El lateral izquierdo se escapó por su franja de juego e hizo un tiro por elevación. Un defensor del equipo rival intentó despejar la pelota, pero falló. Un mediocampista paró la pelota con el pecho, remató cruzado y anotó el gol de la victoria. Todos los asistentes al encuentro de fútbol fueron afectados, unos para bien, y otros para mal.
Mientras unos gritaban, se abrazaban y celebraban con una euforia poco vista antes, los otros insultaban, se amargaban y se quejaban de cómo se enfrentó ese ataque del equipo rival.
Al finalizar el encuentro, mientras celebraban, el equipo ganador y sus simpatizantes fueron amenazados a punta de pistola por varios fanáticos del equipo perdedor. Pronto se calmaron los ánimos, y nadie salió lastimado. Así concluyó aquel encuentro de barrio hace varios años en Mar del Plata, Argentina.
Esta historia se repite cada semana en algún lugar del mundo, pues pocas cosas despiertan sentimientos tan viscerales como este deporte.
El fútbol genera profundas rivalidades, sentimientos de alegría o tristeza, euforia o amargura. Detiene los trajines de muchos que se sientan a mirar y a sufrir durante noventa minutos, mientras 22 personas corren, patean y cabecean una pelota. Es por eso que a este deporte se le suele llamar “pasión de multitudes”.
El futbol está en todas partes. El fútbol une, ahí no hay clases sociales. Cuando el equipo de uno hace un gol, te abrazas incluso con personas que no conoces, abrazos que ni a los familiares les solemos dar. El fútbol suele convertirse en el refugio de muchos que lo miran todos los días, y no solo miran a su equipo favorito sino a todos los que puedan ver.
Barcelona y Real Madrid en España, Boca Juniors y River Plate en Argentina, Peñarol y Nacional en Uruguay, Inter y Milán en Italia, América y Guadalajara en México, y otros buenos equipos que usted conoce y sigue, cuando se enfrentan detienen las actividades en sus respectivos países, pues todos tienen millones de seguidores, algunos en el mundo entero.
¿Y qué decir de la máxima fiesta del balompié: el Mundial de Fútbol? Durante su celebración, gran parte del mundo se mantiene atento a los juegos y los resultados, aun aquellos que saben poco o nada de este deporte.
El negocio
Además de la pasión en el aspecto deportivo, el fútbol genera miles de millones de dólares al año. Hace ricos a jugadores, técnicos, dirigentes de equipos, apoderados, periodistas y canales de radio y televisión.
En el Campeonato Mundial de Brasil 2014 se generaron más de treinta mil millones de dólares en solo un mes. Para muchos, el fútbol no es sino un recurso para generar ingresos económicos, valiéndose de los sentimientos que provocan los equipos al salir a la cancha cada semana.
Detrás de los rostros de los jugadores que sudan la camiseta hay un negocio multimillonario: venta de camisetas, pelotas, zapatos de fútbol que han firmado los jugadores más sobresalientes del momento. Ayer fueron Pelé y Maradona, hoy Lionel Messi, Luis Suárez, Cristiano Ronaldo y Andrés Iniesta. Para el pueblo solo son jugadores, pero para otros son un producto que vende y tiene fecha de caducidad.
Gente transparente y gente cuestionable invierte en este negocio. De vez en cuando, se escucha de ciertas manipulaciones en partidos clave o de arreglos entre dirigentes para que el resultado incremente las ganancias.
¿Es realmente el fútbol “pasión de multitudes”, o no es más que un negocio camuflado bajo las camisetas de los jugadores? ¿Se ha perdido el romanticismo del fútbol, cuando se jugaba por la camiseta y por el honor, cuando los valores no estaban tan trastocados y un jugador no ganaba más dinero que un médico, un maestro o un obrero?
El negocio
Si hay que hablar de “Pasión de multitudes” creo que ese título al fútbol le queda grande, ya que este deporte se juega desde hace apenas 155 años. Con todos los simpatizantes que ha tenido y tiene, no llega a las multitudes que han seguido y aún siguen a Jesucristo.
Si hablamos de pasión, nada ni nadie ha generado más pasión que Jesús. Nadie sino él ha gestado los más sublimes sentimientos: amor, compasión, perdón. Durante dos milenios, generaciones enteras han encontrado en él esperanza y valor, al grado que muchos dieron sus vidas por él; no por una causa, sino por él. De Jesús se han escrito tantos libros que las mayores bibliotecas no podrían contener. Dondequiera que se han aplicado sus sublimes valores, la Biblia, el libro Sagrado de Jesús, ha ennoblecido al pueblo.
Más que un mundial de fútbol cada cuatro años, hoy el mundo necesita a Cristo cada día. Necesita conocer la verdadera “pasión”, la que genera el Mártir del Calvario, quien ya no está clavado a un madero ni encerrado en una tumba, sino que resucitó y vive para siempre. Si lo conocemos y comenzamos a vivir una experiencia más cercana con él, terminaremos reconociendo que Jesús de Nazaret es el único que merece llevar el título de “Pasión de multitudes”.
El autor es promotor de El Centinela.