesgo de padecer trastornos de salud mental. Por eso es importante hacer pausas y priorizar la salud en todos sus aspectos. Uno de los mejores consejos que recibí durante mi proceso de sanidad fue seguir una misma rutina diaria. Cada día, después del trabajo, tomaba baños calientes en la tina o en el jacuzzi. Siempre que podía, agregaba sales aromatizantes. En ocasiones, pedía que mi esposo me leyera la Biblia mientras me relajaba. Otras veces solo escuchaba el sonido del mar en alguna estación de Pandora o YouTube. Luego, en vez de ver televisión o usar mi teléfono, practicaba ejercicios de respiración, leía algún libro inspirador, o simplemente meditaba en Dios mientras respiraba la esencia de aceites aromáticos a través de mi difusor de aromaterapia. Los sonidos del mar continuaban durante toda la noche. Al cabo de una semana de practicar esta rutina, comencé a dormir mejor y a recobrar la energía necesaria para no perder más días de trabajo.
Los pensamientos
Quizás el aspecto más importante al lidiar contra la ansiedad y los ataques de pánico son los pensamientos. Cuando sufrimos de ansiedad u otros trastornos mentales, es imperativo rechazar cualquier pensamiento negativo. Es verdad que no tenemos todas las respuestas, pero si nos dejamos vencer a nivel mental, perderemos la batalla antes de pelearla. Por fortuna, desde el comienzo de mi ansiedad comprendí que debía cuidar mis pensamientos. Cuando el monstruo de la ansiedad aparecía a través de la taquicardia y el temor, yo me enfrentaba a él con pensamientos positivos. Me repetía a mí misma: “Eres fuerte y puedes con esto. Solo se siente mal, pero nada malo pasará”. Tan pronto como lo hice, la ansiedad desapareció. Pocas experiencias ofrecen el empoderamiento que da el ejercer control mental. Cada vez que ganaba una batalla, la ansiedad parecía regresar de maneras diferentes, pero seguí peleando de la misma manera: pensamientos positivos y determinación. Dentro de mi investigación, aprendí que una opción de tratamiento médico era la terapia cognitiva conductual. Llegué a entender que, en esencia, se trataba de convencerme a mí misma que la ansiedad y el pánico no son más que miedo irracional a nivel consciente o inconsciente. Esto me ayudó a practicar un comportamiento totalmente normal, aun cuando sentía miedo, porque sabía que debía convencerme de que, en el fondo, mi miedo era un engaño absurdo y sin fundamento, y que no lograría vencerme, y mucho menos a Dios. Yo sabía que él estaba conmigo y estaría hasta el final, y en sus manos nada podría dañarme, aunque sintiera lo contrario.
Confianza en Dios
Hoy, después de casi un año de esta batalla, puedo decir que me considero más fuerte y afortunada. Dios me ha dado una experiencia que no solo me hace más fuerte cada día, sino que me permite ver con mayor compasión a las personas que sufren problemas de salud mental. Si tú eres una de ellas, puedo decirte con seguridad: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
La autora trabaja en el Hospital Infantil de Texas, y escribe desde Houston, Texas.